Debate sobre el modelo económico chino

República China consolida su posición en América Central

Tomado de SputnikNews

China consolida su posición en América Central gracias al establecimiento de relaciones diplomáticas plenas con la República Dominicana, un paso de gran importancia política y comercial que, por supuesto, no ha pasado desapercibido en Estados Unidos.

En un comunicado difundido por el portavoz y director general de Comunicación, Rodrigo Rodríguez-Marchena, el Gobierno dominicano ha explicado que ha sido una «decisión largamente meditada y consultada con amplios sectores políticos y económicos» del país caribeño, «tomando en cuenta principalmente las necesidades, potencialidades y perspectivas de futuro para el pueblo dominicano». En otras palabras, no ha sido una medida adoptada a la ligera.

El Ejecutivo del presidente Danilo Medina está convencido de que esta resolución «será extraordinariamente positiva para el futuro» de los dominicanos, porque abrirá «enormes oportunidades de cooperación», no sólo en el campo comercial, sino también en el financiero, tecnológico, turístico, educativo o energético.

El sector del turismo —uno de los mayores aportes al Producto Interior Bruto dominicano— se puede ver muy favorecido por esta nueva coyuntura política, teniendo en cuenta que 135 millones de turistas chinos visitan anualmente destinos internacionales y que muchos de ellos lo hacen con un fuerte poder adquisitivo, es decir, gastan mucho dinero cada día que descansan fuera de sus casas.

Antonio Ciriaco Cruz, director de la Escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), consideró que el acuerdo bilateral es ventajoso. «La República Dominicana tendrá y puede tener con China un mayor financiamiento para proyectos de infraestructura, proyectos a largo plazo para carreteras, un mayor aporte para la construcción de presas y plantas de energía. Todo esto puede mejorar la competitividad del sector empresarial. Esa es la tendencia de la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, donde hay importantes inversiones chinas».

La Asociación Dominicana de Empresas de Inversión Extranjera (ASIEX) evaluó como «positiva» la noticia. «Nuestras expectativas con esta apertura diplomática es que sus beneficios se traduzcan en un futuro mediano en mayor generación de empleos formales para la economía dominicana y la creación de nuevas oportunidades de inversión y negocios en armonía con las reglas de competencia nacional y las reconocidas mundialmente», manifestó Patricia Bobea, directora ejecutiva de la organización.

«Nosotros lo que hemos querido estar es del lado de la Historia. No era posible que la República Dominicana siguiera sin tener relaciones con la segunda economía del mundo, que es China», respondió pragmático el presidente Medina cuando aclaró por qué había tomado esa decisión.

China es, efectivamente, la segunda economía global y su base manufacturera y exportadora es líder mundial. Tiene el sistema bancario con más depósitos del mundo, su población es el consumidor con una demanda más creciente de productos y su territorio es tanto el destino como el origen de algunas de las empresas más innovadoras del mundo, en terreno que van desde la inteligencia artificial hasta las ciencias de la salud.

El radical cambio de rumbo implica el reconocimiento por parte de la República Dominicana de que sólo existe una China en el mundo y de que Taiwán forma parte inalienable del territorio chino. Como consecuencia de ello, Santo Domingo ha roto relaciones diplomáticas con la antigua isla de Formosa.

Las autoridades taiwanesas respondieron sin tardanza al anuncio realizado por el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, y su homólogo de la República Dominicana, Miguel Vargas. Acusaron a Pekín de romper los históricos lazos bilaterales con la promesa de préstamos por más de 3.000 millones de dólares destinados a construir viviendas, carreteras, ferrocarriles y otras infraestructuras.

Sin embargo, Taipei practica precisamente lo que tanto critica, pues mantiene en esa zona de Latinoamérica la llamada «diplomacia de chequera», según ha admitido el profesor de Comunicación Política de la Universidad Nottingham Trent, Colin Alexander. «Taiwán construyó o financió la mayoría de los edificios gubernamentales en Nicaragua, así como en El Salvador. En Managua, el palacio presidencial (la Casa de los Pueblos) fue financiado por Taiwán», declaró a la BBC Alexander, autor del libro «China y Taiwán en Centroamérica», publicado en 2014.

La presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, arremetió contra China por «alterar el statu quo de las relaciones en el estrecho» que separa ambos territorios y por la «falta de respeto a las instituciones democráticas» de la isla.

A esta denuncia taiwanesa se sumó el senador estadounidense por Florida, el ultraconservador Marco Rubio, quien acusó a China de «sobornar» a la República Dominicana y pidió que el Congreso de EEUU contribuya con más esfuerzos a contrarrestar la creciente autoridad de Pekín en Latinoamérica.

Pekín rechazó de plano estas acusaciones. «El establecimiento de relaciones diplomáticas solo tiene una premisa: que la República Dominicana respete el principio de una sola China», subrayó Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino. «No hemos cerrado ningún acuerdo y no hay necesidad de ello», enfatizó Hua.

Medina también negó ese extremo. El presidente dominicano señaló que el único compromiso que pidieron a China fue que los estudiantes que tienen destinados en Taiwán sean recibidos por China también en condición de becados y que les reconozcan las calificaciones de las materias que ya habían aprobado.

El propio Departamento de Estado norteamericano estimó que el acuerdo recién suscrito «no contribuye a la estabilidad regional».

Taiwán es un fiel aliado político de la Casa Blanca; su continua pérdida de influencia en América Latina supone un serio revés para los intereses geoestratégicos de Washington en esta región.

Con esta ruptura anunciada, Taipei se queda con tan sólo 19 aliados diplomáticos en todo el mundo, diez de ellos situados en Latinoamérica y el Caribe, que sigue siendo la zona de mayor apoyo a la isla asiática. Esos 10 Estados son Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Haití, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, y Paraguay. Todos ellos decidieron no reconocer a las autoridades de Pekín, cuando éstas ocuparon el asiento de China en Naciones Unidas en 1971, después de que la comunidad internacional aprobara por mayoría una resolución que considera a la República Popular China el único representante legítimo ante la ONU.

El revolucionario paso dado por la República Dominicana —la mayor economía de Centroamérica y el Caribe— hace presagiar un efecto dominó, es decir, que otros países vecinos como, por ejemplo, El Salvador llamen ahora a las puertas de Pekín. Ya lo hizo Panamá en junio de 2017. Y antes Costa Rica. La tendencia parece imparable.

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