La MS-13 propone la creación de una mesa diálogo con el gobierno, los partidos políticos y organizaciones que trabajan por el respeto a los DDHH, para reducir los índices de violencia en el país.
Por: Efrén Lemus/ElFaro
SAN SALVADOR, El Salvador.- Dos años después de que el gobierno salvadoreño declaró la guerra a las pandillas y de la aplicación de medidas “extraordinarias” que han endurecido los controles en las cárceles, una de las tres principales pandillas de El Salvador, la Mara Salvatrucha (MS-13), propuso a las autoridades la instalación de una mesa de diálogo para reducir los índices de violencia que ubican a este país Centroamericano como uno de los más violentos del continente.
La MS-13 propone la creación de una mesa diálogo en la que sus interlocutores sean el gobierno, los partidos políticos y organizaciones que trabajan por el respeto a los derechos humanos. En el 2012, las pandillas y el gobierno pactaron una reducción de homicidios a cambio de beneficios carcelarios, pero este proceso conocido como “la tregua” fracasó. Las investigaciones de la Fiscalía demostraron que durante la tregua, algunos líderes de pandillas siguieron extorsionando a comerciantes desde la cárcel, ordenaron homicidios y compraron armas y drogas.
En su nueva propuesta de diálogo, la MS-13 ofrece como punto inédito desbaratar su estructura delictiva, algo que ellos rechazaron negociar durante el anterior trato con el gobierno. Los voceros de las pandillas reconocen que algunos de sus miembros han cometido delitos graves, pero alegan que tienen derecho a la rehabilitación, a una nueva vida. En este punto ofrecen la posibilidad de que sus miembros se retiren de la pandilla, algo que hoy en día es imposible porque en la vida cotidiana las pocas posibilidades para abandonar a estos grupos son: la muerte o el aval de los líderes para que alguno de sus miembros se congregue en una iglesia.
Uno de los líderes de la MS-13, Carlos Tiberio Valladares, alias Sniper, durante una rueda de prensa ofrecida por las pandillas en una cárcel de mujeres de El Salvador, al cumplirse 200 días de la tregua entre bandas rivales, en septiembre de 2012. José Cabezas / Reuters
“Uno de morro (niño) hace cosas que no tiene que hacer, pero cuando se hace adulto y uno tiene hijos, la mente madura y eso que hiciste ya no querés hacerlo. Todo ser humano tiene derecho a cambiar, no toda la vida va andar haciendo cosas ilícitas”, dijo uno de los voceros durante una entrevista que concedió al periódico digital El Faro.
En varias investigaciones de la Fiscalía, las escuchas telefónicas contra algunos líderes pandilleros ha revelado que las pandillas destinan una parte importante del dinero de las extorsiones para la compra de fusiles M-16 y Ak-47 en Guatemala y Honduras. La adquisición de esas armas les ha permitido enfrentarse a tiros con policías y militares. En esos enfrentamientos, durante el 2016, murieron 49 policías y 603 pandilleros.
Los voceros de la MS-13 reconocen la adquisición ilegal de armas, pero la entrega de las mismas, dicen, dependerá de la voluntad de diálogo del gobierno. En su discurso, los voceros de las pandillas hasta hacen un paralelo de su propuesta con el proceso de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de ese país. “No podemos partir diciendo que nos vamos a desarmar, todo depende de cómo el gobierno reciba la propuesta y la seriedad que le dé (…) Ellos (las FARC) después de andar matando gente, de ser terroristas, se van a reinsertar como ciudadanos”, reiteró un portavoz de la MS-13 a El Faro.
“Si es cierto, hay que buscar alternativas”
El presidente de la Asamblea Legislativa de El Salvador, Guillermo Gallegos, es una de las personas con un discurso de choque contra las pandillas. “Yo soy de la idea de la represión, de otra manera esta gente no entiende”, dijo el diputado el 30 de julio de 2014, cuando presentó una solicitud para aplicar la pena de muerte. Aunque mantiene palabras duras contra los pandilleros, ahora que la MS-13 pone sobre la mesa su propia disolución, el político dice que no se puede dar un portazo ante la posibilidad de conseguir paz y seguridad.
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