Por: Redacción CRITERIO
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Tegucigalpa. La consigna es la misma, nada ha cambiado a ocho semanas de movilizaciones de los Indignados: exigen la renuncia del presidente Juan Hernández y que venga la Comisión Internacional Contra la Impunidad para Honduras (CICIH).
Hubo dos movilizaciones; pero la ruta fue la misma que concluyó en la llamada “zona cero” a pocos metros de la fortificada Casa Presidencial, donde casi una treintena de personas están en huelga de hambre, para presionar al titular del régimen que autorice la CICIH sin demoras.
“Fuera JOH”, “Juan Orlando no es un presidente, ¡es un delincuente!”, “el que no salte es cachureco”, “Juan Orlando no tiene bolas, tiene dos chapitas de Coca-Cola”, fueron varios de los centenares de consignas contra el gobernante, quien al cierre de esta nota, ha rehusado reunirse con el movimiento Indignado”.
Como siempre, la muchedumbre desbordó toda capacidad, desde superar el poder de convocatoria de los que dijeron ser líderes del movimiento, hasta ser portada de los medios internacionales que han reproducido las peticiones de millones de hondureños que aseguran “estar cansados de la corrupción e impunidad”.
Las mismas consignas se escucharon en la marcha proveniente de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH); advirtieron horas antes que esta caminata debió arrancar desde el campus, otros decían que tenía que iniciar en el bulevar Morazán. Al final, ambas se juntaron y la muchedumbre era incontable.
De hecho, en el tramo del referido bulevar hasta el campamento, a la altura de Canal 36, iba la cabeza, a unos dos kilómetros al fondo, en una de las intersecciones que da a Radio Globo, se pudo observar que venía gran parte de la marcha.
“Sin duda, esto es multitudinario”, decían los hondureños que han apartado en la agenda al que denominan “compromiso” por Honduras.
Se quedaron unos cuantos minutos al frente de la embajada de EEUU en Honduras; nadie salió a recibir a la nutrida movilización, sólo un centenar de agentes de la Policía Nacional vestidos como antidisturbios, para verificar que “no pasara nada”.
Y es que el representante de la Casa Blanca emitió un comunicado horas atrás en el que desautorizaba a los autodenominados líderes del grupo, Ariel Varela y Miguel Briceño, hablar que EEUU sí apoyaba las protestas. Apenas dijo que eso era “autodeterminación de los pueblos”.
“He dejado claro a los que se han presentado a sí mismos como los líderes de este movimiento que solo yo hablo en nombre de la Embajada de Estados Unidos en Honduras, y no están autorizados a hablar en mi nombre”, dijo el diplomático.
Varela bajó el tono, no así la muchedumbre que sigue pidiendo la dimisión de Hernández, por su presunta vinculación al megafraude contra el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) que supera los siete mil millones de lempiras (más de 350 millones de dólares).
Incluso, cabe mencionar que el mandatario admitió que su partido sí recibió varios cheques y que ordenó que los devolvería; tampoco lo ha hecho como se comprometió en una comparecencia pública.
Mientras tanto, las bocinas, pitos, matracas, bandas de guerra, canciones contestatarias y la indignación de los hondureños se hace más evidente y aumenta en la medida que el titular del Ejecutivo se resiste a entablar diálogo con la oposición y la corriente que se encuentra en las calles; consideran que el llamado a grupos pro oficialistas, es sinónimo de “monólogo”.
No importa si es de noche, o si la gente va a las zonas de riesgo, controladas por maras que han impuesto su “ley marcial”, o si se quedaron sin dinero para el transporte. Todos siguen la ruta sin pensar qué ocurrirá después de la marcha. Por suerte, la solidaridad está presente.
Un ejemplo, o dos: uno pide fuego para su antorcha y le dan; otro tiene sed y recibe una bolsa de agua o un sorbo de refresco. O si tiene hambre, hay una tortilla. En verdad, el humanismo se hace presente en cada paso que dan los Indignados.
En fin, las calles de Tegucigalpa y Honduras son testigos mudos de este movimiento histórico que nació con la denuncia del colosal fraude; las 2,888 muertes en el IHSS, vinieron a ser la “cereza en el pastel” para encender la furia en la población.
Las primeras semanas fueron nutridas las marchas, y lo siguen siendo. En cambio, la denominada “bulla cachureca” salió una, dos y tres veces a defender el orlandismo…se han callado. Ningún líder del nacionalismo se atreve a convocar a marchas, caravanas o lo que esté a la mano para hacer creer al colectivo que Juan Hernández sí está combatiendo la corrupción.
Ni los más cercanos colaboradores del jefe de Estado, como Ebal Díaz, Fernando Anduray, David Chávez y los cuestionados congresistas Tomás Zambrano y Mario Pérez, han propuesto marchas. Tampoco han explicado si devolverán los cheques que recibió el partido en el gobierno.
Al llegar al punto de encuentro, ningún funcionario salió a recibir a la muchedumbre, para llevar el mensaje de plática que quiere entablar el mandatario. Sólo un centenar de policías y militares y un camión antidisturbios estaba esperándolos.
La presencia de los cuerpos de seguridad, van más allá de dar seguridad, es un mensaje que envía el gobierno: si dan un paso más, atacamos. No ocurrió, como solía pasar hace seis años, cuando “la Resistencia” caminó por 210 días en defensa del orden constitucional; eran reprimidos a diario, al punto de dejar a más de 200 compatriotas muertos y un centenar de personas en el exilio, sin opción a volver.
El ambiente en la “zona cero” fue festivo, como siempre. Canciones, consignas, anuncios, entre otros. Todos saben que en siete días volverán, las frases y la exigencia serán las mismas. En el interior de Honduras, seguirán las marchas durante este fin de semana. Las peticiones son invariables y, afirman, no descansarán hasta que sus exigencias se cumplan.
Por su parte, los huelguistas encuentran en el movimiento, el “combustible” para seguir con la medida de presión para que el régimen ceda, dialogue, instale la comisión patrocinada por la ONU y, desde luego, deponga el cargo.
Ante el giro de la bancada liberal, en respaldo al fiscal general y adjunto, acusados de encubrir corrupción en el colosal fraude al IHSS, los Indignados seguirán pidiendo la destitución de ambos vía juicio político, “porque ellos deben obedecernos y no a los grupos de poder”.
Al cierre de esta crónica, queda claro que las marchas no pararán, los reclamos estarán vigentes, y la ruta, ya la gente la sabe y, sostienen, la dejarán de usar hasta que el gobierno dimita.
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