Por: Rodil Rivera Rodil
Se podría decir que casi desde siempre, pero principalmente desde Maquiavelo, hace cinco siglos, los teóricos de la política debaten acerca de la conquista y la conservación del poder. Es más fácil, se suele aseverar, tomar el poder que conservarlo, pero rara vez esto es cierto. Por lo general, tan difícil es lo uno como lo otro. De hecho, mantener el poder equivale a retomarlo todos los días, y esto solo puede lograrse si todo o la mayor parte del tiempo se pueden asegurar más fuerzas a favor que en contra.
Y la correlación de fuerzas puede variar con frecuencia, sobre todo, cuando se trata de gobiernos de izquierda, cuya meta fundamental, al menos en lo que toca al Partido Libre, estriba en reducir significativamente la desigualdad a través del crecimiento equitativo, lo que nunca se podrá obtener si no es enfrentando a las élites económicas que nos han sumido en el peor de los atrasos prácticamente desde nuestra independencia.
Demás está decir que estos grupos de poder no toleran ninguna restricción a sus empresas porque creen a pie juntillas que las únicas que les pueden fijar límites son las ciegas fuerzas del mercado, y ello a pesar del estrepitoso fracaso del modelo neoliberal en todo el mundo. Para solo citar un ejemplo, cuando era candidato, el actual presidente de los empresarios, con poco tino o mucha ingenuidad, declaró en un programa del periodista Renato Álvarez que la economía hondureña, a semejanza de Guatemala,” debía toda estar dirigida por la empresa privada”. Lo que explicaría porqué el COHEP rechaza viceralmente la ley de justicia tributaria aunque no contemple nuevos impuestos, se contraiga, en lo esencial, a poner coto a las exoneraciones indebidas y cuente con el visto bueno del Fondo Monetario Internacional.
Y no estoy diciendo que la iniciativa privada no sea indispensable para el desarrollo, por supuesto que lo es, como lo demuestra palpariamente el caso de China, pero el que también constituye prueba indubitable de que requiere de adecuados controles para que, efectivamente, contribuya al desarrollo generando riqueza que pueda ser distribuida con equidad. La empresa privada china es, probablemente, la más productiva del planeta, pero a la vez, la más regulada, en especial, por el régimen fiscal a que está sujeta.
De otro lado, es muy claro que la permanencia de Libre en el poder se halla indisolublemente ligada a su proyecto de cambio del modelo neoliberal que ha llevado la injusticia social a su máxima expresión, lo que no será nada sencillo ni podrá alcanzarse de la noche a la mañana, como todos quisiéramos. Pero, a mi juicio, aunque se pretenda desconocerlo, el balance a mitad del período le ha sido favorable al gobierno, dentro de las grandes limitaciones, claro está, que impone el subdesarrollo que nos agobia.
Y este logro obedece, entre otras razones, a los diversos programas sociales que ha puesto en marcha, a una mayor atención a la salud y a la educación, y algo trascendental, a la probidad con que ha manejado los recursos del Estado, como lo evidencia el hecho de que no hayamos conocido en estos dos años ningún caso de corrupción de relevancia, en abismal contraste con lo que acontecía en el régimen nacionalista. Lo que reconocen hasta los empresarios que adversan a Libre, y quienes, por motivos obvios, son, quizás, los que más conocen del tema. Falta, pues, lastimosamente a la verdad ASJ al asegurar que Honduras ha estado inmersa en “una corrupción crónica”. Debería rectificar honrosamente. Y hablando de bulos, me pregunto si ese arzobispo sampedrano que predica que “el socialismo ha fallado en todos los países donde han tratado de tenerlo” es que no teme que del cielo le caiga un rayo o es que ni siquiera ha oído repicar campanas sobre el modelo económico de China bautizado por ella misma como “socialismo con características chinas” .
En el campo mucho más complejo de la economía, y concretamente, en lo que a la política monetaria se refiere, contra los pronósticos de los economistas conservadores, todo indica que la apuesta del gobierno por medidas de tinte keynesiano para dar impulso a la economía está dando resultados. En lugar, por ejemplo, de limitarse a “administrar la crisis”, como se lo querían imponer los mencionados economistas de la derecha, incrementó sustancialmente el presupuesto recurriendo, aunque no solo, a las reservas internacionales.
Y así, por medio del gasto y la inversión pública, particularmente en infraestructura, se incentiva la demanda efectiva, la inversión privada y el empleo. Pero, igualmente, el gobierno se las pudo ingeniar para resistir la presión nacional e internacional que exigía subir la tasa de interés supuestamente para combatir la inflación, a pesar de lo dudoso de la teoría que así lo recomienda. Y ha conseguido, por lo menos hasta ahora, frustrar los denodados esfuerzos de las citadas élites para causar escasez de divisas, real o ficticia.
Esta última estrategia constituye una de las más utilizadas por la extrema derecha para desestabilizar y derrocar gobiernos progresistas, como lo demuestra la historia de América Latina, y la que está siendo aplicada en Honduras de manera muy simple: los inversionistas comprometidos en esta conspiración envían al exterior grandes sumas al tiempo que piden a sus bancos muchos más dólares de los que precisan, sin importarles que el resto de los solicitantes, como los micro y pequeños empresarios, se vean obligados a esperar más de lo normal para recibir los que requieren. Y del último paso de esta trama, o sea, de armar el escándalo y crear el subsiguiente pánico, se encargan los medios de comunicación entrevistando día y noche a los afectados para que, de buena o mala fe, culpen al gobierno de la falta de divisas.
Es cierto que hay mucho por hacer. En seguridad, en la ENEE, la CICIH y en varios otros temas. Y, asimismo, es innegable que se han cometido otros tantos errores que es innecesario mencionarlos, porque de esa tarea, lo mismo que de exagerarlos, tergiversarlos y hasta de inventarlos, también se han hecho cargo los medios mediante la feroz campaña que mantienen contra la presidenta Castro desde más hace año y medio. Y a la que se ha sumado la señora embajadora de los Estados Unidos que se la pasa denigrando todo cuanto el gobierno hace, incluso faltando a la verdad, como cuando afirmó, con soberbia imperial, que los fiscales interinos no podían tomar decisiones y que el norteamericano que asesinó a tres mujeres en Roatán no podía ser extraditado.
Sigo sin entender a la distinguida diplomática. Mientras aquí en Honduras hace causa común con la ultra derecha neoliberal, en Estados Unidos la prensa informa que su jefe, el presidente Biden, en su primer discurso ante las dos cámaras del Congreso, “criticó las políticas neoliberales que llevaron a Estados Unidos al colapso financiero del 2008 y llamó a cambiar el modelo económico por uno más inclusivo, justo y solidario. El efecto del derrame en la economía nunca funcionó. Ya es hora –señaló Biden- de que las grandes corporaciones y los más ricos del país, que son el uno por ciento de la población, paguen su parte justa de impuestos“.
En el terreno político, tampoco le ha ido mal a Libre. Al comenzar el tercer año, puede decirse que, haciendo gala de una insospechaba astucia y capacidad de negociación, pudo superar buena parte de las dificultades y obstáculos que en el Congreso Nacional enfrentó su programa de gobierno. En tanto que el BOC sigue en un conveniente “receso”. O, más exactamente, enredado en sus propias contradicciones.
El Partido Nacional se extravió por completo, en vez de depurarse y remozar su ideario y su estructura organizativa, como hacen los partidos dignos de este nombre en todas partes después de una debacle electoral, se dedicó, junto con nostálgicos generales, políticos y empresarios, a incitar a las Fuerzas Armadas a dar otro golpe de Estado, y ante su rotundo fracaso, a urdir triquiñuelas con sus socios para hacerse con la directiva del Congreso Nacional o volverlo ingobernable. En otras palabras, echó a perder un tiempo precioso y ahora solo le quedan dos años para prepararse para los próximos comicios. Y, por si fuera poco, le espera aún más ignominia, si cabe, con la crucifixión de su máximo líder en una corte de Nueva York.
El Partido Liberal parece que comienza a darse cuenta de que la única posibilidad que tiene para no caer en la insignificancia y aun recobrar parte de su antiguo caudal político, se encuentra en retornar a sus orígenes programáticos, vale decir, en volver a enarbolar la bandera de la transformación social que tantos triunfos le brindó en el pasado. Pero vacila demasiado. Sus dirigentes deben recordar que, en política, como en la vida, las grandes resoluciones no se toman a medias ni se dejan para las calendas griegas. En Grecia, por si lo han olvidado, no se habían calendas. Y nadie mejor que Danton, uno de los grandes líderes de la Revolución Francesa, definió lo que se necesita en las cruciales circunstancias de la historia: “audacia, audacia y más audacia”.
Y en cuanto al PSH ¡Qué decir! El magno destino que muchos le auguraban se esfumó en menos de un año, su fuerza legislativa se encogió y ya no le ajusta ni para ser bisagra. Y es que sus diputados, después del rompimiento con Libre, se perdieron como niños en ese intrincado bosque político que es el Congreso Nacional y terminaron confundidos hasta en su propia razón de ser. En efecto, cómo se les pudo ocurrir que iban a salvar a Honduras de la corrupción aliándose con el partido que Juan Orlando Hernández dejó pervertido hasta la médula. O, lo que es igual, ¡con la mismísima corrupción hecha partido!
Tegucigalpa, 4 de febrero de 2024.
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Abogado y Notario, autor de varios ensayos sobre diversos temas de derecho, economía, política e historia; columnista por cuarenta años de varios diarios, entre ellos, EL Pueblo, El Cronista, Diario Tiempo y La Tribuna, y diputado por el Partido Liberal al Congreso Nacional de 1990-1994. Ver todas las entradas
Un comentario
Este analisis nos pone directamente a augurar un desastre en Argentina, donde cansados de la casta no encontraron otra casta doncella que saque al pais de la situacion, equilibrio, equilibrio es lo que se necesita no palabras mal sonantes cono Carajo Zurdos de mierda, o cual, mirado al espejo sonaria como Carajo diestros de mierda.
Cordialmente