Por: Filiberto Guevara Juárez
Sin duda alguna el 8 de marzo del presente año 2024, aproximadamente entre las 12:30 y las 13 horas de ese día, la nación hondureña recibió la impactante noticia de culpabilidad del expresidente Juan Orlando Hernández Alvarado (JOH), por tres cargos imputados ligados a la conspiración por narcotráfico a gran escala de cocaína hacia EEUU, que afectó la salud pública de un sector del pueblo estadounidense, al igual que a nuestra nación en muchos aspectos de nuestra vida nacional, y de todos nosotros bien conocidos. Altos funcionarios del actual gobierno estadounidense utilizan la palabra «veneno», para referirse a tan delicado asunto.
Es de suponer, que el jurado constituido por 12 ciudadanos neoyorkinos emitió el veredicto de culpabilidad contra JOH (apodo usado en el juicio); principalmente por el daño a la salud pública de una parte del pueblo estadounidense, ya que cierta parte de su sociedad se está volviendo prácticamente distópica o disfuncional, debido al uso y abuso de sustancias tóxicas para el organismo de un grupo importante del pueblo estadounidense y que va en incremento cada año.
Aunque dicho juicio fue específicamente contra JOH en forma explícita, lo cierto es que implícitamente nos afecta como nación; afectando principalmente al estamento político que nos ha gobernado en las últimas décadas y a un pequeño sector empresarial que se ligó al narconegocio, y hasta se puede decir, que en parte es un juicio contra un sector del pueblo hondureño que manipulado mediáticamente por algunos medios de comunicación masiva y algunos periodistas y comunicadores sociales, que por uno u otro motivo antipatriótico, se han coludido con malos hondureños para mal orientar al pueblo hondureño para elegir a quienes nos han gobernado.
Es por eso, que todos estamos obligados a reflexionar sobre tan delicado asunto de nación y Estado, para que el juicio y veredicto de culpabilidad contra JOH y otros delincuentes hondureños ya sentenciados por los tribunales de justicia estadounidenses; se convierta en una especie de parteaguas de una Honduras antes y después del juicio contra JOH, porque «reflexión es el hecho de considerar algo con detenimiento, para evitar seguir cometiendo los mismos errores».
Naturalmente es doloroso lo que le está pasando al expresidente Juan Orlando Hernández y su familia, que lógicamente no aceptan su culpabilidad. No obstante, “un juicio de derecho se refiere al proceso jurídico llevado a cabo en los tribunales para resolver o imputar responsabilidades legales”. Así que, cuando un jurado de conciencia constituido por ciudadanos debidamente seleccionado para tal efecto, emite un veredicto de culpabilidad contra cualquier imputado de comisión de delito; no debe caber mucha duda, que lo hizo con responsabilidad y sin prejuicio contra el imputado.
Por lo tanto, ahora solo queda esperar la sentencia, y reflexionar sobre lo que pudo haber motivado al expresidente de la República de Honduras Juan Orlando Hernández a hacer mal uso del poder político, que el pueblo hondureño le delegó en su momento.
Se dice de manera especulativa, que usando testaferros su fortuna acumulada en relativamente poco tiempo, asciende a unos 3 mil millones de dólares americanos, porque aprovechándose de su posición de privilegios logró incursionar en múltiples negocios, y se presume, que algunos estarían ligados de una u otra manera al narconegocio. Lo cual debe hacernos reflexionar, que muy probablemente se dejó seducir por la codicia, que hace que los deseos de poseer bienes materiales sean ilimitados. Ya se sabe que todas nuestras necesidades materiales son limitadas, y que para ser felices no necesitamos de muchos bienes materiales, y que una vez satisfechas nuestras necesidades básicas es muy poco lo que necesitamos para ser felices.
Es por eso, que lo que le está sucediendo al expresidente Hernández, debe hacernos reflexionar muchísimo. La Biblia dice, que debemos aspirar a los bienes espirituales sobre los bienes materiales, y nos dice que debemos a aspirar a la vida eterna, que Dios nos ofrece, porque «¿De qué le servirá al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma?” (Mateo 16:26). Los expertos en el tema sobre el juicio contra el expresidente Juan Orlando Hernández, estiman que, una vez emitida la sentencia en su contra, no encontrará eco en su apelación contra dicha sentencia. En ese sentido, es muy dolorosa la condena que le espera, porque ya altos funcionarios del actual gobierno de EEUU como el fiscal general Merrick B. Garland, y la administradora de la Agencia Antidrogas de EEUU (“DEA”) Anne Milgram y el fiscal del Distrito Sur de Nueva York Damian Williams; han dejado entrever, que debido al mucho poder que ostentó el expresidente Juan Orlando Hernández, pudo haber hecho mucho bien, pero en cambio hizo mucho mal.
Se dice, que, por el primer cargo, que la condena puede ser de 10 años hasta privación de la libertad a perpetuidad, por el segundo cargo la condena puede ser de 30 años hasta privación de la libertad a perpetuidad, y por el tercer cargo la condena es de privación de la libertad a perpetuidad. Algunos expertos estiman que por lo menos serán 30 años de privación de la libertad más 2 cadenas perpetuas. También estiman que, si se hubiera declarado culpable y hubiera colaborado con la justicia estadounidense, probablemente solo hubiera recibido una pena máxima de 20 a 25 años de cárcel. Pero, como «Dios escribe derecho sobre renglones torcidos»; lo sucedido permitió que saliera a luz pública gran parte de la podredumbre de corrupción administrativa e impunidad en la cual estuvimos y seguramente aún estamos inmersos como nación.
Así que, estamos prácticamente obligados a reflexionar y enmendar nuestros errores como nación; para que el doloroso juicio contra el expresidente Juan Orlando Hernández, se convierta en un parteaguas, de una Honduras antes del juicio contra JOH, y otra después de dicho juicio.