Cuando el ábside del cielo se entenebre

Cuando el ábside del cielo se entenebre

Ceteris Paribus

Por: Julio Raudales

La historia económica de Honduras no se cuenta en función de los cambios de gobierno. Su hilo conductor son los llamados choques externos, positivos y negativos, que delimitan las opciones. La pericia –o la falta de ella– de los funcionarios para entender el entorno y adoptar las mejores políticas es lo que la hace interesante. No es una historia de personalidades, es una historia de circunstancias y de la capacidad de los protagonistas para administrarlas.

Pasan más de siete meses de la nueva administración. Es difícil recordar, al menos en el último siglo, un inicio tan complejo para algún gobierno: una pandemia mal manejada, las secuelas de dos tormentas que solo revelaron la amenaza ambiental y lo mal preparados que estamos para enfrentarla, una guerra que, aún hoy, mantiene al planeta en vilo y, por si fuera poco, la imagen del país más deteriorada que nunca, debido a las gracejadas de un presidente que violó todas las leyes que pudo. Las internas y las internacionales.

Y ahora que estamos ad portas del último trimestre del año, la economía exhibe al menos tres grandes desajustes: una inflación de 10.9%, la mayor del siglo, un déficit fiscal de al menos 5% del PIB, considerando que no se ejecutará el 100% del presupuesto y un desbalance externo (exceso de importaciones sobre exportaciones) de un 17% del PIB. Vale decir que este desequilibrio con el resto del mundo se ve atenuado por el ingreso de más de 8 mil millones de dólares enviados por compatriotas que con su trabajo, sostienen nuestra economía desde el extranjero.

La historia enseña también que la mezcla de grandes desbalances iniciales acompañados de nuevas fuerzas disruptivas exige prepararse para lo peor: Estamos frente a un eventual huracán económico. El tablero de control así lo indica: la inflación parece no detenerse y la tasa de interés todavía está lejos del nivel requerido para poner en cintura el aumento de precios. Como si esto fuera poco, pese al mayor ingreso fiscal por la mayor recaudación de impuestos, las finanzas públicas se pueden deteriorar muy rápidamente debido a los subsidios a los combustibles y energía, el peso del servicio de la deuda, pero sobre todo al lento proceso de mejora en la situación financiera de la ENEE.   

Si bien el Banco Central hace de apaga fuegos esterilizando los excesos de liquidez que entra al mercado vía sector financiero, las autoridades no deben ni pueden obviar que sacar dinero de ahí para entregarlo en forma desmedida al sector público solo empeora las cosas. Es evidente que el desmedido gasto público al que se ha debido acudir para tapar los enormes agujeros dejados por la administración Hernández, no solo refuerza la presión en los precios al consumidor, sino que debilita la posición financiera del Banco Central. Se debe ser vigilante para evitar una catástrofe en el mediano plazo.

No es coyuntura feliz para el optimismo, no se trata solo de querer hacer bien las cosas, hay que tener la pericia necesaria, la experiencia y, sobre todo, la humildad que permite abrir los sentidos y ser sensible a la sabiduría. Los antiguos agricultores, que carecían del instrumental necesario para avaluar sus posibilidades de éxito en la cosecha, sabían leer el cielo y augurar lo que vendría cuando su bóveda se entenebre. No está demás hacer lo mismo, pero agregando conocimiento y voluntad.

Honduras necesita un ajuste fiscal de un punto del PIB por año durante todo el cuatrienio. Esto va a requerir mayoría en el Congreso Nacional y aceptación en la calle. Cómo la bancada oficialista carece de diputados suficientes y la gente está impaciente, va a ser necesario deponer diferencias y construir un nuevo pacto, audaz en lo social y responsable en lo económico. Ojalá que la Presidenta pueda ejercer su liderazgo con el aplomo y la sensibilidad que le han caracterizado.

Esto se ha dicho muchas veces. La diferencia es que en esta ocasión hay que actuar rápido. Si algo nos enseña esa historia llena de episodios y alejada de las personalidades, es que quienes se demoran en entender el entorno externo salen mal librados.

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