Política e ideología dan identidad a cómics y superhéroes

Por: Redacción CRITERIO

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Tegucigalpa. Autores clásicos conceptualizan la política como “la ciencia que se encarga del estudio del poder público o del Estado”. Es una suerte de juego, lucha o combate de individuos o grupos para conquistar el poder que los vencedores usarán en su beneficio.

El cómic –viéndolo más allá de una forma de entretenimiento–, hace peculiares aportes a la política o, adaptaron la política y el juego del poder al dibujo animado. Batman, Superman, la Liga de la Justicia y otras famosas entre los jóvenes y adultos, dan cuenta de cómo se ejerce el poder…al fin, poder.

Famosos escritores de historietas de este género, surgieron en la llamada «contracultura», precisamente en la década de 1970. Supieron colocar con elegancia la política en la trama; aplicando la máxima de Aristóteles del hombre que es zoon politikón o animal político. Que es algo innato en el humano. Es la esencia o, bajo el concepto filosófico que el hombre “es lo que es”.

Utilizaron su significado como el principal argumento para desarrollar obras que, en la actualidad, se han convertido en las más aclamadas por fanáticos de las historietas a escala global.

Grant Morrison es uno de los más influyentes y populares escritores de cómic de su generación. Vale mencionar a the Invisibles, New x Men, y All Star Superman. “Para mí todo se reduce a una simple ecuación que consiste en el significado de la vida que es la magia”, cuenta.

Este británico empezó a crear historietas basadas en sus experiencias personales; comenta que su primer personaje fue inspirado por su padre. De niño creció en una zona muy pobre de Glasgow, Escocia, y su papá había sido soldado en la Segunda Guerra Mundial y, posteriormente, se convirtió en un activista por la paz; era un hombre muy político motivado por las causas.

De él habla sin ambages: “Las cosas de mi padre era panfletos de pesadilla contra las armas nucleares, cadáveres, imágenes de ciudades destruidas, esqueletos gritando y lluvia radiactiva”.

Las experiencias de su niñez vividas en la Guerra Fría (el enfrentamiento entre la extinta URSS y EEUU), influyó en las ideas de Morrison. Para este dibujante, lo grandioso fue haber descubierto los cómics de superhéroes en un periodo de violencia, donde lo único que esperaba era la muerte. Siempre fue alentado a leer, escribir y expresarse, ha experimentado diversas acciones reales para poder crear personajes de ficción.

V de Vendetta: es la famosa y célebre historieta del sexagenario inglés Alan Moore. Está adaptada en Gran Bretaña durante un futuro cercano y, tras una guerra nuclear arbitraria y gran parte del mundo destruido. Hay un régimen fascista y surge un personaje revolucionario apodado «V», oculto tras una mascara excéntrica. Empieza una planificada y violenta campaña con el fin de derrocar al régimen e incitar a la población a adoptar un modelo político y social diferente.

Moore Comenzó en Northampton, una zona antigua, y también la más pobre de Inglaterra. Era un mundo monocromático con oportunidades limitadas donde la única ventana que le permitía mirar afuera de ese entorno tan restringido, eran los cuentos de mitología y los cómics de superhéroes que leía.

Se ha destacado por sus trabajos con un contenido ficción–realidad, y es considerado el mejor escritor de cómics de la historia.

«En mi trabajo como narrador, trafico con la ficción, no con la mentira, aunque reconozco que las distinción es atractiva y tal vez no es fácil hacer para alguien ajeno al comic», rememora. En la narrativa, con el arte –explica– es importante que, “aunque estés trabajando con áreas de fantasía totalmente excesiva haya una resonancia emotiva es decir que una historia suene real en el plano humano, aunque nunca haya ocurrido».

Otro de los grandes éxitos de Moore es la oscura historieta Watchmen (Los vigilantes). Se basa en un grupo de hombres y mujeres que surgen a raíz del incremento de pandillas en la década de 1930 y 1940. Los enmascarados se dedican a combatir la injusticia; no obstante, se desintegran por diversas razones.

Años después nace una nueva generación de superhéroes y se incorporan factores ideológicos en las historietas. En ese momento, el presidente de EEUU era Richard Nixon, quien solicitó el “apoyo” de los héroes para que le ayudaran a ganar la guerra de Vietnam y derogar la vigesimosegunda enmienda que prohíbe que alguien pueda seguir ocupando la Casa Blanca más de dos veces.

Resulta que los vigilantes le ayudan a ganar la guerra y, pese a esto, se dicta la ley «Keene» que ordena que “los superhéroes son ilegales”. Se sienten usados por Nixon y se convierten en una suerte de justicieros anónimos tras ser censurados.

No podía faltar la legendaria batalla de las Termópilas (480 ANE, Antes de Nuestra Era)… Tanto el cómic como la adaptación cinematográfica fueron objeto de crítica internacional, ya que se los acusó de propaganda de la esfera occidental contra la oriental. Se trata de la novela gráfica «300», escrita por el guionista y dibujante Frank Miller, cuya producción expresó que “los espartanos eran los dueños de esclavos más grandes de Grecia. Pero al mismo tiempo las mujeres espartanas tenían un mismo nivel inusual de derechos. Es una paradoja que era un montón de gente que en muchos aspectos eran fascistas. Pero eran el baluarte contra la caída de la democracia».

Miller nació en EEUU en 1957 y su familia es de origen irlandés. El primer trabajo lo realizó en la editorial Marvel Comics en 1979 con el espectacular «Hombre Araña», y para la década de 1990, se dedicó a producir sus propias historietas.

Entre las más conocidas se destacan Daredevil, Batman el retorno del caballero oscuro, Sin City (Ciudad del pecado) y The Spirit (El espíritu). Actualmente trabaja en varios proyectos, como el cómic Wolwerine, y el Ronin basado en su historia original.

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