Por: Efraín Bu Figueroa
Finalmente, el gobierno inició la reactivación de la actividad económica en el país después de más de tres meses de confinamiento obligado. La decisión no ocurre en la mejor de las circunstancias, como los organismos expertos en salud lo aconsejan; es decir cuando la curva de la incidencia de casos muestra un descenso sostenido durante catorce días consecutivos y con un sistema de salud fortalecido desde el punto de vista preventivo y curativo. Ello hace que la tarea se convierta en un complejo desafío, para lo cual el régimen ya demostró no estar preparado y desaprovecho todo este tiempo transcurrido en parálisis por los “toques de queda”, para fortalecer los servicios públicos de salud.
La pandemia sorprendió al país con un sistema de salud totalmente decadente y en continuo deterioro, lo que quedó en evidencia con la escasez de pruebas laboratoriales, incapacidad de identificar y dar seguimiento a casos índice y sus contactos, escasez de camas de hospitalización y de unidades de cuidados intensivos, vulnerabilidad de los trabajadores de salud por la escasez o nula existencia de insumos de protección lo que ha llevado a que centenares de técnicos, enfermeras y médicos hayan enfermado quedando fuera de circulación y con servicios deficitarios debido a la ausencia del personal sanitario enfermo.
A ello se le suma el fortalecimiento de las redes corruptas en el gobierno, que han aprovechado la tragedia nacional para sacarle provecho económico personal a los millones de lempiras destinados a enfrentar la emergencia; lo que se traduce en mayor déficit de equipos, insumos, medicinas y otros en los diversos servicios de salud del país; ello ha incrementado la desconfianza de la población que implique su protagonismo, en cualquier disposición gubernamental frente a la crisis pandémica.
Al comienzo de la pandemia en Honduras se observó una evolución relativamente lenta de casos, no acorde a la realidad y que fue el resultado de la centralización laboratorial, la ausencia de pruebas diagnósticas y la escasa búsqueda de casos y contactos. Sobre la base de cifras estadísticas no confiables, debido a las deficiencias mencionadas, se hicieron pésimas proyecciones sobre el curso de la pandemia. Aun hasta estas fechas de junio, no obstante, la descentralización y el aumento de las pruebas laboratoriales, miles de ellas en mora; así como la incapacidad de interpretar correctamente los tamizajes serológicos con test no validados, persiste la debilidad para la obtención datos solidos que permitan planificar con objetividad y calidad la apertura económica del país.
Como era de esperarse la pandemia continua su curso ascendente en Honduras, saliéndose de control, situación que se ha potenciado ahora que se reinician actividades económicas, que aunque planificadas, pocos respetan y la población -inconsciente y mal informada- está saliendo a la calle de manera más relajada, sin adherirse o haciéndolo muy mal con las medidas preventivas, a esto súmesele que son pocas las empresas que están ajustándose a la medidas técnicas de prevención, lo cual también tiene un costo que muy pocos quieren asumir.
La desconfianza de la población en las medidas preventivas que surgen de un régimen ilegitimo, profundamente cuestionado debido a actos de corrupción de toda naturaleza aumenta la indisciplina de la gente, situación que se está reflejando en el contagio masivo exponencial lo que está haciendo colapsar al sistema de salud público y privado en la disposición de camas de hospitalización, cuidados intensivos y otros.
Se ofreció por el gobierno en algún momento habilitar ambientes para otorgar cuidado médico a pacientes que no pudieran alcanzar cupos en los hospitales estatales, espacios esos que ameritan no solo una simple cama, sino también gases medicinales, equipos de monitoreo, respiradores mecánicos, personal técnico, de enfermería y médicos debidamente capacitados para otorgar este tipo de cuidado especializado a pacientes graves y críticos.
La situación para Honduras, en los próximos días y semanas es muy grave y percibimos desde ya que el gobierno por su incapacidad ya demostrada para enfrentar este fatal problema intensificara la manipulación mediática con nuevos artificios políticos.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Qué triste panorama en voz de un experto, pero qué podemos esperar si nuestra vida pende de la corrupción sínica y declarada de unos cuantos hondureños cuyo poder los ciega, estamos condenados a tanta desgracia junta.