Presidente Trump

El covid de Trump

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Its going to be just fine o el covid de Trump

 

Casi nunca me atrevo a vaticinar un pronóstico. En Honduras es difícil ver cómo las elecciones solas podrían cambiar el rumbo del país. Aquí no antes, allá sin embargo las cosas podrían cambiar de verdad. Ciertamente la infección ya ha distraído completamente la atención política con respecto a las finanzas del Presidente Trump, que estaban bajo escrutinio público y su evasión de los impuestos, pero eso no le ha auxiliado.

El debate no le ayudó. A todo el mundo le gusta un payaso, pero son menos simpáticos los pencos. El bully inspira más ansia y anhelo de neutralización que respeto, el peleón.) No lo afectó con su base de rednecks y basura, dicen, pero si con los independientes que aún tenían duda. Tampoco brilló Biden que se mostró gris, como siempre, torpe, viejo y vacilante, pero al menos era la víctima, y sus puntos aumentaron.

 Para compensar, según una mas teoría conspiratoria, aunque no le pasa nada, Trump decidió hacerse la «vistima», con s ese, dice aquí la gente del pueblo, hacerse el enfermo para detener su desplome en las encuestas, que va perdiendo en catorce puntos, o revertir ese deterioro, a menos de treinta días del día E. No lo creo. Aunque no estaba tan mal antier cuando pudo caminar sin ayuda al helicóptero que por abundancia de precaución lo voló al prestigioso Walter Reed Hospital. De ahí podría emerger mañana the winner, ¿blandiendo una espada de luz? Ya nadie sabe que creer, con tantas contradicciones. Y especialmente la contradicción central entre el panorama sombrío que pintan su staff en la Casa Blanca y por otro, el alegre y rosáceo decir del médico.

Al igual que otros y Sleepy Joe, yo le deseo a Sleazy Donald (y más a la primera dama Melania) una pronta recuperación de su convalecencia por covid-19. (La Embajada debería tener un libro para que fuéramos a firmar con nuestros sentimientos, junto con Ángel Jiménez y otros correligionarios).

El médico de la Casa Blanca reitera ayer lo que antes dijo el paciente, que va muy bien y mejorando. Según anunciaba Trump en un mensaje grabado de tuit, concluyendo que todo va a estar bien, como asegura el alcalde Calidonio. Ojalá.  A su disposición, Trump y la primera dama ciertamente tendrán la mejor medicina que pudiera comprar el dinero, gratis, además, y todas las dosis que fueran necesarias de la hidroxicloroquina, que acopio su gobierno para el tratamiento de esa enfermedad. La cual ya mató a casi 210 mil de los menos afortunados entre 7,5 millones de estadounidenses que se han infectado hoy en día, cifras que, por comparación, en el mundo desarrollado, dejan mucho que desear.

Las noticias filtradas y cada vez mejor guardadas aseguran que se les han administrado además del Redemsivir (a cinco mil dólares la dosis) anticuerpos monoclonales -todavía no aprobados y experimentales- que según el fabricante han mostrado ser prometedores, mejores en personas sin síntomas, que no es desafortunadamente, el caso de Donald, quien además de signos vitales preocupantes, tuvo fiebre y jaqueca, ha carraspera, se cansa, tiene tos y este constipado. Las noticias de hoy dicen que le dieron otra dosis de esa terapia de punta y que le están suministrando oxígeno. Si es cierto la mitad de esto, debe estar -habló con decencia- asustadísimo.

Aunque también ha estimulado una gran creatividad y humor del segmento de la población que lo malquiere, para burlarse del hombre que se burlaba del virus y de la prevención. La enfermedad del presidente ha despertado ya una gran conmoción de simpatía entre sus seguidores más devotos.

Conmovidos, también Boris Johnson y su mujer han enviado sus mejores deseos, como Jair Bolsonaro y muchos otros aliados y los partidarios del político, que es un hombre en riesgo porque tenemos, él ya más de 74 años mal cuidados, y cargamos sobrepeso. Incluso se manifiestan intranquilos los más alienados de sus fanáticos seguidores, los Proud Boys. A quienes se les ha fotografiado con su saludo de brazos erguidos y puños simbólicos pidiendo -por papi Trump- a sus númenes primitivos.

Es alentador que no ha habido necesidad de una transferencia de mando al vice Pence, que esta a la expectativa naturalmente, porque tendría que asumir si torna necesario sedar a Trump, lo que ocurriría con cualquier agravamiento. El pronóstico es bueno todavía, de tal suerte que se espera un desenlace feliz en menos de siete días y los próximos dos son cruciales.

Inevitablemente, aun si de modo no del todo predecible, la hospitalización de Trump afectará las elecciones inminentes. Surgen nuevas dudas. No podrá asistir el bucloso a un par de importantes rallies programados en Florida, donde ya lo esperaba alegre la gusanera majadera y en Wisconsin, eventos importantes, porque la campaña se centra desde ya en los estados cruciales en que hay un casi empate, y cuyos votos colegiados determinarán el resultado final… más que el voto popular. No puede seguir un ritmo de trabajo arduo. Aunque sigue despachando desde su suite presidencial. Y se sabe que la campaña no es lo esencial ya. En el secreto del corazón del electorado, la suerte seguramente esta echada desde hace un rato y será difícil de alterar.

Digo que no se puede predecir con seguridad cómo afectará, porque aquí si salió toda la caterva de la mancha brava a decir que pobrecito JOH que tenia virus, y rezaron por los fieles y los hipócritas. Pero en general, los gringos son más pragmáticos. No les hacen cosquillas las teorías del Diluvio después de Trump. Saben que tienen un país. Y a pesar de las pasiones de la bestia nacionalista, del conservadurismo delirante y de los intereses del privilegio en Wall Street, lo que va a prevalecer en la mayoría es la valoración del primer round. El Índice vacila. Hope quizá la pasó bien, pero para la generalidad no ha sido un buen tiempo y pocos quieren cuatro años más del susto la inestabilidad y la montaña rusa de D. Trump.

Por lo pronto, lo más importante será que, antes de reasumir sus funciones en plenitud, no digamos que retome su campaña de reelección, se corrobore que no hay daños neurológicos severos, como los que sufre JOH. Y en especial que no esté D. Trump deprimido, paranoico esquizoide o más desorientado que antes, como suelen quedar las víctimas de este mal bicho.

Pero será importantísimo, luego de una plena recuperación, el avivamiento de un sentimiento de cautela y empatía, que no ha estado siempre ahí, ante las víctimas de la epidemia, vistas como perdedores, una recapacitación sobre la amenaza universal de la epidemia, y sobre la necesidad de política eficaz y solidaria. Ya será ganancia que la extensa familia presidencial dé el buen ejemplo de distanciamiento y mascarilla. Y que le den vitamina a Donaldo para que resista después del virus, el shock del rechazo desengañado en las urnas incluso antes que se cuenten despacio las que llegarán por correo, de los más cautelosos. Y el del requerimiento fiscal en el Distrito Sur de Nueva York. Yo les prometo que va a entregar el poder.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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