Por: Carlos Zelaya Herrera
Tegucigalpa.- Se llaman María José o Sofía Alvarado, Berta Cáceres, Margarita Murillo o la más reciente víctima Karla Mariana Cruz, aunque en realidad se trata de una salvaje, terrible y alarmante ola de criminalidad que año con año azota y sega vida de las mujeres en el país.
En gran medida parte de la violencia de género se debe a una cultura machista basada en pandillas, armas y drogas; donde el poder de un hombre es medido a menudo, con las balas, afirman las organizaciones que las defienden.
La vida de las mujeres en Honduras no vale nada, repiten con indignación y dolor sus representantes ante 188 feminicidios ocurridos hasta hoy en el país solo en el 2017, por lo que precisamente el miércoles anterior sus organizaciones protestaron ante el ministerio público en demanda de justicia y fin de la impunidad.
Un ejemplo de eso es que desde el año 2002 al 2014 se cometieron cuatro mil 217 asesinatos contra mujeres sin que se sepa que la justicia se haya aplicado de la manera ejemplar que merece.
Estimaciones del Observatorio de la Violencia de la UNAH, indican que cada 16 horas una mujer es asesinada y apenas en los primeros cuatro meses de este año, un aproximado de 80 féminas dejó luto en sus familias.
Karla Mariana era una odontóloga de 31 años de edad cuando fue asesinada en el regreso a su hogar en una colonia de san pedro sula a bordo de su vehículo, cuando desconocidos la interceptaron para dispararle hasta acabar con su vida.
Mientras esto sucede en el país en ginebra, suiza, autoridades catrachas informan a un panel del comité de derechos humanos la reducción significativa de la tasa de homicidios, que hoy es de 53.5 por cada 100,000 habitantes.
Sin embargo, la peor parte la llevan las mujeres cuando más del 90 por ciento de esos horrendos crímenes persisten en la impunidad.
El irrespeto a la vida y derechos de la mujer es una constante que siempre ha existido en nuestra sociedad machista y patriarcal, pero que se ha agudizado notoriamente con la aparición de cuerpos de mujeres y niñas desmembradas, decapitadas y hasta quemadas.
Se llama femicidio por las características, tortura, violación, desmembramiento del cuerpo incluso abuso sexual previo a ser asesinadas, todo esto es una expresión de odio e impunidad contra las mujeres, sostuvo Cristina Alvarado, miembro de Visitación Padilla.
Sin embargo, no todo es parálisis y terror, la agencia técnica de investigación, atic, hace esfuerzos por aclarar estos casos, aunque los resultados son magros hasta la fecha.
Aun no vemos a los asesinos de estas mujeres en las cárceles y más bien tampoco se han endurecido las penas. Esto es un caldo de cultivo ideal para que esto siga ocurriendo, agregó Alvarado.
La estrategia de seguridad implementada no contempla esta violencia machista y violencia extrema contra las mujeres porque se enfoca en el crimen organizado, narcotráfico y dotar de recursos a los cuerpos de seguridad y de inteligencia, sostienen.
Al respecto Merli Eguigure, también dirigente del Movimiento Visitación Padilla, afirma que toda esta brutalidad con que se están dando los femicidios, el estado tiene responsabilidad directa porque existe un 96 por ciento de ellos en la impunidad.
Y es que tanto esta organización y el centro de derechos de la mujer, entre otras señalan que un estado que no castiga este tipo de crímenes da una señal de desinterés en la gravedad que reviste el tema.
le ha quedado grande este tema al ministerio público y a la unidad de investigación que no se dignan en darnos una cita para decir porqué se está dando el problema, deberían renunciar si no dan resultados, concluyó Eguigure.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Es q aquî no hay investigaciôn porque los q hacen ese trabajo no saben ni j..!!!