El abogado y analista, Rodil Rivera Rodil, es del criterio que el sector de los empresarios identificado con la extrema derecha de este país se volvería a involucrar, sin vacilación alguna, en otro golpe de estado contra el gobierno de la alianza
El periodista Glenn Flores habló con el abogado Rodil Rivera Rodil en esta entrevista para criterio.hn
P.-¿Hay una ruptura entre el gobierno y el empresariado? ¿A qué se debe?
R.- La hay, definitivamente. Pero la ruptura no es con todos los empresarios, aunque sí con la mayor parte de ellos, o sea, la compuesta principalmente por pequeños, medianos y por un sector de importantes empresarios. Los que se han visto afectados por el abusivo régimen tributario que JOH ha impuesto y por la gran desventaja en que ha colocado a un reducido grupo de grandes hombres de negocios por los privilegios que recibe del gobierno.
De otro lado, la relación entre las organizaciones empresariales, como el COHEP y las distintas Cámaras de Comercio, es bastante variable. Con el primero, hay un cierto distanciamiento debido a que este no quiere contaminarse con el desprestigio en que ha caído el régimen de Juan Orlando Hernández, en tanto que con las segundas existe, desde rompimiento hasta colaboración y complicidad, dependiendo de los vínculos de negocios, filiación política y amistad de sus dirigentes con este.
Igualmente, ¿dentro del mismo empresariado hay una ruptura?
Para comenzar, en la empresa privada hondureña nunca ha habido una cohesión o unidad muy sólida, debido, fundamentalmente, a que su crecimiento, tanto cuantitativo como cualitativamente, ha sido muy lento, congruente con el del país en general, el más lento de Centroamérica, lo que ha retrasado en similar medida la formación de su conciencia de clase, que, aún hoy, no está totalmente consolidada.
A lo anterior cabe agregar que, desde el golpe de estado, y con la llegada al poder del Partido Nacional, y en particular, de Juan Orlando Hernández, las diferencias de negocios entre los empresarios normales, digamos, se han agudizado mucho más por las mismas razones de competencia desleal apuntadas en la respuesta anterior.
P ¿Cómo ha logrado JOH que cierto sector empresarial le siga siendo fiel?
R.- El sector a que usted se refiere es el beneficiado por JOH con concesiones, fideicomisos y muchas otras prebendas. Pero me atrevo a asegurar que no se puede afirmar, con propiedad, que este grupo de empresarios “le sea fiel a JOH”. Lo apoyan, únicamente, debido a que este ha protegido y auspiciado sus negocios y porque, según ha trascendido, algunos de ellos se han convertido en sus socios. Por ello, lo más probable es que tan pronto JOH salga del poder, salvo ciertas excepciones, estos “fieles partidarios” lo abandonen a su suerte, sobre todo, si, finalmente, los Estados Unidos solicitan su extradición.
P.-De darse un cambio de gobierno después de las elecciones generales, ¿cree usted que la empresa privada volvería a participar en un golpe de Estado?
R.- Estoy convencido de que el sector de los empresarios identificado con la extrema derecha de este país se volvería a involucrar, sin vacilación alguna, en otro golpe de estado contra el gobierno de la alianza. Y que, por igual causa, estará más que dispuesto a participar en cuantas conspiraciones y campañas surjan para desestabilizarlo. Sus motivaciones, no hay que olvidarlo, son esencialmente de carácter ideológico más que político. Lo que los vuelve golpistas por definición.
P ¿Por qué el empresariado nacional es tan conservador?
R.- En general, el empresariado es conservador en casi todo el mundo. La razón es simple. Siempre parten de la base de que todo cambio pone en riesgo sus intereses y, concretamente, su patrimonio y sus ingresos. Pocos de ellos son los que, por su inteligencia, educación o, sencillamente, por su sensibilidad social, se dan cuenta que muchas veces los cambios, si bien les pueden significar una merma temporal de ingresos en el corto plazo, en el largo les garantizan la sobrevivencia de sus capitales y la tranquilidad para ellos y sus familias. No obstante, entre ellos hay grandes diferencias en la escala de su conservadurismo.
Diferencias que tienen que ver con el grado y combinación de desarrollo económico y cultura del país o región de que se trate. Los empresarios, por ejemplo, de los países subdesarrollados son mucho más conservadores que los de las naciones desarrolladas. Los norteamericanos son más conservadores que los europeos. Los del centro y del sur de Europa son más conservadores que los de los países escandinavos. Y, finalmente, los empresarios chinos, por su peculiar modelo económico, son mucho menos conservadores que los del resto del mundo.
P ¿Hay empresarios que apoyan a Libre?
R.- Que militen, propiamente, en Libre no son muchos. Son más los que solo simpatizan. Pero debe tomarse en cuenta que la casi totalidad de los empresarios no tiene una verdadera militancia política. Sus inclinaciones en este terreno, como antes he dicho, se hallan en función, básicamente, de sus intereses económicos.
Y lo mismo pueden brindar apoyo a un partido político que a otro, salvo las excepciones de rigor y de los ya mencionados de extrema derecha. Los empresarios, históricamente, han ayudado y votado a los partidos y candidatos que consideran que pueden aumentar las ganancias de sus empresas, que han sido mayormente del Partido Nacional, o bien, porque previamente llegaron a acuerdos de financiamiento con otros partidos a cambio de determinados compromisos. Y, en todo caso, contribuyen con los partidos que crean que menos los pueden afectar, y casi siempre con el propósito toral de quedar bien con el gobierno de turno.
Sin embargo, es posible que, para estas elecciones los empresarios que respaldarán a Libre será más que los que cabría esperar. Entre otras razones, porque, como ya expresé, han sido seriamente perjudicados por el gobierno de JOH y porque todo indica que la alianza va a ganar, por lo que querrán hacer méritos con el nuevo gobierno.
P ¿Le sería fácil al nuevo gobierno revertir las ZEDES?
R.- No, no será fácil. Porque, en primer lugar, habrá presiones y amenazas de todo tipo, internas y del exterior. Se necesitará de una fuerte voluntad política y total disposición de enfrentar las consecuencias, cualesquiera que sean, incluyendo la de indemnizar a sus dueños, si fuere necesario. En segundo término, porque solo para derogarlas (que no para anularlas que sería lo deseable para evitar cualquier efecto retroactivo que pudieran tener), se necesita la mayoría calificada de los diputados al Congreso Nacional, lo cual será difícil de conseguir, aunque, por supuesto, no es imposible.
Lo ideal, entonces, sería que una asamblea nacional constituyente decretara su nulidad absoluta, al igual que la del Código Penal nuevo y de todas las demás leyes de la impunidad. Pero si tal cosa no fuere posible, se debería poder hacer a través de un plebiscito. Por fortuna, se cuenta con el respaldo masivo de la población para emprender esta tarea. Se trata de una misión histórica e impostergable que no puede retrasarse. Por lo que, a mi parecer, deberá llevarse a cabo tan pronto la alianza asuma el poder, sin titubeo alguno.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas