Por: Arabeska Sánchez
Nos hemos preguntado ¿en qué momento ha comenzado a moverse el reloj en detrimento de los derechos civiles que con tanto esfuerzo nos han dejado como legado las generaciones de personas que lucharon por ellos en el siglo pasado? Acaso es esta la famosa inversión de la que tantos están hablando desde hace un tiempo a la fecha, haciendo alusión no solo a la inversión financiera. Este planteamiento es válido si observamos acontecimientos que están comenzando a ocurrir en algunos lugares del planeta y para tratar al menos tres -para no perder la costumbre- los abordaré no en orden de importancia -porque todos son importantes- sino en orden cronológico.
Componentes Orgánicos Volátiles COV
Detengámonos en el daño que los componentes orgánicos volátiles -COV por sus siglas conocidas- están causando en el medio ambiente y en la vida de las personas. Esos mismos que han sido denunciados tantas veces por tantos científicos y medioambientalistas e incluso políticos de carrera.
Es el caso de Gore en su documental “verdad incómoda” de comienzos de este siglo -recuerdan el derretimiento de los glaciares por calentamiento global producto del incremento en emisiones de CO2 – o la realizada -para mayor cercanía- por aquella “women of courage hondureña” que nos advirtió un mes antes de su asesinato en la esperanza Intibucá: “despertemos humanidad, ya no hay tiempo”; denuncias que se basaron en los estragos que ocasionamos al planeta desde que comenzó -como diría Toffler- la segunda ola, refiriéndose a la industrialización.
De manera indirecta, pero casi en respuesta a estas denuncias, no han pasado desapercibidas hermosas imágenes que la NASA ha compartido al público, y que han revelado cambios importantes sobre varias áreas de la tierra durante la cuarentena -tiempo también de recuperación y reducción a emisiones del CO2- y francamente la naturaleza ha mostrado aguas más cristalinas y cielos más claros; y en un giro irónico del destino, ahora en riesgo nuestros cuerpos con los elementos COV que nosotros mismos hemos generado – viste intibucana, como el tiempo te da la razón-.
Derechos al 52% sí, derechos a medias no
Y a propósito de una mujer de coraje, de la misma forma vemos que los derechos de las mujeres, a estas alturas, no tendrían necesidad de están declarados en varias leyes si tan solo los diéramos por sentados y los ejerciéramos sin necesidad de andar pidiéndole permiso a nadie para ejercerlos, pero lo cierto, es que a pesar de representar el 52% de la población, haber demostrado en el último siglo una maravillosa capacidad de valor, inteligencia y destreza; no obstante, por alguna razón la mujer sigue en la cola del rezago en el acceso total de sus derechos en igualdad de condiciones que el género opuesto cuando de materializar esos derechos se trata; y en algunos lugares del planeta, hasta plantear la demanda de esos derechos es motivo de sentencia.
Pero, aunque esto nos suene a lejanía, lo cierto es que la condición precaria en que viven miles de mujeres en honduras ha sido motivo de preocupación de varios sectores durante años, pero la agudización de esa precariedad a raíz del COVID19, ha venido a encender las luces de alerta a los organismos y organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres, adolescentes y niñas, e incluso de las iglesias y sectores empresariales, y casualidades de la vida de la comisión de genero del congreso ha sido precisamente la hija de la valiente intibucana quien introdujo iniciativa de ley para protección de las mujeres en tiempo de pandemia -que cosas, la semilla no cae lejos del árbol-.
Uno de los puntos neurálgicos en el tema, sigue siendo el aumento en las denuncias de violencia doméstica e intrafamiliar que se reportan sobre este tema que solo afecta a las mujeres -con agresores que aprovechan el cierre de juzgados para golpear a sus compañeras de hogar sin consecuencia alguna para ellos- así mismo por el no pago de pensiones alimenticias -embargos- debido a paternidad irresponsable; además de una tendencia de femicidios que se asemeja a las cifras el año pasado a pesar del “Quédate en casa” y la caída en la tasa parcial de homicidios a un 13.78; y finalmente el relentecimiento de atención a mujeres con necesidades de salud reproductiva en el sistema de salud -concentrado ahora en COVID19- sin mencionar el temor del riesgo a ser atendidas por su embarazo en las mismas instalaciones en donde se atiende la emergencia del momento y con poca oportunidad a acceder a tratamientos de control de natalidad.
De manera focalizada, también han manifestado su desprotección varias locatarias de mercados que siendo madres que sustentan a sus hijos con los ingresos de sus puestos de venta, han tenido que cerrar por razones de salud pública y han quedado sin oportunidad -al igual que muchos hombres- de llevar el sustento a sus hogares; mientras en la calle, basta con detenerse en cualquier semáforo de la ciudad, o atravesar cualquier boulevard para encontrarse con un “usted, deme un lempira para la comida de los niños” frase con la que frecuentemente las mujeres -con dos y hasta cinco hijos a su alrededor- piden en la calle para poder comer, y ante la preexistente falta de empleo aunado ahora a la adversidad de una cuarentena obligatoria que las desconecta de posibles espacios de protección, es obvia su necesidad de atención humanitaria.
Ocho minutos de indignidad por una vida de indignación
No me queda la conciencia en paz, si a propósito del día de celebración no manifiesto como se ha visto con asombro cómo personajes siniestros buscan defender una causa indefendible en el caso Floyd, trataré de describirlo aquí tal cual sucedió: una persona llama al 911 pidiendo ayuda policial debido a que un hombre aparentemente bajo efectos de estupefacientes trató de pagar su cuenta con un billete de 20 dólares que parecía falso; al llegar la patrulla policial se esperaba que -de acuerdo al manual del uso de la fuerza que también tiene sus reglas dicho sea de paso- se redujera a la impotencia al sujeto -tanto de derechos como de obligaciones-, se colocara en sus muñecas las esposas policiales, se introdujera al carro patrulla, y finalmente fuera conducido a la estación de policía a responder -legalmente-por los cargos policiales.
En una serie de errores desencadenados, ocurrió lo impensable, -por desgracia para la institución policial que en su esencia tiene la noble labor de servir y proteger- que una vez reducido a la impotencia el hombre que aparentemente estaba bajo efectos de estupefacientes -condición que de por sí ya es un riesgo médico- fue sometido por un oficial que con su rodilla presionó el cuello -zona yugular- del sujeto por ocho minutos, mientras sus compañeros y observadores, veían sin ninguna señal de querer interrumpir aquel mal procedimiento que a todas luces estaba acabando con la vida del detenido tal cual sucedió.
Este hecho cometido ante la vista de todo aquel que ha tenido la oportunidad de ver la noticia que corrió como la pólvora por todo el mundo, ha despertado al gigante dormido, sí; al llamado “black power” -recuerdan, al mismo de los años 70- el movimiento de Luther King basado en Gandhi y el Madiva Mandela, y más recientemente a los “Blacks Lives Matter” -todos sostenidos en la 13va. Enmienda-. Imaginen todo lo que tiene que suceder para que los seres humanos entendamos que todos tenemos derecho a la vida y a vivir en condiciones de igualdad ante la ley, de forma digna y con seguridad jurídica.
De manera casi obligada reflexionamos y cuestionamos ¿en qué momento ha dejado de ser suficiente la protección hasta ahora conocida sobre la declaración del derecho a la vida de las personas? Si por siglos ha estado presente en cada libro religioso -no matarás-, en cada constitución política de cada país -derecho a la vida es inviolable-, y finalmente más recientemente reforzado por la declaración universal de los derechos humanos que nos asiste a todos en este planeta sin excepción; se supone que independientemente de la forma de pensamiento que ejerce cada uno, en cualquiera de esos marcos de actuación ética se ha de reconocer, entonces cuando es que hemos decidido defender causas indefendibles celebrando este tipo de actos; lo dejo ahí para su propia reflexión.
En conclusión, derechos civiles básicos como el derecho a la vida -de todo ser humano-, vivir en un medio ambiente saludable, y derechos de la mujer en igualdad de condiciones que el género opuesto; parecen estar siendo amenazados a pesar de todos los esfuerzos que realizan quienes han entendido el significado del legado que han heredado por otras generaciones que los defendieron incluso hasta con su propia vida en algunos casos.
Es tiempo de reafirmar estos derechos, es tiempo de conservarlos y protegerlos, pero recordemos también, que en el reloj -el tic tac, tic tac no se detiene- igualmente para quienes creen que es tiempo de invertir estas conquistas; como para quienes se reconozcan aquí, el tic-tac que marca el tiempo de trabajar por mantener la paz y la estabilidad global, es hora de vernos a nosotros mismos como una sola raza: la raza humana; es hora de reconocernos a nosotros mismos como una sola civilización: la civilización humana – es tiempo de cuidarnos unos a otros; por eso, reflexiono, pienso… luego, paro de contar…hasta la próxima entrega que estén bien.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas