Por: José Arnoldo Sermeño Lima/contrapunto.com.sv
Es trillado señalar la mala lectura política que los Estados Unidos hacen desde el siglo XX en diversas partes del mundo, ocasionándole sonadas derrotas: Vietnam, Iraq, Afganistán, etc. También es lugar común preguntarse si estarían o no recibiendo la actual migración indocumentada de latinoamericanos y caribeños si no se hubieran asustado y opuesto a fantasmas magnificados por el prisma de la Guerra Fría, con gobiernos que más bien hubieran contribuido a democratizar la región como los de Arbenz, Allende, Austin o -en el país- una victoria del PAR en 1967.
Este artículo NO trata de eso.
FUSADES invitó al exembajador de EUA, Douglas Barclay (2003-2006) -durante las administraciones de George W. Bush, por un lado; y Flores y Saca, por el otro-, a dar una conferencia el 16 de octubre de 2006, la que fue considerada como su despedida al término de su misión en el país.
En su discurso el exembajador tocó puntos relevantes para la actual y crispada política salvadoreña, que revisamos a continuación:
En primer lugar, el tema fiscal. Dado que su audiencia era mayoritariamente elitista, se sobreentiende a quién se dirigía cuando dijo: “El gobierno debe guiar, pero necesita recursos. Ya sea que decidan crear nuevos impuestos o no, las personas y los empresarios deben pagar los impuestos que deben ahora…Los salvadoreños deben pagar sus impuestos. No hay espacio para gorrones que le roban la posibilidad de un mejor futuro para sus conciudadanos. ¿Están ustedes preocupados de cómo su gobierno va a gastar el dinero que tanto les ha costado ganar? No pagar sus impuestos no es la respuesta a esta preocupación. La respuesta es demandar una rendición de cuentas. Exijan acceso público a información gubernamental. Exijan que los funcionarios corruptos sean expuestos y llevados a la justicia”
En este momento parte de la elite económica nacional se resiste a pagar sus obligaciones retrasadas y, cosa curiosa, pareciera que ello también está en el fondo de la confluencia de posiciones opositoras entre algunas de las ONG y fundaciones desde la izquierda hasta la derecha.
El exembajador Barclay agregó: “Deben tomar como tarea propia acabar con la polarización política de El Salvador. Todos los políticos y los partidos deben trabajar en conjunto para el bien común de la nación…Trabajen juntos y dejen de obstruir la aprobación de reformas que van a proveer recursos muy necesarios, aún si esto afecta a sus propios bolsillos”
Otro tema que abordó el exembajador fue el sistema judicial: “El Salvador debe reformar su sistema judicial. El principio de la independencia judicial es inherente a la separación de poderes en nuestras constituciones…Pero la independencia judicial no significa que un juez tenga la libertad de ejecutar una decisión de la manera que se le antoje, sin tomar en cuenta la ley o los hechos”
Un tema de polarización en el país son los eventos del 1 de mayo último, cuando asumió la nueva Asamblea Legislativa y remplazó al fiscal general y a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Es evidente que el sistema judicial salvadoreño requiere de reformas, como dijo el exembajador, pues ha estado impregnado por corrupción, generadora de inseguridad jurídica y alcahuete de la inseguridad ciudadana. Las críticas a la forma como se efectuó la sustitución hacen caso omiso que ambas instancias son electas por la Asamblea Legislativa -que a su vez es electa por el pueblo-, y si ella considera que esas dependencias funcionan mal tiene atributos para cambiarlas.
La búsqueda del control del poder legislativo por parte del partido en el poder ejecutivo ocurre en todas las democracias, incluyendo a los Estados Unidos. De lo contrario, la administración Biden no se hubiera regocijado del triunfo electoral del reverendo Raphael Warnock y de Jon Ossoff en Georgia el pasado 6 de enero; lo que, en palabras del New York Times: “al ganar garantizan que a Joe Biden le resulte más sencillo implementar su agenda”
Con respecto al poder judicial, recordemos que el pasado 9 de abril el presidente Biden creó una comisión para estudiar una reforma a la Corte Suprema, que incluye -entre otros temas- la duración del mandato de los jueces -actualmente vitalicio- y la cantidad de magistrados, ahora con seis jueces conservadores de un total de nueve, incluyendo a tres nombrados por el expresidente Trump. Claro que siempre hay oposición a estos intentos: el jefe de los republicanos en el senado -Mitch McConnell- dijo que “la mayoría” de estadounidenses se opone a reformar la Corte, y acusó que Biden está llevando a cabo un “asalto directo” al poder judicial. Él olvida que el Congreso aumentó y redujo el tamaño de la Corte varias veces en el s. XIX
Estas acciones de los demócratas y de su presidente no conduce a nadie en Estados Unidos a acusar al presidente Biden de “dictador” o de algo que se le parezca.
Volviendo al discurso del exembajador Barclay: “Sé que ustedes quieren ganar las elecciones. Pero la mejor manera de ganar elecciones es mantener los intereses de los ciudadanos en mente cuando estén buscando objetivos políticos… Los Estados Unidos han ayudado a El Salvador y seguirá haciéndolo. Sin embargo, no podemos solucionar sus problemas. De hecho, un paso clave al enfrentar sus dificultades es reconocer que los problemas son suyos, y no son importados de otro lugar. No gasten su energía culpando a otros. Identifiquen los problemas y enfréntenlos”
Esta frase deberían tenerla muy presente los políticos salvadoreños de todos los colores, así como también la embajada de los Estados Unidos en el país.
A pesar de que la administración Bukele pareciera inscribirse en el marco del discurso del exembajador, hay pronunciamientos del secretario de Estado y de dicha Embajada criticando algunas políticas y accionar de la administración Bukele. ¿Cuál es entonces, en esencia, la causa de dichas críticas? Pareciera que es más bien los vínculos que el gobierno salvadoreño está estableciendo con China Popular. Pero ¿Cuál es el país independiente en el mundo actual que no busca relaciones con la segunda potencia económica? Todos lo hacen, incluyendo a los Estados Unidos y hasta -incluso a nivel de inversiones- la misma Taiwán.
Si los Estados Unidos desean mantener una relación amistosa y respetuosa con El Salvador, deberán reenfocar sus orientaciones para defender sus intereses en el marco del respeto y la cooperación entre dos naciones soberanas.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
2 respuestas
Excelente artículo, en reciente entrevista La encargada de negocios de la embajada de Usa en El Salvador dijo que había un libro de ruta con 7 pasos para sancionar naciones sin mencionar injerencia.
Genial Doc., muy buena selección bibliográfica, para fundamentar la opinión