Por: Rodil Rivera Rodil
La Secretaría de Trabajo publicó el pasado 5 de junio un comunicado con las regulaciones para la primera fase de la reapertura económica que se inició este mismo lunes. Lo que, por una parte, solo puede calificarse como la culminación del modelo neoliberal en el campo de la salud pública que tenemos, eso es, la privatización de la lucha contra la pandemia del Covid-19. Pues en el comunicado queda claro que la empresa privada asume la responsabilidad de proveer los insumos médicos que se necesitan, y a la vez, que todos sus empleados y clientes cumplan rigurosamente con ellas.
Por otra parte, tampoco puede descartarse que, como algunos piensan, se trate de una estratagema del presidente Hernández para suspender las próximas elecciones. En efecto, si como ya empezó a ocurrir, los contagios se siguen incrementando dramáticamente -se dice que el pico no se alcanzará sino hasta entre julio y agosto- el gobierno se podría ver “obligado” a volver a las cuarentenas, aunque sea parcialmente. Por lo que en septiembre se tendría un pretexto para no convocar a las internas. Y lo mismo podría pasar el próximo año con las generales. El mandatario, pues, no estaría mintiendo cuando insiste en que no será candidato. Cómo iba a serlo, si no habría comicios.
Como sea, la presión de los empresarios ha facilitado al gobierno abandonar, una vez más, su obligación constitucional de proporcionar la apropiada atención médica al pueblo hondureño. Aunque debemos admitir que nunca tuvimos la capacidad hospitalaria y sanitaria para sostener el confinamiento. Porque la que teníamos, en lugar de ampliarla y fortalecerla, la venimos desmantelando desde hace treinta años, desde el primer régimen neoliberal del licenciado Rafael Leonardo Callejas.
Y más importante, quizás, ningún gobernante de extrema derecha aguanta por mucho tiempo la presión de las élites empresariales. Pero, no hay duda, la insistencia de estas le ha caído como anillo al dedo. Ya tiene a alguien más a quien culpar del aumento de muertos y contagiados. Porque es un hecho que, salvo excepciones en las grandes empresas, las demás no van a poder aplicar estrictamente las medidas de prevención, y muchas ni estarán muy interesadas en hacerlo. En un principio, el esquema tal vez pueda funcionar en alguna medida, pero es seguro que en el corto plazo y mediano plazo y sobre todo cuando llegue la total normalización, será inevitable el relajamiento del control gubernamental y el infaltable soborno.
Lo único que quedará, entonces, será la búsqueda de la inmunidad de rebaño. O lo que es igual, el “sálvese quien pueda”. Aunque lo cierto es que el gobierno ya lo está haciendo, según lo reconocen paladinamente sus mismos voceros. He aquí las declaraciones del director del Laboratorio de Virología, doctor Carlos Leitzelar, al diario La Tribuna, aparecidas en su edición digital del 3 de junio anterior:
“Esperamos que en las próximas dos semanas la curva empiece a descender y allí ya estaríamos hablando de que hemos empezado a bajar la curva de positividad, lo que significa que la mayor parte de la población podría estar ya contagiada y eso indicaría ya una inmunidad de rebaño, que ya hemos hablado en otras ocasiones, una inmunidad que es colectiva”.
Y por ello, también es pertinente reproducir las palabras del presidente de la Asociación de Médicos del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) en San Pedro Sula, doctor Carlos Umaña: “No es el mejor momento para la reapertura, porque estamos en la etapa exponencial. Si el próximo lunes la gente sale a la calle “a lo loco”, empezaremos a ver esas escenas dolorosas como en Ecuador”.
Pero volviendo al tema político, que ya empieza a caldear la opinión pública. Quiero creer que la oposición está trabajando en lo que va a hacer si consigue desplazar del poder al gobernante y su partido. Porque la tarea es inmensa. Comenzando por obligarlo a que rinda cuentas de la forma y recursos que manejó durante la crisis, tal como se está haciendo en Italia y en muchos países. Y enseguida, habrá que revertir todo el daño que le ha ocasionado a Honduras al atropellar la Constitución para reelegirse fraudulentamente. Al arrogarse prácticamente todos los poderes del Estado. Y, en fin, al torcer la institucionalidad por la ruta del autoritarismo, del narco Estado y de la más grande corrupción, impunidad y violación de derechos humanos que se haya visto jamás en este país.
Nota relacionada Reflexiones sobre la pandemia (9)
La pandemia nos está dejando lecciones que Honduras no perdonará que se las olvide. Por tal razón, además, habrá que sentar las bases para la sustitución del modelo neoliberal corrupto por uno más justo y honesto. Entre otros mil cambios, el presupuesto nacional debe redistribuirse con la mayor proporción para la salud y la educación. Se debe restablecer la institucionalidad del país. Recuperar las empresas públicas de importancia estratégica, de comunicaciones, agua potable, portuarias, de energía. De repente, no para ser dirigidas por el gobierno sino por entidades autónomas despolitizadas, como se ha hecho en otras partes y aquí mismo en Honduras.
En el caso de la energía, por ejemplo. Cómo es posible que el gobierno se deje chantajear por las compañías privadas que les venden energía eléctrica a precios de mordida. Acaso la Constitución no le otorga la potestad de intervenirlas, nacionalizarlas o expropiarlas cuando lo considere conveniente para los intereses nacionales. O cuando, como está ocurriendo ahora mismo, atentan contra el bienestar de la población cortando la luz a cada rato como arma de presión para que se les pague a como dé lugar, aunque sea con el dinero destinado a la pandemia.
Pero, repito, por desgracia, los regímenes neoliberales siempre dejan chantajear. Sobre todo, si son corruptos.
Tegucigalpa, 12 de junio de 2020
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Muy bien dicho una esperanza grande es que todos nos unamos y saquemos a esos corruptos