La batalla por la justicia

El pronóstico negado, del recuento histórico cíclico

 

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Como en la hermana Bolivia, atávicamente, en Honduras las democracias fueron cayendo por golpes, en 1963, en 1972 y 2009. Si bien eso ya no se estila en el ancho mundo, en donde en décadas recientes, las democracias más bien han fracasado por desgaste mediático, erosión política, atonía institucional y desprestigio. En Centroamérica, varias veces desde los 80s, han surgido democracias con fuerza y popularidad que cayeron, después de un puño de años, con un gemido, sin un disparo o una llamada desde el exterior. Aparte de la catracha anómala ¿por qué han caído nuestras democracias recientemente?

Con otros estudiosos calificados, en el seminal Como mueren las democracias, 2018, Steven Levitsky culpa al populismo, el cual -según Aristóteles- era su talón de Aquiles de este sistema y es un placebo o una falsificación de la participación. Mas recientemente Levitsky y sus amigos han publicado La Ley y la trampa en América Latina, Por qué optar por el debilitamiento institucional puede ser una opción…, 2021 y dos libros colectivos, aun no traducidos, cuyos títulos serían Comprendiendo la Debilidad Institucional, Poder y Diseño en las Instituciones Latinoamericanas, 2019 y más empátetico El Vuelco a la inclusión en la democracia latinoamericana, 2021.

De un acercamiento a esas obras insuficientemente estudiadas se puede concluir que, para prevenir la caída de la democracia, se precisa de: 1. Fortalecer a las instituciones, muchas veces disminuidas para facilitar su manipulación, y, por otra parte, 2. Impulsar la inclusión, la participación ciudadana, para insuflar vida en y darle calidad a una democracia republicana. Se trata (porque la participación  y la institucionalidad deben combinarse) de un equilibrio fino, siempre retado por: a) el corporativismo, b) el clientelismo, c) el control mediático, d) el partidarismo, e) las fallas del diseño constitucional, f) el caciquismo, g) la conciencia histórica, h) la resonancia mundial de los movimientos sociales.  Con todo, el triunfo de Bukele en El Salvador y la victoria -honrada por fin- de  Xiomara en Honduras constituyen oportunidades para cambiar y consolidar una democracia centroamericana real. Allá está encerrado Cristiani, y aquí Juan Orlando. Éste va a ser otro tiempo.

Escapados de partidos progresistas fracasados, ambos líderes inclinaron a la gente por la opción electoral y a optar por una propuesta nueva. Votar por ellos ya en si era un viraje, una derrota de la tradición, del acendrado bipartidismo. Quién sabe si se puedan ayudar entre ellos, porque no se entienden bien, pero es alentador que estén haciendo un esfuerzo. En las últimas horas ha habido más comunicaciones, Bukele viene a visitar. Creo en ese proyecto. Confío que, como dicen, el cambio es posible, y ahora sí, está en nuestras manos construir aquí una democracia verdadera. Aun contra grandes obstáculos estructurales y culturales. Es un compromiso. Los factores externos ya afectan a estos gobiernos de manera diferencial. EUA ha terminado por ver en Xiomara la aliada posible y, si bien tendrán que deponer su ojeriza, en cambio torpemente repudiaron a Bukele, por atrevido y por su acercamiento a China. Recalentados por la guerra, los mercados mundiales opondrán retos y brindarán nuevas oportunidades. En la comunidad internacional, una nueva lucidez de los ofis ¿podría favorecer a la endeudada Honduras? Da ilusión. Pudiera ser. No me atreveré a pronosticar nada. No soy brujo ni profeta para anunciar lo que viene. 

Lo histórico es irrepetible por definición, porque el pasado nunca se repite exactamente; pero en un sentido más amplio la historia como patrón si se repite en ciclos, Decía, no se quien, la primera vez como tragedia, porque pudo preverse, la segunda como burla.  Más que especular entonces es cuestión de indagar, y recordar un poco. ¡Advertir los peligros!

¿Qué ha pasado entre nosotros, recién, cuando un sistema electoral reformado permite al pueblo expresarse y conferir el poder y el mandato para que se resuelvan los problemas? Siempre, cualquier cambio tiene fieros enemigos, que hacen todo por torpedearlo (vid Machiavello). Y sus partidarios de buena fe estamos obligados a advertir esa amenaza y defender el beneficio.  Pareciera sin embargo que los proyectos de cambio que han fracasado aquí, prosperaron antes de colapsar, y han sido víctimas -al final- de su propia inconsistencia, torpeza e inconstancia. (No tenemos partidos hijo me dijo alguna vez, Carlos O Montoya, sino agencias de colocación políticas). Como si, luego de un éxito súbito, quien recibe el mandato, por eso lo llamamos mandatario, olvida que los votos y apoyos del pueblo mandante se le entregan en función del mandado de resolver los problemas del pueblo, y para satisfacer las demandas endógamas y primarias del activismo que se queda en maquina política sin evolucionar y el liderazgo olvida que el cumplimiento de lo encargado ¡también es una condición del apoyo que, en real democracia, es único garante del poder! Se atasca, esa propuesta, sin salida ni poder volver atrás.

Algunos mal puestos en sitios claves desertan del ideario y del proyecto. Deliran. Se creen héroes y se tragan el cuento del carisma. Le dan la espalda al clamor, con la engañifa de ser ellos el pueblo, la impostura de representarlo. Caen en el chamberismo que nada tiene que ver con la inclusión. Y en vez de respetar la institución, el criterio de razón y la ética revolucionaria, instrumentalizan las instituciones, dejando que prime la pretendida filiación sobre la idoneidad y sobre el profesionalismo, el plazo político sobre la urgencia. Y se quedan sorteando tormentas y apagando fuegos, tambaleándose en el día a día. Sin satisfacer las demandas mayores o resolver problemas graves. La salud, la seguridad del barrio y de los bienes comunes, la energía, la dinámica del empleo, una educación que se pueda examinar. Se desprestigian porque no dan pie con bola y se estrellan contra el muro de lo real.

En Nicaragua, La Revolución Sandinista original, la de Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal, la del Comandante Cero y el Padre D’Escoto, que triunfó con todos contra la dictadura, cayó víctima de los mismos muchachos que asistían y deliraron de emoción en la Plaza, pero después de pintarle violines a R. Reagan y ganarle la guerra contra el proxy en el campo de batalla, se cansaron de diez años de desgaste y sufrimiento, y fueron a votar por la inverosímil Violeta de Chamorro, la viuda inútil. Hoy el Sandinismo, que logró volver con Alemán y superar la conspiración, cree haberse salvado con la dictadura, pero ¡ya no está ahí! Se ha ido como su liderazgo anquilosado.

En 2009, después de tres fracasos, el pueblo salvadoreño volteó la silla en que ARENA había desgobernado, con militares corruptos y criminales casi ¡treinta años! La Revolución del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional transformado en partido, ganó en las urnas lo que no había conseguido en las montañas, tomó el poder público con Mauricio Funes, y se inscribió en la izquierda democrática latinoamericana. Pero el oportunismo deslegitimó al Frente que apenas consiguió salvar la candidatura de Sánchez Cerén, quien, aun con su adversario encerrado y en bancarrota, no pudo resolver los problemas urgentes y terminó por perder a Bukele junto al poder. Hoy ¡tampoco el Farabundo Martí existe más!

Pueden pasar cosas peores. Pudiéramos terminar en estado libre asociado como quisieran muchos, y cómo interpreta el brujo Y. N. Harari, cuando asegura que Honduras desaparecerá antes del 2050. A esa luz, un buen gobierno de Xiomara, lucido sano y eficaz ¿pudiera redimir la existencia misma del estado nación independiente, y no solo el futuro de LIBRE como partido moderno que respondió y dignificó a la nación? Está en nuestras manos, jefes.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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