Por: Paula Flores
En la historia de la sociología del conocimiento, es sabido que la ideología conservadora surgió para hacer frente al pensamiento ilustrado, a las ideas revolucionarias del siglo XVIII. No obstante, en la actualidad se prefiere evitar el necesario debate ideológico y, en contraposición, se opta por una hipócrita corrección política de la que “todos nos sintamos parte”.
Es de esperar que posiciones cómodas provengan de sectores o agrupaciones a quienes les interesa mantener cierta imagen aunque no se trastoquen las condiciones de fondo del statu quo.
Es por ello que no fue ninguna sorpresa que el colectivo estudiantil Frente presentara un listado de “lineamientos y recomendaciones”, como le llamaron, para participar en el Paro Nacional #20S. Pero hay que llamar las cosas por su nombre y este no es más que un listado de prohibiciones al mero estilo autoritario y conservador, totalmente opuesto a la naturaleza misma de la juventud: de su sentir revolucionario, contestatario, irreverente y combativo.
Promover la protesta social pacífica teniendo como base una imposición de prohibiciones es una aberrante contradicción. Quizá dicho listado sea el reflejo del campo que han ganado los sectores oscuros de la universidad, porque la cooptación no es solo del Estado, es también de las mentes que han llegado a “liderar” el cambio. Esto, asumiendo que se trata de mera ingenuidad o inexperiencia, lo que daría lugar a plantear que, dado que no están preparados, el espacio de representación que ostentan les queda grande.
De lo contrario, ¿desde qué pedestal de superioridad moral nos han hablado? ¿Por qué pretenden restringir las múltiples y genuinas formas de expresión de rabia, de indignación contra una clase política que ha pasado por encima de la dignidad de la vida humana? ¿Por qué creen que son ellos quienes deben dictar cómo (no) se debe manifestar? ¿De qué lado de la historia se van a asumir: del de los sumisos y serviles, o del lado del pueblo aguerrido que defiende sus derechos? Aquí no necesitamos medias tintas, no estamos para tiempos de corrección política.
Pero el cambio no provendrá de los espacios formales sino de las luchas y rebeldías sesudas que se gestan con propuestas críticas y los ánimos inclaudicables de quienes no necesitan figurar u ostentar un reconocimiento público. Porque para construir el futuro bastan los inconformes.
Guatemala 19/09/2017
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
2 respuestas
Respeto la columna de la autora, pero debo de elogiar el papel de los organizadores del S20, que lejos de ser solo un grupo de “anarquistas“, en esta ocasión dieron un ejemplo de comportamiento al tener reglas claras, para que no se les pueda después acusar de vandalismo y darle pie a infiltrados que busquen manchar las protestas pacíficas.
Entre las dédadas de 1950 a 1980 surgieron varios los movimientos «de la No Violencia» (Luther King, Mahatma Gandhi, Monseñor Romero, entre otros) los cuales hoy tendrían que ser ejemplo importante de las luchas pacíficas contra los poderes fácticos que acompañan a estos gobiernos de milicias trasnochadas, que se mantienen como «cuervos que sacan los ojos», de una otrora guerra fraticida, que no era nuestra y que les dió alas para la corrupción y la injusticia.
Un excelente artículo. Gracias a Criterio por darle espacio a nuevas plumas y nuevas ideas .