Reflexiones del golpe de Estado en Bolivia

Reflexiones del golpe de Estado en Bolivia

Honduras urge resurgir
Por: Carlos Zelaya Herrera

La tragedia que hoy vive Bolivia tras el golpe de Estado del 11 de noviembre contra el presidente Evo Morales, reafirma el carácter cautivo que tiene la democracia en nuestras sociedades mestizas del hemisferio occidental.

Ya no es posible que el estamento militar siga siendo y se presente como garante de procesos electorales presuntamente democráticos y de la transición política, porque la historia cruda y dura muestran que generalmente en cada país el ente castrense es depositario y representante directo del poder imperialista de EEUU.

Contrario a eso, los hechos en Bolivia, el golpe de Estado en Honduras y la injerencia militar para presionar a la justicia por un fallo condenatorio contra el hoy liberado y siempre popular, ex presidente Luiz Inacio Lula Da Silva, colocan al estamento militar, por su propia naturaleza, en una tutela que amenaza a la democracia popular, por legítima y económicamente exitosa que sea, como muestran los 13 años de gobierno de Evo, y los tres de Manuel Zelaya, en Honduras.

Solo habrá democracia cuando sea la sociedad la que garantice la expresión soberana de los pueblos, dijo más o menos el ex presidente de Ecuador, Rafael Correa, y bajo esa premisa subsiste el modelo actual de valores levantado desde los vestigios de la colonia española.

La labor de desinformar de los medios de comunicación pavimenta los acontecimientos para emparejar los golpes de Estado en Bolivia y el del 28 de junio de 2009 en Honduras, contra el ex presidente Manuel Zelaya Rosales, como justificación de que ambos “se quisieron quedar” en el poder.

Sin embargo, para desgracia del estatus quo hoy existen las redes sociales en este mundo de globalización de las comunicaciones que ofrece internet, y la violencia, el racismo y la injusticia de quienes propinan cualquier asonada golpista que sea fluyó con fuerza a través de esas nuevas rutas de información.

La tragedia que apenas se empieza a vivir en Bolivia, y la desgracia que vegeta hoy en Honduras como secuelas de un golpe de Estado, son gritos que nos llaman a la organización, capacitación y movilización que demanda un paro de labores nacional que ayude a ponerle final al desprestigiado e ilegítimo régimen de Juan Hernández Alvarado.

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Dijo el Libertador Simón Bolívar que los Estados Unidos parecen llamados por la Providencia a plagar de desgracias a la América Latina, y con siniestra frescura viene el disloco mandatario estadounidense Donald Trump, a decir que la destrucción de la democracia en Bolivia es un aviso de lo que puede suceder en Venezuela, Nicaragua y Cuba, tres escollos que el imperialismo no ha podido resolver.

Honduras recorre los capítulos más oscuros de su historia presente, con todos los indicadores de criminalidad y violencia social al tope, con la sociedad enferma y militarizada, deformado con el molde de los medios de comunicación, disperso en su voluntad política, ni visión clara de su condición de clase social, con un régimen golpista, ilegitimo, fraudulento, corrupto, vinculado al narcotráfico y expuesto al mundo en una Corte Federal del Sur de Nueva York, no las tiene nada fáciles.

Pero la justicia llega y el ex presidente Lula recuperó la libertad, el peronismo de izquierda recuperó el poder en Argentina; en México Andrés Manuel López Obrador es palabra cumplida y mantiene contacto directo permanente con el pueblo; mientras, en Chile, Ecuador y Haití la lucha social arrecia contra el modelo neoliberal y la política tradicional.
En Brasil, Panamá, Honduras y Costa Rica, en diferente medida y contextos, hubo grandes protestas y las causas aún subyacen en el sustrato de la colectividad.

Una dinámica de reivindicación social de los pueblos que también es una esperanza importante para mantenernos en la lucha, ser optimistas para seguir adelante en el andar por la vida porque siempre lo mejor está por venir.

Y evocando “La Oración del Hondureño”, del insigne poeta, periodista y patriota antiimperialista Froylán Turcios, “Bendiga Dios la pródiga tierra en que nací”, adquiramos conciencia para que como nos organicemos y preparemos para la lucha que le debemos a la juventud y a esta patria, liberarla de la peor calamidad que le ha podido ocurrir, caer en las garras de una narco dictadura militar, corrupta y criminal.

 

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