Por: Mauricio Torres Molinero
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Recientemente conmemoramos la masacre del 6 de Julio de 1944, perpetrada contra el pueblo en la Calle del Comercio de San Pedro Sula por las fuerzas militares y policiales del dictador Tiburcio Carías Andino, contra una marcha pacífica, rechazando al régimen.
Ahora, en el mismo San Pedro Sula otra masacre, esta vez anunciada, ocurrirá si los ciudadanos no reclaman sus derechos a una calidad de vida.
Resulta que los urbanizadores patrocinados por un empresario de Paquistán que opera en el país, lograron que la Municipalidad de San Pedro Sula autorizara el derribo total, la tala absoluta de más de cincuenta frondosos árboles para ampliar el bulevar llamado Altia Ó Altara que conduce hacia Armenta en el noreste de la ciudad.
La autorización municipal pone en evidencia la poca o nula conciencia ambiental de los munícipes.
Solo por el verdor y la exuberancia del Valle de Sula, no es que hacen un daño insignificante al medio ambiente.
Cada árbol como los sentenciados a muerte con una marca amarilla, produce 350 litros de agua al año, sostiene la capa vegetal, impide el aumento de la temperatura y ofrece un entorno de calidad de vida.
Llamamos a los sampedranos a detener esta centésima masacre, y de todas, que arrasan personas y árboles, que sea la última.
Los alcaldes de las dos grandes ciudades del país han creado en el imaginario colectivo que su meta es convertir a Tegucigalpa y San Pedro Sula en dos grandes desiertos que ya padecen enormes problemas para el suministro de agua a sus habitantes.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas