Por: Arturo Rendon Pineda
(Tomado de Diario La Prensa el 30 de Julio de 1989.)
”.LOS HEROES ANONIMOS DE LA GUERRA—-.LA BRIGADA DEL DIABLO CONFORMADA POR CIVILES DESARROLLO UNA PATRIOTICA LABOR HASTA AHORA DESCONOCIDA…
”<.Decenas de civiles sorprendentemente fueron ignorados….así, lugares como El Moral, Plan del Rancho, Sinuapa, La labor y el mismo san Rafael de las Mataras, fueron testigos mudos del arrojo patriótico de muchos valientes que cuando llegaron al frente solo pedían a cambio un arma para unirse a la batalla”..- “Uno de estos grupos se llamó “La Brigada del Diablo”, la misma que una vez terminada la batalla en el frente Occidental, también desfilo por las calles de San Pedro Sula junto con las tropas después de 100 horas de combates”.- “Esta Compañía reforzada, estaba formada por 160 milicianos, muchos de los cuales quedaron tendidos en los campos de batalla y fueron enterrados en tumbas sin nombre.…Así se escribió una etapa gloriosa de Honduras en la que civiles y militares se confundieron para defender nuestra soberanía” (fin de la cita)…”<CIVILES INTEGRADOS A LA LUCHA.: Pueden distinguirse a Arturo Rendón Pineda, Rubén Solano Díaz, Eduardo Piña Monsalves y Pedro Castellón entre otros”> Diario La Prensa el 30 de Julio de 1989.
AVIONES MUSTANG BOMBARDEAN SANTA ROSA.-
Aquel día 14 de Julio de 1969 por la tarde, salimos a pasear con la familia a conocer un “drive in” recién inaugurado en el barrio Miraflores justo atrás del campo de aterrizaje de la TACA. Departíamos con mi esposa Elsa mientras tomábamos una cerveza. Serían las 5:30 de la tarde cuando fuimos sorprendidos por el rugir de motores de avión seguidos de ráfagas de ametralladora –a una hora en que ya no había vuelos comerciales. Movidos como un resorte nos apresuramos hacia el exterior del establecimiento y vimos sorprendidos dos aviones de guerra con insignias salvadoreñas haciendo evoluciones sobre la ciudad, al tiempo que disparaban ráfagas de ametralladoras y arrojaban bombas sobre el campo de aviación que pasaba atrás del drive-in donde estábamos con la familia. Con ojos desorbitados por la inesperada escena de guerra y horrorizados vimos saltar la tierra sobre la carretera –muy próximo de donde nos encontrábamos—(a causa de las explosiones sobre el campo de aviación), mientras otro avión en vuelo rasante ametrallaba la ciudad, particularmente el Fuerte Morazán.
Desde la carretera a donde habíamos salido corriendo a tomar nuestro vehículo, vimos como desde uno los torreones del cuartel contestaban el fuego con una ametralladora sobre el aparato invasor: ¡¡Honduras estaba siendo atacada por los salvadoreños!!
Pasados algunos momentos que nos parecieron horas, los aviones partieron con rumbo desconocido; uno de ellos dejando una estela de lo que parecía ser humo, (resultó ser gasolina). Posteriormente supimos que el aparato había ido a caer casi sin combustible en un lugar cercano a la frontera en la república de Guatemala. Pasado el incidente después de dejar a mi gente en mi casa de habitación me apersone al Fuerte Morazan a ponerme a la orden de las autoridades, pero antes, me había comunicado con H.R.N para difundir la noticia.
La “Brigada del Diablo”
Se organizó con gente de San Pedro Sula, entre quienes figuraban el entonces diputado don Odilón Ayestas, Juan Alsina, el líder sindical Rubén Solano Díaz, Pedro Castellón, Eduardo Piña Monsalve (de origen Chileno), y jóvenes cuyos nombres es imposible recordar. El grupo estaba compuesto originalmente por más de 100 personas para colaborar con el ejército.
Ya ubicados en El Portillo de Ocotepeque, nos trasladamos desde El Portillo hasta un lugar denominado La Pedrera, muy cerca de Sinuapa,–ciudad gemela de Ocotepeque. En esa ciudad se encontraban acuarteladas las tropas invasoras que habían tomado la ciudad luego diezmar las filas de la tropa hondureña apostadas en el rio Ticante donde hubo muchos muertos de ambos bandos.
Muy cerca de donde estábamos parapetados cuesta arriba de Sinuapa, caían sobre la carretera las granadas de un cañón de 105 mm que desde el cerro Cayaguanca disparaban los salvadoreños haciendo un ruido ensordecedor que causaba pavor entre los vecinos de Sinuapa. Y entre nosotros igual. Desde nuestro observatorio presenciamos cuando dos días después los salvadoreños le prendieron fuego al cuartel de Ocotepeque.
La noche anterior a la publicitada batalla de las Mataras, dormimos cerca de un sitio llamado “El Mora”l donde entrada la tarde escuchamos una nutrida balacera sobre Las Mataras donde sobrevolaron aviones de la Fuerza Aérea hondureña. El Moral está ubicado medio kilómetro arriba de Las Mataras donde comprábamos comida y refrescos en las casas vecinas.
Quien escribe y tres personas más, dormimos esa noche acomodados en los asientos del automóvil. El dia siguiente mientras amanecía encendimos el radio para escuchar la cadena Nacional de radiodifusión y sorprendidos escuchamos la noticia de que “el Ejército Hondureño se había cubierto de gloria al hacer morder el polvo de la derrota al enemigo invasor en un violento combate que había tenido lugar la tarde anterior en San Rafael de Las Mataras donde habían hecho retroceder a los salvadoreños e incendiado camiones repletos de implementos de guerra”. Efectivamente, desde el sitio donde pernoctábamos aquella tarde-noche en El Moral, habíamos visto sobrevolar dos aviones de La Fuerza Aérea Hondureña sobre San Rafael, escuchando sobre la zona nutridas ráfagas de ametralladoras acompañadas de abundantes disparos de fuego cruzado, al tiempo que los aviones arrojaban bombas, lo que nos hizo recordar una experiencia parecida que nosotros habíamos padecido una vez que fuimos atacados con fuego de ametralladoras desde un bosque cercano. Nos pareció que lo que había ocurrido aquella tarde había sido una incursión aérea contra patrullas de soldados salvadoreños, después supimos que la patrulla hondureña estaba al mando del Coronel Matías Hernández.
.Esa madrugada, en cuanto escuchamos la noticia de última hora, salimos recorriendo la corta distancia que nos separaba de San Rafael y encontrando a nuestro paso tres cadáveres de soldados salvadoreños con todo y sus equipos: fusiles, cascos, yataganes y cinturones con el logo de la Guardia Nacional de El Salvador que guardo en mi oficina como trofeo de guerra.
En cuanto arribamos al lugar del combate, vimos un tractor cavando a orillas de la carretera. No había más personas que el tractorista quien nos pidió arrojar los cadáveres al agujero que estaba abriendo con el tractor. Nos llamó la atención no ver en las cercanías del área a ningún militar hondureño. Luego de enterrar los tres cadáveres continuamos carretera abajo hasta un bosque cerca de Sinuapa.
Más tarde, regresando al El Portillo, frente a Las Mataras encontramos al Teniente Frank Ramírez acompañado de varios soldados que se sorprendieron de vernos muy temprano en el área en que según la Cadena Nacional se había librado el “famoso” combate. El Teniente Ramírez nos requirió para que le entregáramos las armas que recogimos de los soldados muertos “por ser armas nacionales” explico. Obviamente el oficial ignoraba que habíamos estado horas antes en el lugar,–justo cuando comenzaron a abrir las supuestas fosas—encontrando que los únicos cadáveres eran los que habíamos enterrado nosotros temprano de la mañana, mientras el tractor continuaba levantando promontorios de tierra a orillas de la carretera.
La versión que detallamos en el presente artículo, fue comentada en su momento en un programa televisado transmitido en San Pedro Sula por el periodista Gabriel García Ardon (recién fallecido) quien también estuvo en el lugar y que como nosotros llegó a la misma conclusión sobre aquella noticia que pudimos corroborar por haber estado en la escena de la refriega en el mismo sitio donde habían tenido lugar los hechos que comentamos.
Sin ánimos de desmeritar el desempeño del ejército en tal ocasión, ratifico: “no se vieron más vestigios de que hubiese habido en Las Mataras una batalla de la magnitud que divulgo la Cadena Nacional y demás medios de comunicación aquella madrugada”.
Minutos después de nuestra incursión por San Rafael de las Mataras, los militares prohibieron el paso incluso a los miembros de la prensa que habían acudido a cubrir la información. Tiempo después, la Compañía Saopín encargada de la pavimentación de la carretera de Occidente desenterró los promontorios donde pudimos constatar que solo fueron encontrados los tres cadáveres de los soldados salvadoreños que enterráramos nosotros.
Santa Rosa 13 de Julio 2017
-
Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas