Tegucigalpa, Honduras. Martina Pérez (nombre ficticio por motivos de seguridad) se encontraba sentada en una pequeña oficina, con la timidez y la desconfianza de quien carga una historia difícil de contar. Fue víctima del reclutamiento de maras y pandillas, captada desde su salón de clases, por jóvenes de su edad.
Lo ocurrido a Martina no es un caso aislado, es el reflejo de la realidad que durante años han enfrentado miles de niños, niñas y adolescentes en Honduras, ante el crecimiento de las organizaciones criminales, que se presentan como una salida obligada frente a la pobreza, la falta de oportunidades y la ausencia de la familia.
La niñez y la adolescencia hondureña están expuestas a múltiples fenómenos que, en su mayoría, carecen de respuesta estatal, lo que las deja en situación de desprotección y a merced de las organizaciones criminales.
Una de las problemáticas que afecta mayormente a este sector vulnerable de la población, son las muertes violentas. De acuerdo con datos del Sistema Estadístico Policial en Línea (SEPOL), del 1 de enero al 16 de agosto de 2025 se han registrado 199 homicidios a nivel nacional, que en su mayoría corresponden a víctimas en edades de 0 a 21 años.

Lea también: Muertes violentas y desaparición forzada: la realidad de la niñez y adolescencia en Honduras
LA VIVENCIA DE UN RECLUTAMIENTO
Martina, quien al momento de los hechos tenía 13 años, contó a Criterio.hn, que en su caso, el reclutamiento sucedió a lo interno del instituto en el que estudiaba, por parte de un grupo de compañeras con las que en ese momento decidió entablar una amistad.
La joven relató que al principio desconocía los vínculos que tenían sus entonces amigas; sin embargo, pronto comenzaron los abusos, le exigían dinero, le quitaban el teléfono y lo revisaban, además la sacaban del instituto para obligarla a participar en actividades bajo amenazas.
Martina explicó que, aunque nunca estuvo de acuerdo con lo que la obligaban a hacer, actuaba por temor, pues la presionaban con involucrar a su hermano, que también estudiaba en la institución, y la intimidaban con sacarla del país o incluso con la posibilidad de matarla.
La joven afirmó que ella no era la única, ya que dentro de la misma institución había varias víctimas que estaban siendo manipuladas por otros estudiantes, quienes formaban parte de una red interna dedicada a la realización de distintas actividades criminales.
“Finalmente tuve que hablar con mi mamá, interpusimos una denuncia, salí del instituto, y tuve que mudarme de donde vivía”, afirmó.
Martina agregó que, al interponer la denuncia, fue revictimizada por el fiscal a cargo, lo que la desmotivó a continuar con el proceso. Aunque se realizó un cambio de autoridad y la investigación continuó, no volvió a tener información sobre el caso.

Podría interesarte: Menores de edad entre los capturados por extorsión durante el estado de excepción
SITUACIÓN ACTUAL DE LOS RECLUTAMIENTOS DE MARAS Y PANDILLAS
Para indagar sobre las tácticas empleadas por las estructuras criminales en el reclutamiento de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, Criterio.hn intentó contactar al vocero de la Dirección Policial Anti Maras y Pandillas (DIPAMPCO), Mario Fu. Aunque aceptó la entrevista, hasta la publicación de este artículo no proporcionó ninguna respuesta.
Otra autoridad con la que este medio buscó comunicación fue Sua Martínez, directora ejecutiva de la Comisión Interinstitucional contra la Explotación Sexual Comercial y Trata de Personas (CICESCT), institución que registra rescates relacionados con el reclutamiento de menores, pero tampoco ofreció respuesta alguna.
Aunque esta última no ofreció respuestas, este medio digital logró acceder al registro de víctimas de trata de la CICESCT, que detalla que, en los últimos tres años, se han rescatado a ocho hondureños y hondureñas captados por organizaciones criminales para delinquir, siendo 2025 el año con el mayor número, con cinco casos documentados.
Lea: Trata de personas: un delito que avanza entre la impunidad y la falta de personal institucional
RECLUTAMIENTOS PODRÍAN REPORTAR AUMENTOS
El criminólogo Gonzalo Sánchez señaló que las maras, las pandillas y el reclutamiento de menores deben analizarse desde una perspectiva social, pues tienen su origen en fenómenos como la migración y la desintegración familiar.
Sánchez explicó que cuando hay pérdida del vínculo, el apego y el afecto familiar, las maras y las pandillas aprovechan esas ausencias, prometiendo amor, cariño y protección, haciendo que las víctimas se sientan parte de un núcleo.
El especialista afirmó que, aunque el reclutamiento ya no tenga la misma visibilidad que en años anteriores, podría estar en aumento debido a la salida masiva de caravanas migratorias, lo que provoca la ausencia de madres y padres en los hogares y representa un escenario propicio para que las pandillas capten un mayor número de víctimas.
El criminólogo expuso que el hecho que no se hable de reclutamiento por parte de estructuras criminales no significa que ya no ocurra, sino que estas han cambiado sus formas de operar, lo que hace que las estrategias que emplean pasen desapercibidas.

POSIBLES SOLUCIONES
Javier Acevedo, director ejecutivo del Centro de Investigación y Promoción de los Derechos Humanos (Ciprodeh), explicó a Criterio.hn que, para evitar que se sigan registrando estos casos, es necesario poner fin a la ausencia del Estado.
Acevedo argumentó que es necesario que exista una mayor presencia del Estado en los barrios, colonias, aldeas y caseríos del país, y que esta se debe ver reflejada en oferta educativa, servicios de salud, recreación, y mejores oportunidades.
Otra de las propuestas del jurista es la creación de guarderías que brinden a las familias un espacio seguro y confiable para dejar a sus hijos, una medida que, a su criterio, representaría un importante impulso en la prevención de la criminalidad.






