Por: Eduardo Bahr
Landrú de Barbanera
En la época de Uribe se implementó en Colombia una estrategia de concientización mediática mediante la cual se hacía creer a la población que la guerra en contra de la insurgencia estaba siendo ganada diariamente.
De manera constante aparecían noticias y fotografías de supuestos guerrilleros abatidos por la fuerza armada en todo el país con lo que la percepción general llegó a suponer de modo consistente que los “malos” eran los alzados en armas. Los malos, por supuesto, no tenían acceso a la maquinaria mediática y las medidas de su propaganda eran casi nulas.
A tal estrategia se le denominó “falsos positivos” y el nombre partió de la comprobación posterior acerca de que los muertos habían sido puestos, como una mascarada trágica y espantosa, por el gobierno, tomando como carne de cañón, en este caso de comunicación, a mendigos y prisioneros comunes sacados de los callejones y las cárceles para ser disfrazados con el uniforme rebelde, asesinados, fotografiados y después “publicados”.
En Honduras y apenas a pocos días de la culminación del proceso electoral, aparentemente se está implementado tal estrategia que -guardando las distancias con la conceptualización guerrerista colombiana-, conlleva los mismos fines: aterrorizar a la población para hacerle creer que la oposición política, especialmente la Alianza Opositora contra la Dictadura, planea crueles matanzas en contra de los pobres e indefensos partidarios del gobierno nacionalista utilizando para ello subterráneos acuerdos con el crimen organizado (los “mareros”).
Ya apareció la primera víctima y ya figuras de alta investidura política están insinuando de manera programática que son víctimas y héroes a la vez. El propio presidente Hernández (quien fue visitado por Uribe en época reciente) y su vicepresidente, de apellido Álvarez, han magnificado la muerte de su partidista para señalar con índice acusador a los asesinos: Nasralla, Mel y sus acólitos.
Son víctimas porque la maquinaria oficial: fuerzas armadas, apóstoles, fiscalías, burocracia y los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, están en total indefensión ante tan inminente amenaza terrorista; y son héroes porque están dispuestos a salvar a la patria de los peligrosos izquierdistas fanatizados que pueden llegar a cualquier nivel con tal de alcanzar sus objetivos.
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Para abundar en su sacrificio patriótico van a poner a la vanguardia de su defensa al soldado de la patria Oswaldo Ramos Soto y una que otra ‘joya’ que tienen en su poder. (Los escuadrones de la muerte van a ser guardados para el siguiente periodo de gobierno, que esperan alcanzar con el voto masivo de la población).
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