La batalla por la justicia

El Primer Siglo Americano, y sus colonias, cercanas y remotas

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Recientemente, los historiadores han sufrido la tentación -comprensible  en nuestro tiempo ingrato, pero peligrosa- de la bola de cristal; una fascinación con la  historia universal proyectada al futuro, que adornan con citas eruditas y elucubraciones teóricas sobre la más antigua historia sin registros, casi igual de especulativa que la de mañana.[1]  Un impulso y anhelo totalizador que -supuestamente- se había superado desde el ascenso  del escepticismo crítico, que desbancó la búsqueda de leyes generales de la historia, al finalizar la Primera Guerra Mundial. [2] Justamente el momento cuando en Centroamérica se institucionalizó el que llaman Primer Siglo Americano, que no agoniza aun, pero del cual urge un balance (algunos nos amenazan con un segundo).[3] Siglo complejo porque, aunque sin duda atestiguó avances en la tecnología de las grandes potencias, con beneficios innegables, también fue, dice Charles Meir, una época de atrocidades, e Isiah Berlín, el peor siglo de la historia y el historiador ingles Eric Hobsbawn el de más destrucción culposa de vidas humanas. Era de dominación sin responsabilidad. De destrucción masiva de la naturaleza y de la diversidad cultural; destrucción de civilizaciones, de lenguas y creencias; y época de limpieza étnica y represión política sin precedente. No se aflija el lector. Yo solo llegaré aquí, hasta este presente, y es justo que empiece diciendo que me eduqué mayormente allá, en EUA, disfruto su arte y cultura; valoro su historia y entiendo sus mitos.

Hoy, vía tratados, los Estados Unidos ha impuesto un control comercial de gran parte del mundo, defiende en forma abierta el principio de la extraterritorialidad de sus leyes y de su derecho a los recursos estratégicos donde sea que estén para su seguridad y aun para su prosperidad. Internamente, ha detenido el ímpetu de D. Trump, que era una gran amenaza, aunque aún está vivo y sigue libre; quedan los gobernadores del Sur, con su particularly unamerican sentido del derecho y la dignidad.

En lo atinente a su economía, sus bonos y su comercio les dan una gran fortaleza a los EUA y aun manteniendo el crecimiento y el empleo, casi han frenado la inflación. Su moneda está muy sólida. Con sus aliados, figuran entre los países más exitosos por su dominio tecnológico, disciplina e instituciones confiables, con que han construido un sistema que es muy estable y superado la crisis más reciente. Un amigo que sabe -A. Facusse- comenta:  el gran capital está tranquilo y sereno en Nueva York; ya se acomodó a los petroyuanes y es la columna vertebral de la economía China.  El control de los microchips -que mueven desde los juguetes hasta los misiles termonucleares- está en sus manos y, con ello controla el mundo. Incluso una quiebra masiva en Wall Street, les serviría más bien para comerse a los pequeños. Pero el déficit no cede y la deuda sigue creciendo, lo cual supone problemas estructurales no resueltos.

Y hay –literalmente- grandes nubarrones a la vista. Después de una pandemia que les causó más daño del preciso, porque la manejaron mal, los EUA vienen saliendo de una temporada de huracanes cada año más frecuentes y brutales y, otra vez necesariamente van entrando a una temporada invernal, con tormentas destructivas monstruosas.

Esos fenómenos diz que naturales son consecuencias del calentamiento global, del que -aún negado- son en gran parte responsables ellos y el modelo económico –dependiente, del crecimiento sin fin- que han impuesto al planeta. Dañan su infraestructura y producción y agravan sus problemas sociales, más agudos y profundos hoy que desde hace medio siglo. Porque han retrocedido en términos de desigualdad y cohesión social (lo que quizás nutrió al Trumpismo), profundizando la polarización conflictiva de los últimos lustros, sin que lo terminen de entender bien. Se acrecienta el resentimiento social, el odio y el temor, al tiempo que retroceden la integración racial y cultural. Mientras que -cada año, expulsadas de sus propios países en todo el planeta, por la atonía de sus economías instrumentadas y de sus estados dependientes disfuncionales- muchos cientos de miles de personas, cada vez más desde América Latina… its huddled masses– llegan a sus fronteras a suplicar asilo y refugio; lo que, puede ser políticamente insostenible a mediano plazo. Y no se resuelve con mantener emplazado indefinidamente el título 42, justificado teóricamente por emergencia

Aunque, en su caso, los bárbaros invasores que asaltan Washington son sus propios locos, vestidos con piel de búfalo y atavíos del folklore hechizo, armados hasta los dientes, los mismos desquiciados que de cuando-en-cuando se sueltan asesinando negros, asiáticos y latinos en las calles, viejitos en las iglesias y niños en las escuelas.

Conservan una indubitable superioridad bélica material y ¡se preparan incluso para una guerra intergaláctica! El colmo de la sobre extensión. Porque invierte en armas más que las siguientes nueve potencias sumadas. Aunque siguen perdiendo las guerras en horizontes remotos, como Afganistán, donde es difícil entender ¿qué estuvieron haciendo veinte años? Y están cada día más implicados en una nueva guerra, cara y peligrosísima, en los confines de Europa, al mismo tiempo que amagan otra, en el Mar del Sur de China. Sin un propósito visible.

EUA no parece tener un rumbo claro y consensuado. Falta de visión, su clase política luce atrapada entre la polarización de una ciudadanía desconcertada y la degradación de su corrupción. Carece de urgentes liderazgos creíbles. (Trasciende ayer el relato del congresista que recién ganó su elección falsificando su trayectoria). Son malos signos, de mal pronóstico.

Ahora, vengo oyendo la profecía fallida –supuestamente derivada de otra vieja teoría de la historia universal, la del materialismo histórico- de la inevitable decadencia de los Estados Unidos y su capitalismo desde que yo era joven estudiante en los albores de los años 70s; cuando, en efecto, hubo un viraje, para peor, de la política exterior de esa potencia, especial, aunque no únicamente en América Latina, en medio del descalabro en Viet Nam. Cuando los golpes aquí parecieron como el desquite de la derrota allá. Pero aun quince años después, al caer el Muro de Berlín y desintegrarse la Unión Soviética por su propia inercia burocrática, a fines de los 1980s, los Estados Unidos lucía más bien como la Reina de un globo con un solo polo; única superpotencia capaz de imponer su modelo sin contraste ni resistencia.

Se declamó entonces con fervor el credo neoliberal del Consenso de Washington. A ratos, Canadá y aun la Unión Europea en vez de aliados, lucían como extensiones políticas de los EUA; y hasta hace un cuarto de siglo América Latina parecía un protectorado díscolo, en el que la disidencia era una ingenuidad y gobernaban las elites clientelares de aquel mundo perfecto. Ya no es exactamente así. Peligrosamente, los Estados Unidos aparecen hoy en la escena mundial cada vez más solos, agrega Leticia S., inmensamente solos, aislados y encerrándose.

Ha habido claramente un cambio en los últimos lustros. ¿No one loves them any more? Así lo perciben en la capital del Imperio, en donde con una perspectiva casi paranoica, plantean la contradicción de nuevo en los términos maniqueos de la Guerra Fría.

Ojo, que no se trata de revoluciones. Pero pareciera haber -y no es casualidad- en el resto del mundo una rebelión generalizada contra la prepotencia imperial, movimientos cívicos de diverso signo ideológico que simplemente se oponen a la deriva insensible de su egoísmo naif. Mientras el Oso Ruso ruge agredido -impotente para vencer, pero demoledor- en Ucrania, China surge con un ímpetu inimaginable hace veinte años, por las rutas de la Seda, perfectamente capaz de oponérsele, aliándose también con India, Irán, Arabia Saudita.  Incluso en Europa, hay una fricción y un nuevo resentimiento entre los aliados del Atlántico Norte con respecto al ventajismo de EUA.

Los europeos sufren de mala gana una crisis energética por su guerra Proxy en Ucrania e incluso se deslizan al neofascismo. Mientras se perfila una segunda Ola Rosa en Latinoamérica, que no es exactamente la primavera que soñaban los ideólogos estadounidenses, ni tampoco la oleada revolucionaria que se quiere imaginar la izquierda; si no una demanda generalizada de justicia y mejora, eficiencia y decencia, y sensibilidad en la relación internacional. Mientras la rebelión islámica en el Asia Central ha entrampado al ejército americano, sin dejarle salida.

Entretanto, han proliferado las potencias intermedias de una novel multipolaridad: media docena de ellas en Asia (Australia, Corea del Sur y Japón, Turquía, India, Indonesia y Viet Nam), otras en América Latina (Brasil y México, Argentina, Chile, Colombia y Venezuela) y otras en África (Sudáfrica, Nigeria, Marruecos, Argelia, Egipto y Libia). Una veintena de países, cuyas economías alcanzan a generarles mejores ingresos per cápita que a otros de desarrollo medio, y que tienen una mayor capacidad de crecimiento que las economías centrales, a mediano plazo, si fueran capaces de corregir sus desequilibrios y resolver sus contradicciones internas.

Por supuesto, estamos hablando de plazos largos, de al menos de un par de generaciones. Nadie surge por milagro, ese es cuento de niños. (A EUA le tomó desde 1845 a 1915, emerger). Pero EUA no parece entender la deriva, ni cómo puede adaptarse a estos cambios planetarios. ¿Y el Capitolio (Congreso estadounidense) amenaza con imponer sanciones contra regímenes calificados de anti americanos? A saber, cualquiera que no se someta por completo.

Al final del día o de su primer siglo, los EUA y sus socios del Primer Mundo no están decayendo en un plazo inmediato previsible; aunque nada indica que el excepcionalismo americano escape al patrón histórico de las formaciones imperiales, a menos que, en el nuevo siglo, con una astucia de la que no ha mostrado indicios, reconstruya su tejido social, evada la guerra que los destruiría, establezca una comunidad más amplia, como la del Commonwealth, para compartir mejor su afluencia; y ya sería otra cosa. Por ahora, pese a la retórica, no está en sus planes incluir a América Latina, de la cual más bien tienen triste concepto, y un resquemor que a veces se disfraza de desprecio, y a la que, más bien amenazan, empeñados en defender la lógica de la hegemonía, absoluta, que encuentra cada día menos fundamento y más resistencia.

El último incidente que retrata de cuerpo entero su fallida política regional es el golpe, avalado sin condiciones por la Embajada de EUA en Perú, donde –justamente- esas potencias intermedias latinoamericanas han interpretado exitosamente, su papel de contención, con astucia. También en Honduras, el eslabón más débil, ha habido desde mediados desde los albores del nuevo milenio, un cambio profundo en la percepción de los EUA y un distanciamiento resentido con respecto a los EUA y la prepotencia de su política local, en defensa de sus supuestos intereses económicos y geoestratégicos. Una deriva de esa política que se complicó por la introducción del narcotráfico al país en el contexto de la Guerra de los Contras y termino por permearlo de tal modo que, entre otros sus declarados mejores amigos de los americanos, desde el inicio los 80s y hasta hoy son narcotraficantes y lavadores. Incluyendo el ex Presidente JOH, hoy preso en Nueva York, pero a quien una y otra vez Biden antes y después Trump se refirieron como campeón y mejor aliado de los EUA. ¡Una paradoja que nadie allá se preocupa por explicar![4]

Así, la prepotencia de esa política estadounidense termina por dibujar en Honduras una casi incomprensible caricatura del imperialismo. Significa que cuando sus empresarios, otra vez, se coluden en un golpe en 2009, el gobierno de Obama opta por la normalización, como confiesa Hillary, principled pragmatist; que Trump se da el lujo de reconocer como ganador de la presidencia al perdedor de una elección, porque no le gustaba el otro. Significa que sí, habiendo derrotado otro intento de fraude, de un año para acá, los progresistas y menos contaminados de los hondureños retomamos el control político, la Embajada de Biden conspira, protege a la Conspiración Pandora, desconoce al Poder Legislativo electo por ser afín a un Partido de izquierda, y ¿alienta la recomposición de la misma consigna criminal que persigue en Nueva York; porque al menos no son comunistas? Antes había que dividir a la oposición. Ahora hay que fraccionar a la coalición del gobierno, para mantenerlo a raya.

Significa que cuando rescatamos, con apoyo unánime de todos los partidos, las prerrogativas y funciones del estado, derogando la ilegal ley de la Zede, la Misión en Viera apoya el derecho del proyecto desnacionalizador. Pero solo defiende el derecho de sus inversionistas porque, si intentamos abrirnos al mundo, nos quieran cerrar el paso, prohibiéndonos relaciones con países que podrían invertir lo que ellos no, directamente; y cuando derogamos igual una legislación laboral piruja, impuesta por la dictadura y adversada por el obrerismo entero, pretendan defender a quienes insisten en acogerse al régimen derogado, alegando que es indispensable para atraer inversiones, incluso cuando la inversión foránea aquí ha crecido más que en los países vecinos, luego de esa derogación.

¿Que el estado no tiene derecho a declarar estratégico un bien como la energía eléctrica? Porque eso desalentaría la inversión proyectada en el rubro. Y si el gobierno persevera en un discurso independiente, se lo señala como peligroso, totalitario y anti americano ¡y se proponen sanciones en su contra! Porque Honduras ¿es un peligro para la hegemonía continental? ¿Qué se necesita para que entiendan el absurdo? Será posible introducir en esa locura un ápice de sensatez. O ¿se puede? ¿Hay vida después de la hegemonía? ¿Amor luego del divorcio? ¿Historia después del golpe? ¿Ha llegado la hora de liberarnos del dominio informal de un siglo? Sin retórica ni estridencia, calladamente, haciendo lo que hay que hacer…. No sé.

Igualmente, ignoro si China o los otros polos secundarios de desarrollo global nos miran como socios, o solo como mercados, fuentes de recursos potenciales y puntos de apalancamiento. Pero hoy que toma posesión Lula, pareciera que la principal esperanza para América Latina es ella misma, su propia integración (para la cual hay mecanismos que se pueden activar, habiendo liderazgo y claridad), empezando por Centroamérica y después –quizás- una alianza Sur Sur. La mayoría de los imperios no han caído de la noche a la mañana, de una sola vez, con un gran estruendo; sino por pedazos, entre murmuraciones y gemidos, en incidentes intrascendentes, a lo largo de varios katunes. Pero EUA luce hoy como un gigante poco avezado, indigesto por un atracón de golosinas y hamburguesas, que va a agonizar largamente por la congestión, de la cual -en todo caso- habría que evitar ser salpicado o envenenado por emanaciones tóxicas. Veremos, dijo el ciego, dice el dicho, y aunque no queramos, veremos.

México DF-El Carmen, 31 de diciembre de 2023


El Primer Siglo Americano Ese nombre del titulo proviene de un ensayo de Henry Luce, titulado así, que apareció en la Revista Life en  septiembre de1939 y que advocaba, la entrada de los EUA a la Segunda Guerra para asumir su destino nacional. Se trata de un término ahistorico y controversial para un periodo que para algunos comienza en 1898, y para Luce estaría comenzando en 1940, al superar el aislacionismo previo  y dar ese salto.

[1] Y por la misma razón. Porque no sabemos suficientemente de ello. Yuval Noah Harare, A Brief  History of  Humanity. Que son nuevas manifestaciones del antiguo anhelo de tener una historia universal y que ahora se ve siempre forzado a remontarse a un pasado muy antiguo, de hecho prehistórico (Harare está hablando de evolución en términos socio-biológicos), para proyectarse, en un salto al abismo del futuro, sin mayor rigor ni red de seguridad.

[2] Muchos usan como marcador la obra de Max Weber sobre La Ética Protestante del trabajo y el Capitalismo. Pero muchos otros estudiosos coincidieron en concentrar más sus investigaciones para profundizar con más certeza. Fue entonces que se le desprendieron a la Historia y desarrollaron aparte más bien las nuevas ciencias sociales de la economía, la sociología, la antropología, la demografía, la nueva geografía etc. Y en la historiografía surgió con ímpetu el modelo de la monografía.

[3] Quizá el tratamiento mejor conocido del tema es el de Alfred MacCoy, In the Shadows of the American Century, The Rise and Decline of U.S. Global Power, Dispatch Books, 2017, Para muchos historiadores el siglo Americano comienza con la Guerra contra España y la ocupación de Cuba por los ejércitos estadounidenses. En otro sitio alego que en Centroamérica se inicia en 1921con la primera intervención pan centroamericana de su proyecto. Según el ensayo del Embajador Luce, este siglo estaría comenzando justo entonces con la entrada en la Guerra,  aunque muchos han argumentado los antecedentes. Véase J.S. Nye, Is the American Century over? Uno de tantos que argumenta que apenas ha empezado. Véase también Interjeet Parmat, The Foundations of the American Century, Asimismo Mortimer Zuckerman, ASecond American Century en Foreign Affairs, 77 1998. El afamado y poplar Walter Lippman,asegura que todo marcha como debe.

[4] Para reflexionar sobre esta historia, es util poner en su contexto debido lo que fue la politica estadounidense a mediados de los 1980s, Dario Euraque me proporciona un documento que transcribe las audiencias del Subcomite de Relaciones Exteriores de El Congreso de EUA, en 1985, sobre la relacion con Honduras, que junto con un resulmen sobre las violaciones a los derechos humanos por los contras y otras comparecencias,  incluye un testimonio del historiador Richard Millet, que en ningun momento menciona siquiera el escándalo de Iran Contras que ya habia trascendido ese año. U.S. Relation with Honduras.


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