Cuarenta años buscando la verdad

El silencio de los inocentes

 

Por: Thelma Mejía

Tegucigalpa.-  Si la lucha contra la corrupción tiene diezmado al país, aferrado a cualquier esperanza que le indique que la ruta trazada por la MACCIH-UFECIC, no será desdibujada en el tiempo, otro de los efectos directos de la corrupción se hacen sentir en la Educación: de tres millones de menores en edad escolar, un millón cien mil no van a la escuela, y los que lo hacen, apenas logran llegar al sexto grado.

En los años de 2014 al 2018, la matrícula escolar mostraba un descenso de 10 mil menores, pero el 2019 fue el año sorpresa, el año de los golpes directos, el año de los contrastes, la matrícula de menores y jóvenes en edad escolar cayó en 65 mil menores. Este dato es inaceptable, dicen los expertos en educación.

La voz de alerta la dio la plataforma Transformemos Honduras que impulsa la ASJ y analiza desde hace un par de décadas el tema educativo, pero también la refrenda el Observatorio de la Educación de la Universidad Pedagógica “Francisco Morazán”, instancia que en los últimos años viene también mostrando datos duros sobre el panorama educativo que destaca el silencio de los inocentes, es decir, de esos menores y jóvenes que no tienen voz para demandar el por qué los excluyen, el por qué no hay escuelas, pupitres o un cuaderno y lápiz para escribir.

En una estación radial capitalina, con motivo del inicio del año lectivo, una docente de una aldea que rodea el Lago de Yojoa, contaba que ellos no conocen una computadora, que la referencia de “escritorio moderno” data de la época del gobierno del ex presidente Rafael Callejas (1990-94). Son escuelas rurales donde el modernismo no llega y los discursos públicos de eficiencia y transparencia chocan con las rocas en donde se sientan muchos alumnos, allá tierra adentro.

El Observatorio de la Educación de la Pedagógica nos indica que muchos de esos menores excluidos de la educación, ven su futuro inmediato en la migración. En las recientes caravanas que han iniciado los hondureños en búsqueda del sueño americano, los colegas de las agencias de noticias de prensa internacional, relatan, con tristeza, cómo en ese caminar se ven menores y jóvenes de todas las edades.

Madres cargando dos o tres hijos, a cual edad más chica, son parte de ese peregrinaje del migrante, expulsados de su país por factores como pobreza, inseguridad, violencia, corrupción, desesperanza.

La mayor brecha de deserción en la educación, según los datos proporcionados, comienza a abrirse en la edad de 11 y 12 años y se agudiza en los jóvenes que llegan a los 17 años, pues 63 de cada 100 ven su futuro en la posibilidad de migrar, es decir, en irse y dar la espalda al país.

La corrupción según cifras del Foro Social de la deuda Externa en Honduras (FOSDEH), se estima que cerca de 55 mil millones de lempiras anuales se pierden en el país por este fenómeno; mucho de este dinero es drenado de partidas dedicadas a la educación. Plaza fantasmas, escuelas inexistentes, bonos sin entregar, son parte de esos “incentivos” que desmotivan a la gente.

El otro día, una militante del partido en el poder, me comentó que le llamaron para entregarle uno de los tantos bonos que otorga el gobierno: era de 450 lempiras, cuando en la práctica le debieron dar dos mil. La justificación de los activistas fue que hubo un problema en los listados, pero “tómelo, más adelante arreglamos”. Ella lo tomó y le hicieron firmar por los dos mil lempiras que no recibió.

Si la gente del partido en el poder le hace esto a una de sus votantes y militantes, ¡qué no harán a quien no está en sus listas? Por eso, hablar de transparencia es fácil, ejecutarla y practicarla es lo complicado. Siempre en Educación, ya comienzan las denuncias de la politización en las plazas de concursos docentes, es la de nunca acabar, y si se indigna uno de ver, escuchar y denunciar, por qué no se van a desencantar los beneficiados directos: los menores y los jóvenes en edad escolar.

Que 1.1 millón de menores no vaya a la escuela, es fuerte, es durísimo, pero aquí parece no importar, aquí el discurso oficial se hace público cuando conviene, cuando se busca el aplauso, aunque sea ficticio, pero cuando de abordar los temas de fondo y a fondo, las respuestas son varias y en su mayoría torpes y cursis. Total, ¿a quién le importa el silencio de los inocentes?

Quizá en el próximo índice de medición de pobreza, ese millón y pico se reduce por el nuevo sistema de integridad anticorrupción que anda en venta, quizá sí, quizá no, nunca se sabe, dice el filósofo popular Chelato. Mientras, desde nuestros espacios, luchemos y comencemos a dar voz al silencio de los inocentes.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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5 comentarios

  1. Bonitas palabras, pero esa es nuestra realidad somos un pais que cada dia vamos en decadencia, en ves de ir hacia adelante, vamos hacia atras,,,,malditos politicos

  2. Tristes secuelas de la inmensa corrupción, esos estragos de caída social apenas empiezan a revisarse. El impacto peor es una pobreza generalizada que incita a la violencia y su virulencia empuja al éxodo. Hasta cuando la clase gobernante dejara de ver al estado como un botin? Concentrando para sí riquezas burdas y sembrando la inmoralidad generalizada.?
    Valdría para otro artículo.

  3. QUE CRUEL REALIDAD!…. NO TIENE NOMBRE SEMEJANTE CRIMEN CONTRA NUESTRA NINEZ Y JUVENTUD!- POBRE MI PAIS!….