La batalla por la justicia

Apóstrofe sobre la Honduras del final del juicio

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Hay que tomar conciencia del mérito que nos cupo como resistencia, y ciudadanía en la derrota de JOH, porque sin eso no hubiera habido juicio, y porque en esa capacidad demostrada, puede apoyarse nuestra voluntad colectiva para marchar cuesta arriba. Porque hemos conseguido piso, pero todavía ahora estamos cerca del fondo, sin escalera. 

No creo que la justicia estadounidense sea perfecta, y no creo en la cárcel. Peor en la cárcel gringa, anodina por la mala conciencia con cientos de miles de presos por delitos muy menores. Y aunque otros se preocupen, yo celebro que se reciba este veredicto con cautela en Honduras; que no haya fiesta. No hay nada que celebrar y mucho pendiente.

Lo que viene de suceder en Manhattan no es lo que hubiera querido para Honduras. (Después se lo hubiera podido entregar a una Corte Criminal internacional). Mi final feliz para Honduras hubiera sido que, tres horas o tres días, tres semanas o meses después que entregara el poder que asaltó, y del que fue indigno, JOH, hubiera sido llamado al juzgado y se le hubiera detenido, imputándole sus peores crímenes del Estado que tenía como rehén.

Porque construyó la dictadura desde el poder socavado de las instituciones; persiguió a críticos y opositores inermes, plantando falsos testimonios y pruebas falsificadas; mató, a su conveniencia y ordenó matar a periodistas y a un par de los mejores fiscales, que le habían encontrado el rastro, activistas aún niñas, instrumentalizando para ese fin a la fuerza pública a la que corrompió en el proceso; sobornó a funcionarios que no convenía matar y pervertir instituciones, deliberadamente contaminar a sus colaboradores, con corrupción y saqueó las arcas públicas; jugó con las rivalidades de las pandillas juveniles para e instrumentalizarlas también [para causar caos y justificarla militarización que le daba control personal de la seguridad; secuestró,  por doce años los derechos y los anhelos de los hondureños, a la nación entera, mintiendo desde la más alta magistratura.

Construyó un cartel, eliminando después a los rivales que colaboraban ingenuamente con ese fin. ¡Sus mentiras descaradas de último momento, nos humillaron igual que su dictadura; [1] y ahora nos pusieron en evidencia ante el mundo, puesto que lo toleramos tantos años con la complicidad y amplia colaboración de tantos! Pero en Honduras aún no hay justicia, y JOH es demasiado peligroso para caminar libre en el mundo de la gente decente.  Agradezco que lo detengan un rato.

JOH edificó su Imperio del Mal con mentiras, construyó luego su defensa con mentiras y cayó por las mentiras con que se contradijo en su alegato frente al jurado. Pero a JOH no se le juzgó en EUA por corrupto, no se podía; la norma legal que autoriza  la extradición por crímenes vinculados al narcotráfico NO la autoriza juzgarlo por la corrupción, de exclusiva jurisdicción hondureña. Aunque pretenda negarlo, la tonta comunicación  del PN antes de iniciarse un juicio de ese tipo en EUA un gran jurado tiene que evaluar el caso y la evidencia de la fiscalía para autorizarlo. Luego de concluida la etapa pública del juicio, el pequeño jurado -seleccionado con participación de las dos partes- considera y revisa toda la evidencia. Y en este caso, en más de doce días de trabajo agotador, y doce horas de libre deliberación privada, lo declaró culpable de los cargos y lo sentenciará un juez de fama. Honduras es pequeña. Todos aquí sabíamos que JOH robaba y mataba y mentía. Que había acumulado una gran fortuna, que pervertía y aterrorizaba a la gente, que se robaba las elecciones. No convence a nadie la narrativa exculpatoria del Partido Nacional de que todos somos iguales. Hay manzanas podridas  en las mayores canastas políticas.  Pero en la canasta del PN, hay que lavar las dos buenas que puedan quedar. Y no solo son los partidos políticos, hay que escarbar en las redes burocráticas, la policía y la milicia, entre supuestos empresarios y autoridades locales, en las redes herméticas del periodismo, entre falsos profetas y en el Congreso lastimosamente desprestigiado.

Felicito a los valientes fiscales de Nueva York, que presentaron exactamente los cargos  que querían probar, y exactamente las pruebas que necesitaban para demostrar esos cargos, porque es la naturaleza del cargo, la que determina la prueba.  Y a los claros neoyorkinos que formaron el jurado, aunque me disgusta el tono con que el jefe de fiscales se atribuye un triunfo personal, y amenaza al mundo, sin recapacitar sobre la complicidad de su propio gobierno con los tiranos y la asimetría de la ley. No puede ampararse en que ese no es su papel, debe proteger a la sociedad. Ni, aunque no sea ya parte de sus funciones sobre los problemas de raíz: el problema social que impulsa a su gente a consumir veneno, la demanda, y el problema internacional que genera la falta de oportunidades y miseria, en que se apoya la oferta, que hacen altamente rentable el crimen, y que saca la buena empresa de la competencia.

Por supuesto que resta terminar de entender las profundidades de esta tragedia en Honduras. Ahí hay unos tontos celebrando, por un lado, con una reacción primaria, que los gringos nos hicieran la justicia que nosotros no pudimos, ¿la izquierda? y que tengan preso a un hondureño más, incluso un presidente. Y, por otro lado, lloriqueando después de montar otra campaña, para prevenir la reacción, las secuelas y las consecuencias, la derecha cavernaria  que ahora se quiere atrincherar en otro BOC.

Equivocada la idea simple -en la izquierda y la derecha- de que los EUA que antes apoyaron a JOH ahora lo condenan. No solo es un tema de división de poderes, EUA es una realidad compleja con legados históricos diversos. No apoyaron a JOH, los Estados Unidos, fueron los militares paranoicos del Pentágono, los diplomáticos torpes de Foggy Bottom, los consejeros de seguridad de la Casa Blanca, los reaccionarios del capitolio y la nomenclatura bipartidista, y sus cautivos: presidentes que le dieron la mano, lo colmaron de elogios, fueron y son poderosos. Lo vieron como su hijo de puta secreta, y  su pareja de baile.[2] Pero no estuvieron de acuerdo con su extradición; han estado indispuestos a colaborar, irritados por el juicio en NY desde el primer día, obstaculizaron la presentación de pruebas que consideraron sensibles y están molestos con el veredicto. Para ellos trabaja y para los dueños de las zedes, L. Dogu, hoy más bien preocupada por el crédito internacional; que, en teoría para no herir susceptibilidades, evita mencionar al narco en NY, publicando un relato de los hechos que fundamentaron y ocurrieron en el juicio firmado por la oficina de la DEA en su despacho. Los defensores de JOH siguen allá también. Van a hacer lo que puedan como dicen para controlar daños, no pueden declarar abiertamente sus posiciones contra el juicio, porque sería políticamente incorrecto, e inconveniente ante la elección general inminente en que es crucial el tema migratorio exacerbado por el mal gobierno al Sur.

Mientras que, por otro lado, quienes acaban de condenar a JOH no fueron tampoco los EUA; fueron otros estadounidenses. Una muestra de los  ciudadanos de Nueva York, quienes no son en absoluto representativos, sino más perspicaces y de alto nivel educativo. (Varios jurados tienen títulos universitarios, incluido un abogado y un historiador, que nunca se creyeron, ni por un segundo, las mentiras de JOH o de sus abogados). Se juzgó y condenó a JOH por la iniciativa y esmero de los valientes fiscales de Nueva York, quienes trabajan a partir de la amplia conciencia de su independencia e inspirados por su comprensión de que la interconexión global impone la necesidad de empoderar una justicia internacional, ¿vis a vis el paradigma de la jurisdicción exclusiva decimonónica? (Si los crímenes en cualquier esquina del mundo nos afectan aquí, la justicia aquí también tiene jurisdicción, para defendernos). Y se pudo condenar al reo en ese y tribunal contra amenazas de descarrilarlo, por mérito también del Juez Castel (de filiación republicana), que supo cómo defender su corte, la jurisdicción, contra las presiones políticas, y aseguró sabiamente el funcionamiento expedito del proceso.

Eso no lo entendieron nunca JOH, ni Colon, ni entienden los tinterillos de Tegucigalpa, que el juez tenía acceso a la evidencia que la fiscalía no pudo presentar en público, como las conversaciones grabadas que comprometían a fuentes de la CIA  y otras pruebas que no presentó el fiscal, porque no necesitaba, y se la reservaba, para otros casos venideros.

Tampoco mucha gente entiende que, si Trump accediera de nuevo a la Casa Blanca, después de sortear sus propios juicios pendientes, y perdona a JOH, la decisión de retornarlo a Honduras sería una decisión política delicada, porque sabe demasiado y desconfían de él, la CIA y la legión de sus socios, y  exempleados. Y si regresa hablando, los fiscales hondureños lo estarán esperando con chaleco, casco y cadenitas tobilleras relucientes, al pie de la puerta del avión. Claro que urge la CICIH. Complace incluso el humor negro del hondureño. (Hoy me mandaron un meme precioso con una urna funeraria, muy elegante, de mármol gris, cruzada con una banda negra que reza Volverá).

Pero negar que hemos avanzado es sospechoso. Lo sacamos y aunque igual será difícil podemos impulsar un proceso de regeneración nacional invitando a otros actores, políticos y no partidarias a participar. En todo caso es de rigor para la fiscalía seguir todas las pistas que han trascendido; definir las líneas de investigación que tengan posibilidades de fructificar; abrir expedientes de investigación a los implicados dentro y alrededor del juicio, empresas agroindustriales, arroceras y mineras, de comunicación y servicios que afectaron a sus competidores, las personas incluso, ahí se mencionó a media docena de ex ministros, diputados, alcaldes, oficiales y Juan propuso casi a 60 testigos, de los cuales solo 5 estuvieron dispuestos a testificar a su favor (¡tú tampoco Marvin!), a pesar de que se beneficiaron  de él. Después, a los que confiesen  o sean condenados en juicio hay que asignarles una pena y condenarlos, a que la cumplan reparando daños, y en servicio a la comunidad. Hay que explicar lo que pasó y reconciliar a la gente, juntar los jirones de esta Honduras rota. Y solo se puede a partir del reconocimiento de lo que ocurrió ya y de que no hay otro camino más que justicia y unidad.

Seúl, 12 de marzo de 2024


[1] Viejo tema. A fines del 2015 escribí un primer ensayo sobre Juan y el Lobo; un segundo se tituló La Ruta y las mentiras de JOH ante el Orbe, a propósito de su discurso ante NNUU, 27 de Noviembre 28 del 2016 en El Libertador; luego publiqué una tercera variación sobre el tema Las noticias y las mentiras de un día o dos generales que se reprodujo en Criterio.hn, aunque asimismo en Tiempo Digital y El Libertador. Y frente a la reelección inminente, publiqué el 10 de Octubre de 2017, una cuarta entrega titulada La Fábula  de Juan y el Feroz New York Times, en Criterio.hn. y luego El LibertadorTiempo Digital. Muy poca gente lee estos artículos.

[2] bailan con sus monstruos declaré al periódico Harvard Crimson en Agosto 2009 y luego D.F. repitió esa frase varias veces

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