Dónde está el dinero

¿Dónde está el dinero?

Alianza

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

He visto ese lema en el pavimento de Tegucigalpa, donde Papi a la orden intenta borrarlo. Ayer apareció una imagen del rótulo en El Merendón con ese lema y otro, como banner en un cruce de caminos de San Pedro. Todos deberíamos izar la pregunta. De todos los partidos, de todas las generaciones, de todas las convicciones religiosas. Voy a mandar a pintar ese lema en la puerta trasera de mi carro. Me he mandado a hacer una camiseta rojo y negro con ese lema ¿Dónde está el dinero? al frente y atrás. Todos sabemos que es mucho, aunque nadie parece saber exactamente cuánto. ¿Cuánto dinero se juntó ahí, en la Tesorería, bajo el tema de la emergencia, de la crisis por pandemia? FOSDEH hace una demostración no refutada de L. 80,640,200,000.

No nos van a distraer. Entendamos (¿por qué cuesta entender algo tan esencial?) que ese dinero es nuestro. Casi todo. (Un poquito es de pueblos amigos, el gringo y europeo, coreano, taiwanés o japonés, que también querrán saber dónde está su dinero.) Pero casi todo es dinero que pagamos en impuestos, o que los hondureños vamos a pagar a corto, mediano o largo plazo, con sudor y lagrima

Debería manejarse con total transparencia. Estar a la vista de Honduras y del mundo dónde está ese dinero, quién ha hecho qué cosa con él, para qué se va a usar lo que está aún en arcas públicas, y quién va a administrar y a supervisar el remanente. Centavo a centavo. El pisto reza un dicho popular sampedrano, se hizo para contarlo.

Me fastidia tener que preguntar. Que no pregunte FONAC. Que otro tenga que preguntar. Que preguntemos todos y se nos responda -cómo hizo en algún momento la ministra Rocío Tábora- que ella no tiene por qué explicar, o rendir cuenta. ¿Entonces quién? O ¿es que nadie está obligado? Porque Tábora puede reservarse sus datos personales íntimos, pero de ninguna manera esconder a la nación su administración de los bienes de todos. ¿No era eso por lo que luchamos desde PNUD?

Debería ser, en cualquier lugar decente, en cualquier país bien administrado, la cosa pública (res pública) perfectamente transparente y pública. Todo ingreso y toda erogación oficial, todo aporte del exterior. Así fue originalmente, en la primera democracia.  Así es hoy día no en uno, sino en muchas democracias a lo largo y ancho del mundo. Así es en Islandia y en Nueva Zelandia, en Australia y en Noruega, en Suecia y en Suiza, en los Países Bajos y Dinamarca, y en menor grado casi en todos los países europeos centrales, muy complejos. Y así es aquí en América, en Canadá y ha llegado a ser en Costa Rica y en Uruguay. No son una mayoría. Pero Honduras es chiquitita. Sería fácil con las nuevas tecnologías de información poner nuestra administración pública –toda- en línea, a la vista de todos. Y eso ayudaría mucho no solo para controlar corrupción, para asegurar derechos y buen gobierno, para involucrar a los ciudadanos, para agilizar la actividad privada. Hemos comenzado antes esa tarea. Avanzamos. Entonces ¿por qué –incluso- se retrocedió?

Por miedo a la novedad, o porque aquí el propósito de la administración parece ser robar en vez de servir, desviar en vez de focalizar. Eso lo tenemos que cambiar. Ese tiene que ser el legado de nuestra generación. Por primera vez, con las capacidades tecnológicas, podemos, y porque podemos, debemos conseguir una administración estatal en efecto pública democrática y transparente. Y una que por lo mismo supere la improvisación, el método del ensayo y error, la chabacanada.

Hay otros males, muchos, la incapacidad, la ignorancia, el simple desorden, la tradición del derroche patrimonial, la colusión entre cómplices. Muchos vinculados. Pero el principal problema es la corrupción cínica. El robo entendido como astucia. Superemos la perversidad. Hagamos la cuenta y nos vamos amaneciendo ¿Cuánto dinero fue? ¿A quién se lo dieron? ¿Quién autorizó las compras, desembolsos? ¿Quién era responsable de las adquisiciones? ¿Dónde está el pisto y dónde los recibos y facturas?  Los subversivos son Ustedes. Los terroristas.

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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