Por Edgar Soriano Ortiz
Las luces se encienden y apareció una habitación con ladrillos manchados por el tiempo y clamor humano que por estaciones encierra en muros y puertas abiertas y cerradas la incertidumbre, la búsqueda y el miedo.
Es la escenografía realizada por el pintor Marco Licona que invita a pensar el espacio escénico. En segundos entran a escena dos hombres vestidos de “ejecutivos” con portafolios al ritmo de pasos trazados hacia una rutina, camino planificado pero sin fin. Los actores José Luis Recinos y Jean Navarro interpretan a los personajes “hombre 1” y “hombre 2” quienes bajo la dirección escénica el director Tito Ochoa se adentran en la exploración psicológica de la existencia humana.
La obra muestra la fuerza de “Leviatan” representada en los emisarios disciplinarios y controladores de las relaciones de pensamiento y convivencias humanas, dos manos en blanco y negro que sin “razón” alguna ordenan y cumplen.
El texto dramatúrgico del polaco Slawomir Mrozek (1930-2013) es la esencia del lenguaje teatral de la segunda mitad del siglo XX, donde se desarticula los argumentos de la “civilización desarrollada” que con soberbia exponen las fuerzas de la “razón”.
“Razón” mostrada con “humor negro” y profundidad conceptual, el absurdo de las relaciones humanas como mecanismo de imposición en la composición histórica mecanizada por la fuerza de la industria bélica de la especulación multinacional, además de las fuerzas autoritarias burocratizadas por Estados-militaristas que vigilan y castigan las ideas libertarias.
La incertidumbre se apodera de los personajes quienes tienen contradicciones sobre lo que ocurre, no logran determinar las condiciones del lugar al que han sido sometidos por fuerzas incomprensibles. La “libertad interior” es un posible escape para poder permanecer integro según una postura inmediata, luego se dan cuenta que sentarse a esperar o gritar al vacío no detiene las manos surgidas de la oscuridad, verdugos mecánicos, representantes de un orden de despojo y sometimiento.
El Striptease es el baile de una sociedad enmarcada en el absurdo de la “razón” dominante, poder evocante de valores “morales” que desnuda la dignidad individual y colectiva. Convivir libre en un planeta de respeto se vuelve una fugaz idea en el imaginario de las personas sometidas a mecanismos de explotación.
Teatro Memorias nos invita a profundizar en la búsqueda de las relaciones humanas sin mascara, humana y critica frente a una sociedad regida por fuerzas teatralizadas poderosas que ritualizan el dominio de las personas en círculos de apariencias y alienación a los impulsos del mercado.
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Me encanta desafiar el poder y escudriñar lo oculto para encender las luces en la oscuridad y mostrar la realidad. Desde ese escenario realizo el periodismo junto a un extraordinario equipo que conforma el medio de comunicación referente de Honduras para el mundo Ver todas las entradas