Por: Fernando Destéphen
Tegucigalpa. – Los días del confinamiento van pasando y con ellos se van acumulando los problemas económicos de miles de hondureños que ya no encuentran qué hacer para seguir sobreviviendo. El mercado Zonal Belén en Comayagüela es una clara muestra de lo que está ocurriendo.
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En las últimas semanas la gente ha optado por no visitar el mercado por el miedo a un contagio por el Covid-19, por lo que las ventas se han venido abajo. Los vendedores de frutas y verduras fueron trasladados al bulevar Juan Pablo II de Tegucigalpa y otros se están yendo a las aceras de las calles circunvecinas.
Manuel Méndez de 47 años vendía ropa adentro del mercado, ahora junto a su familia y gracias a préstamos familiares (remesas de parientes en los Estados Unidos) cambió su nicho por productos de higiene: cloro, detergente, jabón, papel higiénico, pasta dental y aceite de cocina. Su familia ha montado el nuevo negocio en la avenida Cabañas del barrio El Country de Comayagüela.
En tiempos del Covid-19, lo que vende Manuel se ha convertido en productos de primera necesidad, quizás el miedo al contagio hace que la gente compre hasta de manera compulsiva.
En unos cinco metros se ven torres de papel higiénico, líneas de botes de cloro, detergente y jabones, que surcan la acera, impidiendo así el paso de los transeúntes. Unos le compran y otros se quejan por la estrechez del camino.
El sol se ha ocultado en una densa y enorme capa de humo que cubre el Distrito Central. El calor se mezcla con el humo y se transforma en vapor. Pero, eso no hace que Manuel baje los brazos y se dé por vencido, él sigue haciendo promoción a sus productos.
El hombre convence a sus clientes sobre la necesidad de abastecerse para ganarle la lucha al Covid-19 que ingresó a Honduras el 11 de marzo con la entrada al país de una mujer procedente de España. Lo que ha olvidado Manuel es que en muchos hogares capitalinos el agua no llega y esto frena cualquier medida de bioseguridad.
TRAGEDIA
Hasta la fecha el departamento de Francisco Morazán reporta 65 casos de Covid-19, una proliferación menor a la registrada en la zona norte, epicentro de la pandemia. La zona central se ha liberado un poco del virus, pero está siendo atacada por los incendios forestales.
En todo el territorio hondureño las llamas han consumido al menos 15 mil hectáreas en los primeros cuatro meses del 2020, lo que provocará a corto plazo, mayor escasez de agua, elemento básico para la sobrevivencia y que en Tegucigalpa ha estado siendo utilizada por los bomberos para controlar los incendios forestales, e incluso, para apagar las llamas que absorbieron el mercado Colón de Comayagüela.
Muy a pesar del contaminado clima, Manuel y su esposa continúan la venta
en compañía de sus tres hijos adolescentes, quienes que venden y cobran. Adelante de ellos estás estacionados varios vehículos tipo pick up con frutas y verduras.
La historia de Manuel es similar a las de miles de hondureños que se están reinventando para sobrevivir en tiempos de una pandemia que ha desbaratado las robustas economías de países desarrollados de Europa y Asia. En Honduras, el panorama es desalentador y se complica aún más por los elevados índices de pobreza y la corrupción.
Los ingresos de Honduras descansan en un 70 por ciento de la economía informal, sector que está siendo el mayor afectado por los efectos del coronavirus. El confinamiento está provocando el cierre de negocios mientras el gobierno vuelve su mirada a la gran empresa. Pero los reclamos por esta preferencia se han comenzado a sentir.
Este lunes, acordonado por cintas amarillas simulando peligro y precaución, el empresario de San Pedro Sula, Roberto Contreras, inició una huelga de hambre exigiendo la absorción del 100 por ciento de la factura de la energía eléctrica por parte del gobierno, Empresa Energía Honduras (EEH) y los generadores térmicos.
Contreras reclama porque pese a que su negocio ha estado cerrado desde hace 42 días, cuando el gobierno ordenó el cierre de las actividades económicas como medida para evitar la propagación de la pandemia, ha seguido pagando la factura por 200 mil lempiras.
La propuesta del empresario es que la EEH, las térmicas y el gobierno absorban el costo de la energía desde el 16 de marzo, cuando comenzó el confinamiento hasta que se reactive la economía y que el gobierno prescinda de los contratos leoninos de energía que establecen un precio de 21 centavos por kilovatio hora, mientras en Guatemala y El Salvador es de ocho centavos.
Mientras Contreras continúa protestando dentro de esa maraña de cintas, Manuel Méndez y su familia continúan vendiendo. “La necesidad nos obligó a esto”, dice Méndez mientras cuenta un dinero que es el cambio de un cliente.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas