Cardenal Rodríguez

Carta al Cardenal Hondureño

Por: Juan Carlos Zelaya

Buenas tardes Príncipe: Mientras escribo esta tarde desde la comodidad de mi estancia y la suya,  el ejército hondureño acaba de asesinar a un anciano en la zona norte del país y no lo he visto clamar por justicia como un día lo hiciera ante la injusticia Juan «El Bautista» quien entregaría -en bandeja de plata- su cabeza como símbolo de dignidad y compromiso ético.

Pocas veces he visto tanto entreguismo y cinismo de un ministro de fe ante la dictadura que se está instaurando en estas higueras. Duele verlo justificar ahora las muertes y la represión y que ante la historia salga con el dictador como burlándose de los que luchamos en las calles por volver a la civilidad y en contra del absurdo militarizado.

A veces me pregunto que hubiera hecho San Romero de América ante tanta injusticia y abusos de las autoridades civiles y militares; seguro lo habrían inmolado de nuevo, mientras Usted se ubica en el conformismo y la comodidad. Y saber que hay millones de feligreses que no están de acuerdo con Usted y la manipulación de la palabra de Dios. No le da miedo -Cardenal- que ante su silencio cómplice hablen las piedras como para no olvidar los abusos.

Es fácil hacerse un lado y brindar ante el compatriota, que ni en sus mejores sueños tendrá acceso a una chocita,  o el niño que no tiene maestro que lo saque del infierno de la ignorancia o ante el anciano o la mujer parturienta que va a un hospital y tiene que comprar desde el algodón y la gaza porque no hay medicinas en los hospitales o ante el joven que duerme hasta una semana buscando trabajo en la esclavitud de las maquilas; en la cantidad abismal de compatriotas que escapan del hambre y se van a recibir improperios y humillaciones de Donald Trump,  allá donde hace frío o la madre que no tiene que darle de comer a sus hijos o el que se ve obligado a vender su fuerza de trabajo con la estafa del trabajo por hora; yo lo entiendo bien porque desde su palacio eso no pasa ni se siente y entiendo también su incomodidad por el malcriado humo que nada tiene que ver con la suavidad del incienso.

El Hijo del Carpintero estuviera con su pueblo compartiendo gas e injusticia, pobreza y toletazos, anduviera sin temor abrazado con el pueblo hondureño como sé que anduvieran los sacerdotes comprometidos con la causa de los pobres y que para Usted son nombres-hombres incómodos: Guadalupe Carney, iván Betancourth, Camilo Torres Restrepo, Rutilio Grande, Monseñor Romero y tantos otros que dejaron comodidad, lujos y privilegios para dar su vida, su sangre y ejemplo en favor de los humillados de Latino América.

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La injusticia solo dura mientras dura el proveedor de inmoralidad, la justicia llegará un día, la noche pasará para los pobres de este mundo. Mientras tanto Usted sigue cobijado entre el verde olivo vergonzoso,  lejos, muy lejos del natural de Nazareth…

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas

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14 comentarios

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  2. El con su forma de ser y su aptitud negativa ni siquiera estaria en la posision que representa,nunca ha sido con el pueblo ha vivido comomen su propio mundo que no es el mundo de nuestro Señor Jesucristo,por favor no me borren mis comentarios,los hago de corazon y diciendo la verdad, no estan matando a sangre fria,ynla iglesia no dice nada.

  3. Este cardenal siempre ha estado del lado de los poderosos. El evangelio es apenas una referencia para lucrar.