Partido Nacional nombró 31 Juntas Interventoras

El Partido Nacional, en degradación agónica

Alianza

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

 

            a mis amigos cachurecos Toño, Olman y Carlos, en Navidad

Hará falta por supuesto alguna astucia para llenar el vacío. Una luz después del apagón. Es difícil saber a qué condición dentro de las estructuras de las gloriosas pudo restaurar la decisión de la Corte de revertir la orden de ese extrañísimo (no he visto antes nada igual) jefe del Estado Mayor, de expulsar a los oficiales críticos del gobernante. Lo que está claro es que con el apoyo de Ponce y de la cúpula empresarial, a último momento rescatada, el régimen que navega con la risa de JOH logró desactivar un peligro real que por un momento asomó de cambiar un gobierno vinculado al crimen y la corrupción. A pesar de la escandalosa batahola de la condena de Tony y la mención de su hermano mayor en el juicio en Nueva York, el escándalo ha terminado en un gemido en vez de una explosión. Se culpó a los líderes opositores que -con todo- no pueden hacer más de lo que dispone su base, y se desistió del Paro que nadie iba a acompañar ante la represión anunciada y otra vez la traición del empresario.

Se invocó también, en esa coyuntura la disciplina del Partido Nacional y en efecto la bancada de Oliva se portó perfecta. Para afianzar ese transe se ha celebrado ayer y hoy la Convención del Partido Nacional. Y si atiendes a los aparatos de sonido con música de fondo, a los presentadores eufóricos del culto, a los jurados esclavos del Señor, todo ha sido entusiasmo y alegría. Y con la colaboración de medios corruptos, que venden su espacio y su marca para disfrazar la propaganda, se puede argumentar que como reza el titular de El País (vergüenza debería darte) Los Nacionalistas se unen para lograr una cuarta victoria consecutiva. Los políticos son inigualables histriones de sus óperas, chillan, gesticulan, se estiran y se encogen encorvados en gestos pornográficos poco disimulados, proclamándose siempre unidos, en perfecto estado. Es cierto que alguna vez antes se logró reunificar, pero los milagros no se repiten. No querían creer los liberales que habían enterrado al disputado y tampoco lo querrán creer hoy los cachurecos.

No faltará quien critique que aun confesando ignorancia hable de un Partido al que más bien he adversado por medio siglo, y tendría un grado de razón. Ofrezco dos excusas. Como casi todo hondureño, si bien vengo de tradición patriarcal liberal antes que yo evolucionara hacia Libre, igual tengo muchos parientes que desde tiempo inmemorial se identificaron como cachurecos. ¡No caigan sus culpas sobre mi cabeza!)

Si bien desconozco sus interioridades, y me ha tocado como ciudadano contradecir a los epónimos del PN, entiendo que la historia política de la Honduras del último siglo hasta nuestros días resulta incomprensible sin esa mitad de la esfera que fue el PN, tosco bando de dictadores como Manuel Bonilla Ch. y T. Carias y ágil instrumento de reconciliadores como Paz Barahona y J. M. Gálvez. Que el PN fue en ese sentido, históricamente una institución necesaria. Sin que jamás me lo imaginara, además ese Partido sobreviviría como parte indispensable de la ecuación política una década después que el Partido Liberal, que pasó a ser nota al pie de la infamia y la corrupción. Consigno, que quede inscrito, que más bien me inquieta la desaparición de otro componente clave de la estabilidad centenaria en que, aunque seamos pocos, conservamos algunos derechos.

Pero el show de la historia debe continuar. A todo chancho le llega su Navidad, y a toda institución el momento histórico de su colapso. Y eso que provocaron Micheletti y Flores para el PL en 2009, diez años después lo han precipitado hoy JOH con sus íntimos para el Partido Nacional, con su imposición, en una Convención inasistida, no ya para un proyecto (olvidado), sino sólo para asegurar la impunidad, en lo que seria un cuarto periodo en el gobierno. Con exclusión de su propio vicepresidente, de sus voces de más prestigio, viejos y tres queridos expresidentes. Porque esos pretendientes y expresidentes han estado siempre antes ahí sobre ese tablado y ahora solo rodean a JOH, los apaniguados y los ungidos, a saber, Nasry el turco Asfura, dueño de Sulambiente, que ahora va por las reservas nacionales de bosques y agua, y a su pesar, el Dr. Oliva que -al final- no desaprovechó el escenario, aunque tuviera que compartir la unción. Se acabó. Por supuesto que ahí no queda nada más que la furia y el ruido de la idiotez clientelar. La base burocrática de una estructura que se consumió en el poder, y cuando vislumbró el final, perdió todo sentido de vergüenza y los estribos. Se lanzó a la rebatiña sobre la última piñata. La dualidad sobre la que queda fincado el control continuado del ausente. Puedes suplantar la realidad en una plana de periódico vendido, pero los líderes del PN saben que la tercera era la vencida, que hay un repudio masivo en su contra, que sus viejos partidarios están profundamente divididos entre los seguidores duros de JOH que ensalzan su vida mejor y todos los demás que lo rechazan. Y que ese odio generalizado y espontáneo podría degradarse en algo peor ante otro fraude electoral como otro vendaval impredecible.

La mafia sigue ahí y sigue siendo peligrosa. La gente sigue agarrando el bono, es cierto, que es lo que se percola desde el vaso colmado del esquilmo vulgar. Porque ni modo. Pero es más fácil hacer llegar a los oficinistas al apoteósico auto lanzamiento, por interpósita dualidad, que allegar a los ciudadanos a las urnas definitorias. Si -juntos todos- tenían un 30% del voto antier. Aun en una primera y única vuelta, no sacará el PN oficialista mañana más que un 20% del voto genuino en una elección posible, lo cual, por supuesto es una amenaza para el proceso mismo, pero difícilmente impedirá que se celebre, cuando ya fue reformada la ley electoral y se comprometió el gringo con OEA.

Con el agravante de que, a diferencia del PL, este partido no tendrá tampoco un sucesor. Un émulo que reivindique alguna tradición suya, aun a contrapelo, algún color, aunque sea combinado de otro modo. ¿Con el rojo de Paulina? No dejará nada más que la mancha apestosa de su corrupción final, que no fue gratuita sino funcional y necesaria para mantenerlo aparentemente unido y poderoso hasta aquí, en el cuento. Que se acabó. En medio de una retórica anticomunista desfasada que comparte JOH con Ponce y el COHEP. Se apagó la estrella, y han quedado en las tinieblas de una catacumba sus seguidores. Es difícil saber qué pueda pasar después. Pero aquí ya no hay nada. Más que buscar la salida. ¡A salir!

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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Un comentario

  1. Excelente Dr Fasquelle. La verdad va doler para muchos atrapados en ese culto azul de tinte JOH. Call a «spade» a «spade».