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El concepto de Relacionismo en Karl Mannheim

Por: Irma Becerra

Karl Mannheim profetizó el advenimiento de una época en que se perdería la verdad ya que todo pensamiento y toda idea serían relativos, criticados y se volverían por ello igualmente verdaderos, válidos y legítimos. De ahí ante la creencia de que la verdad es solo relativa y de que cada uno tiene su propia verdad, debemos hacer uso del concepto y método del relacionismo para examinar con mayor atención y detalle la ubicación, localización y delimitación de cada pensamiento e idea en el ser, y no solamente en el lugar de los intereses propios o particulares. Así podremos desvelar las intenciones últimas ocultas y actualizar dichos pensamientos e ideas al actualizar la Teoría del Conocimiento que encierran y que representan o, dicho en otras palabras, según respondan a la problemática de la verdad: como relativismo o como relacionismo.

La verdad es para Mannheim por eso solo posible si es concebida dialécticamente como verdad relacional o relacionada con y desde el desentrañamiento del conocimiento histórico y sociológico en tanto ubicación en y con el ser en su conjunto o totalidad en sentido filosófico, es decir, como filosofía relacional dialógica. Ello, porque la verdad se encuentra en la relación con los demás, en interacción con las demás personas, como un logro y aporte colectivo, y no solamente como una intuición personal de algún genio o sujeto histórico especial. La verdad es ambas cosas, interacción con uno mismo y con los demás, y surge de la reflexión individual y colectiva que no se somete incuestionablemente al ser mismo o a la sociedad, sino que la pone en duda, critica y reflexiona actualizándola o que llega a un nivel superior de abstracción, tesis y síntesis. La verdad es por eso, tanto relativa como absoluta, es una unidad dialéctica del ser que se historiza y se desarrolla evolutivamente, pero que también trasciende la historia llegando a conclusiones que no se pueden ya poner en duda respecto a la trascendencia de toda la Humanidad hacia mejor. Por eso, también hay verdades absolutas ya innegables tales como que “la paz mundial es perpetua y mejor que la violencia”.

Relacional significa aquí que el conocimiento histórico solo se puede formular de forma integrada, unida o ubicada a una postura acerca del lugar en que este surge del ser. Esto significa saber anteponer la relacionalidad como el subsumir de todo lo espiritual en un determinado tipo de especificación, interpretación, exégesis o exhibición y esta de nuevo en una estructura social condicionada por el ser u ontológicamente.

El relacionismo surge, para Mannheim, cuando el punto de vista histórico sociológico moderno de la relación de la posición fáctica de cada pensamiento histórico se une con una teoría del conocimiento de antiguo tipo que aún no conoce el fenómeno de la relación del pensamiento con el ser, o sea que surge, de la discrepancia entre el nuevo punto de vista en la estructura fáctica del pensamiento y una teoría del conocimiento aún no influenciada por ésta.

Relacional no es idéntico a relativo o a relativizar cada posición o relativo a meros intereses y posturas, sobre todo políticas. Sino que significa relativo a la posición del pensamiento del sujeto o el grupo en relación con la historia y el paso del tiempo en un período de tiempo determinado: tanto respecto al pasado como al presente y al futuro. Significa ver la unión del pensamiento con el ser en relación con un determinado período de tiempo que es asumido por una teoría del conocimiento que comprende esta relación del pensamiento sobre todo con el ser histórico o con el transcurrir de la propia historia. Se trata de desentrañar la relación que tienen las ideas con uno mismo y con los demás respecto al lugar o la ubicación en el ser social e histórico.

He aquí, pues, una diferenciación e historización del ser y de la misma Ontología, porque se observa la relación del lugar que ocupan en el ser las teorías del conocimiento como fundamentaciones de todos los pensamientos e ideas y que responden a preguntas concretas tales como: ¿a quién defienden esos pensamientos o esas ideas?, ¿a quién no defienden?, ¿qué afirman?, ¿qué niegan?, ¿qué defienden?, ¿por qué hacen esa defensa o por qué no la hacen?, ¿son ideas humanistas y democráticas, o autoritarias y limitantes de las personas, las sociedades, las naciones o la Humanidad?, etc.

No se trata ya de ver a las ideas y los pensamientos como conceptos y estructuras fijas y rígidas, sino de ver si son verdaderamente dinámicas y trascendentales de lo dado y de la misma realidad fáctica del ser. Por eso, para Mannheim, no se debe olvidar la decisión respecto al conocimiento de lo ontológico y para decidir el problema de la verdad en la Teoría del Conocimiento y la Ontología están precisamente las dos tendencias del relativismo o el relacionismo, que nosotros llamamos también relacionismo comprensivo porque comprende la biografía de las demás personas y no las juzga prejuiciadamente hasta explicar todas las causas de sus comportamientos.

La diferencia entre ambos conceptos de relacionismo y relativismo, es que de la discrepancia anterior no resulta un relativismo en el sentido de una arbitrariedad de cada afirmación, sino un relacionismo que implica más, y que señala que cada opinión solo puede ser formulada esencialmente de modo relacional, es decir, en contacto y comunicación con los pensamientos y las ideas de las demás personas, vistos y entendidos como entes en desarrollo y formación continua. Esto no se logra y se queda en puro relativismo cuando esta opinión se une a un ideal estático antiguo de verdades eternas, desubjetivadas y carentes de perspectiva, y se mide todo bajo este ideal disparatado de verdad absoluta. O sea, cuando no se reconoce que no se trata de la Teoría del Conocimiento por excelencia, sino de un determinado tipo de teoría del conocimiento que, por ello, debe ser actualizada. Contra esto, la Sociología del Saber antepone la relacionalidad como el método de historizar las categorías sociológicas, filosóficas y políticas al lugar que ocupan en el mundo y el ser vistos y entendidos en la totalidad de sus expresiones y manifestaciones, no solamente interesadas, sino ante todo desprovistas de valoraciones subjetivas y meros intereses egoístas particulares. El pensamiento y la inteligencia deben por eso, para Mannheim, ser “libres de valor”, es decir deben ser “entes flotantes” que se encuentran por encima y más allá de la simple realidad fáctica, y trascienden por eso la realidad al convertirse en procesos y fenómenos creativos, constructivos y propositivos que no describen simplemente a esta última, sino que la superan.

El marxismo, en la crítica de Mannheim, solo vio en su teoría del conocimiento la fundamentación de la posición económica como reflejo de la lucha de clases, y redujo así a la primera a una lucha acérrima por los intereses económicos en el que todo aquél que quisiera ir más allá de este planteamiento quedaba, de hecho, excluido del grupo. Pero no basta con relativizar o relativar esta teoría marxista del conocimiento, sino que es preciso verla desde el relacionismo, es decir, como una actualización crítico-creadora desde la perspectiva de todo el ser, especialmente histórico social, que la complete para poder reconocer otro tipo de intereses trascendentales o universalizables, como diría Kant, que logran trascender la mera realidad interesada de individuos, familias, grupos o partidos políticos.

La realidad es una pluralidad de intereses y no todos son por la búsqueda del poder, sobre todo para abusar de este último, sino que existe un aspecto ontológico de la realidad que es relacional, porque en ella se unen todos los seres humanos en una integración reconstructiva de la Humanidad siempre hacia adelante y hacia mejor. Esto porque se comprende que el progreso no es lineal y no avanza linealmente, sino poco a poco, como una espiral que va creando nuevos estadios de espiritualidad fructífera y positiva del propio ser humano entendido como libertad en los límites y los aportes que trae la fraternidad con el mundo y la naturaleza en que vivimos. Aboguemos, pues, por unas Humanidades relacionales y comprensivas de la libertad humana siempre en respeto hacia la fraternidad: ¡porque el límite de lo humano sólo puede ser el respeto a la convivencia fraterna con los demás desde el compromiso que se tiene por esa vivencia liberada relacionalmente!

  • Irma Becerra
    Escritora y filósofa hondureña. Doctorada en filosofía por la Universidad de Münster, Alemania. Es directora de la Editorial Batkún, fundada por su padre, el escritor e historiador hondureño Longino Becerra. Su mas reciente libro “En defensa sublime de la mujer” Ver todas las entradas
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