Tegucigalpa.- La ciudadanía de La Ceiba, en el litoral Atlántico de Honduras, enfrentan desde hace varios años un serio desafío debido a la desertización de sus fuentes de agua. El Movimiento Social Organizado (MOSO) estima que solamente el 30 por ciento de la población de La Ceiba recibe agua potable por parte del Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA).
Una situación extrema si se tiene en cuenta que la población de esta ciudad se cuantifica en un estimado de 250 mil habitantes. Criterio.hn conversó con Osman Suazo, integrante del MOSO, quien contó que, para poder satisfacer la necesidad del vital líquido, los residentes han tenido que pasar a consumir agua de los acuíferos a través de la perforación de pozos para consumo en el hogar y la industria.
Osman Suazo, coordinador de MOSO
Suazo explicó que la desertización de la zona obedece a una serie de situaciones multifactoriales que involucran a todo el sistema estatal; pasando desde la gobernanza local, las instituciones dedicadas a la conservación, hasta llegar al gobierno central, donde nadie muestra preocupación integral por salvaguardar el bosque y los acuíferos del litoral Atlántico.
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En primer lugar, señaló la tala ilegal del bosque, en la que ni Estado, ni el Instituto de Conservación Forestal (ICF), ni las Fuerzas Armadas de Honduras (FFAA) o incluso el Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA) muestran interés en realizar acciones a favor de la preservación del vital líquido.
Un segundo factor es la instalación de monocultivos como la palma africana, que está afectando la parte alta de la cuenca del río Cangrejal, pese a que se trata de una zona ubicada en dos áreas protegidas: el Parque Nacional Nombre de Dios y Parque Nacional Pico Bonito. Suazo señaló que allí se encuentran más de 200 hectáreas del monocultivo «y no hay nadie, ni gobierno local, ni gobierno nacional que pueda decirle a estos productores que la palma africana ya no va a ser comprada cuando se produzca en una pendiente arriba de 30 grados».
Un tercer punto es la ganadería extensiva que involucra no solamente la producción de leche sino además la producción de carnes rojas. Para mantener dicha utilidad, se recurre a la tala de enormes extensiones de bosque para la siembra de pasto. «Enormes propiedades que sabemos que están en manos privadas, sin ningún escrúpulo botan el bosque, secan las quebradas y al final pues tenemos las consecuencias que hemos visto», sostuvo el dirigente.
El último factor se relaciona al concesionamiento indiscriminado de recursos hídricos. El departamento de Atlántida, donde se encuentra ubicado el municipio de La Ceiba, irónicamente es uno de los principales generadores de agua en la cuenca del Caribe hondureño. Algunas estimaciones sostienen que genera el 70 % de la producción hídrica en el país y el 40 % en Centroamérica. Lo que le ha convertido en un atractivo para la instalación de hidroeléctricas.
Suazo alude que se podría tratar de hasta 114 concesiones solo en Atlántida, entre proyectos ya instalados y otros todavía en desarrollo, con comunidades en lucha para que el agua de sus ríos sea priorizada para consumo humano como lo establece la Ley del Sector de Agua Potable en su artículo número 3 versus el uso secundario, que sería la generación de energía a través de hidroeléctricas.
Un ejemplo de este accionar es el municipio de Arizona, siempre en Atlántida donde hay al menos dos hidroeléctricas en operación y una más en proceso de construcción. Con las comunidades aledañas en pie de lucha para que el río Jilamito sea reservado únicamente para el consumo de agua de la población que reside en más de una docena de comunidades aledañas, porque el resto de ríos aledaños ya cuentan con una hidroeléctrica.
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De regreso a La Ceiba, Suazo explicó que el municipio cuenta con su propia versión en el proyecto térmico de la Ensenada. Un proyecto de categoría cuatro, con alto impacto ambiental y que está comprometiendo seriamente la flora y fauna de los parques nacionales donde está instalado.
El dirigente socioambiental afirmó que Ensenada, fue un proyecto rechazado por al menos cinco de los ochos municipios que conforman Atlántida y que fueron las autoridades de La Ceiba quienes le abrieron de «forma amañada» las puertas.
La Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH) se refiere a dicha instalación entre las comunidades de Sambo Creek y Corozal, en La Ceiba, como un «ecocidio» pues su funcionamiento es impulsado por búnker. Asimismo, sostienen que su establecimiento fue realizado «sin consulta previa e informada» a las poblaciones perjudicadas por la planta térmica.
Suazo cierra la entrevista con Criterio.hn aseverando: «Estos son los factores que han contribuido para tener lo que tenemos hoy, una ciudad sin agua superficial, consumiendo agua de pozo. Estos son los multifactores que están contribuyendo para la situación de la desertización de los ríos en el litoral Atlántico».
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Un comentario
Lloramos mucho, pasamos dias sin agua, hay que comprarla o ir al rio a bañarse, lavar la ropa debajo del puente (Danto), que mas esperamos, mas paciencia, miren, dejemos la paciencia para los difuntos, tienen toda la paciencia del mundo, somos los vivos que no podemos esperar mas. O sacamos a los vividores que gobiernan desde burbujas de bien estar y nos miran con desprecio y se tapan la nariz porque nuestro olor les molesta, pero que nos hablan con palabras de oro pensando que con estas palabras nos van a comprar!.
La basura se bota, a que esperamos!