La batalla por la justicia

¿Quo vadis Centroamérica? Otra vez estática… y en vilo

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Se anuncia que el gobierno de Estados Unidos ha comprometido ¡4.5 mil millones de dólares de inversión para el Triángulo Norte! bajo el nuevo programa [1] para el área, cuya autoridad encargada (bajo responsabilidad de la vicepresidenta Harris) está de visita en Guatemala, y se acercará por aquí, la próxima semana. Aun desacoplando el Cono Sur para sus fines, hay un claro intento de rescate de los controles coloniales en la región, que se quedó a la deriva desde hace casi tres lustros o cuatro en manos del narco. Esos anuncios siguen siendo de buenas intenciones, pero son consistentes con la estrategia que hace ver la Embajadora Dogu cuando explica por qué ella se opone a la legislación solidaria con el obrero y a la que protege la seguridad energética: atraer capital es lo importa, lo prioritario, lo demás ¿hay que ponerlo en segundo plano?

Mientras tanto como el resto del planeta, Centroamérica vive un tiempo peligroso, cuando se anquilosan las tensiones mundiales y el calentamiento global incrementa la ocurrencia y gravedad de fenómenos a los que el istmo y El Caribe son susceptibles. Inserta la región sin remedio en la esfera hegemónica de la superpotencia, que juega -de nuevo- a la guerra en la Mar del Sur de China (cuando Rusia, China y Sudáfrica realizan ejercicios navales en el Índico) y en Ucrania, donde cada día están más involucrados los miembros de la extinta comunidad Soviética y, de otro lado, los aliados de OTAN.

Sobrextendida a largo y ancho del globo; lastrada por problemas económicos estructurales (la deuda y la emisión incontinente) y polarizada, entre visiones políticas inconciliables, incluida la de quienes niegan el calentamiento global, pero creen: en teorías conspiratorias sobre las pandemias, que la migración es su enemigo, que el desarrollo de terceros es una amenaza mortal y que ¡pueden ganar una guerra nuclear! Sin ver la pauperización de su gente y la conspiración efectiva del Complejo Industrial Militar, los bancos, Wall Sreet, y la CIA.[2]

¿Viene desde esas latitudes un tsunami de la economía global? Centroamérica está en otra liga. Solo se toma nota de nuestra calamidad cuando hacemos mucho ruido o llegan a los altos muros de Trump, miles de desplazados en caravana. Pero las constelaciones del poder mundial determinan nuestro entorno decisivo. Casi es un anacronismo, un pasado que se repite contra la naturaleza de la historia. En todos nuestros países han aumentado los precios de lubricantes y combustibles, las medicinas y los alimentos, de los fertilizantes y agroquímicos indispensables, que importamos, mayormente desde EUA, aunque esas importaciones estaban en proceso de diversificarse.

Así, nuestra sumisión queda revalidada en la nueva guerra, como antes en cada guerra mundial se gestó y consolidó la dependencia. Al mismo tiempo, mientras sigue aliado y sometido, y funcionando aún, incluso a su pesar, como un sistema de vasos comunicantes en que los países comparten rasgos y dilemas comunes, cada cual, con su peculiar idiosincrasia, el istmo luce como un posible dominó geoestratégico a prevenir, al que hay que congelar. Despoblado y con muy bajo desarrollo, Belice no cuenta. Guatemala, de los nuestros, el país con la economía más grande ha conseguido estabilizarse y una recuperación de su producción, con crecimiento de 8%, y más exportaciones, incluidas las del crimen internacional. Eso no alcanza a traducirse en mejora general, menos para los sectores postergados, o reducción de una pobreza de más de 60%, porque se mantienen índices de inequidad extremos, entre los peores del globo.

Los optimistas hablan de transición a la democracia, pero se inicia un ciclo electoral con la inhabilitación de candidatos opositores con los más inverosímiles pretextos, mientras los favorecidos son los colaboradores y favoritos del gran capital y de los militares etnocidas. Ese país vive una profunda degradación institucional, después que intentó sanear (con ayuda de una misión de la ONU, expulsada sin ceremonia) el violento orden político corrupto que en todas sus ramas, favorece el dominio oligárquico, el narco, la concentración de la riqueza; mientras se prorroga -contra la ley- para prevenir toda evolución, su Corte Suprema, de la cual han sido víctimas: periodistas, jueces y defensores, injustamente encarcelados, perseguidos o exiliados, que se atrevieron a mencionar la corrupción. Después del cambio de régimen y caída del reo ladrón de Juan Hernández, que dejó al país con un 70% de pobreza, Honduras transita por una ruta incierta aun; por la desarticulación sociopolítica y por las dificultades de un gobierno popular, que tiene que partir casi de cero y enfrentar con muy poco recurso y expertisse inmensos retos, presiones y carencias.

El gobierno de izquierda nueva de Xiomara Castro –que no ha recurrido al autoritarismo, aunque Juan grita dictadura y comunismo porque no puede decir corrupto y los poderes fácticos le sirven de resonancia- ha conseguido recién una importante victoria al cambiar la Corte Suprema de Justicia, que podría reconstruir un Estado de derecho. Para estabilizarse sigue necesitada de un consenso en el Legislativo y de calor del pueblo, de confianza pública contra las manipulaciones mediáticas. Y para eso tiene que avanzar en la solución de problemas básicos.

Si fuera efectivo el aumento de casi 10% al salario mínimo pudiera aliviar la situación en el pequeño sector formal del proletariado, pero no resuelve los más graves problemas de desempleo y falta de medicina y servicios de salud y de seguridad integral. El gobierno no alcanza a comunicar una visión convincente, a formar los equipos coordinados que avancen esas tareas impostergables, no despega, y la población pierde paciencia. Está quieta.

El Salvador lo tiene todo; vive un régimen autoritario, acusado de concentrar todos los poderes en la muy popular presidencia de Bukele, después que, en la legislatura, su Partido mayoritario sustituyese contra derecho a los jueces de la Sala Constitucional, y esa Corte facultará la ilegal reelección. El Salvador redujo antes su pobreza a 30%; sigue siendo hoy uno de los países menos desiguales del Continente y tiene la sociedad más balanceada y cohesionada del istmo. Ha conseguido imponer Bukele una seguridad aplaudida a costa de encerrar como delincuentes a la mitad de 100 mil mareros, sin encontrar todavía ni remediar la raíz del mal que los reproduce. Pero la pobreza avanza de nuevo desde hace un par de años, y se empeora por el encarecimiento, la inflación con salarios y pensiones congeladas y un hacinamiento agravado en las ciudades; aún migración. Por la vía de abatir la corrupción y ser completamente responsable, Bukele ha conseguido reflotar su deuda, pese a Washington y nuevos financiamientos que le permitirían avanzar, sin que esté claro por dónde y hacia qué metas: ¿a Egipto o a la Estepa Rusa? Pulgarcito no sabe dónde va, y está en jaque.

Nicaragua parece igualmente desubicada en un impasse insalvable. Sufre una dictadura odiosa, sin careta, que se define como izquierdista, aunque convive con una empresa privada cómplice e irresponsable; de un déspota desquiciado que no conoce límite a su arbitrariedad y atropella los derechos y libertades universales. Igual que antes buscó JOH en Honduras, y el régimen fascista de Giamattei en Guatemala, Ortega ha instrumentalizado una vez más a las Fuerza Armada (degradada en guardia pretoriana), ha inhabilitado a los políticos opositores para las elecciones y encarcelado a sus críticos relevantes, incluidos a los más prestigiosos sandinistas, antes de complacer a Washington con soltarlos y exiliarlos; despojándolos de bienes e identidad y ataca envalentonado a los Obispos, a los que quien sabe si no defienda la Virgen María antes que el Vaticano. Pero patina sin avanzar con sus grandes proyectos, y no consigue un crecimiento sólido y estable. La peor señal es que ya tiene un éxodo masivo de migrantes que se unen a los del resto del istmo en caravanas, lo que antes había conseguido evitar. Nicaragua sabe que no va a ningún lado. Panamá importa porque no hay otro canal, ni mejor sitio para lavar, pero no tiene otro proyecto cuando el comercio mundial ya rebasó con mucho su monopolio canalero.

La supuestamente democrática Costa Rica no logra recomponer a sus partidos después de la declinación de Liberación Nacional, por corrupción igual que en los demás, y no ha vuelto a conseguir gobiernos con apoyo general. Aunque es la nación del istmo que instituyó una seguridad social efectiva y logró un mayor crecimiento continuado desde fines del s. XX, cuando alcanzaba ya un ingreso medio sostenido con un percápita que dobla al promedio de los demás, enfrenta ya un grave problema de pérdida de valor de salarios y pensiones, y aun de desempleo incluso cuando hay tareas que deja a los nicaragüenses a los que resiente: y si la lógica descrita de un ciclo mundial negativo se cierra, será igualmente la que más sufrirá por alta si diversificada dependencia externa, producto de su estrategia de crecimiento al exterior fuera del istmo.

Y entonces el offshore, ¿no era la solución? ¿Goza hoy la Suiza de América la calma perfecta que antecede a…? Como el resto de la Centroamérica, de la que se retira y desvincula, Costa Rica duerme bajo una espada de Damocles y no va a ningún lado: Pasaron 1,2,3,4, 5 centurias ¿Qué será que no ven? Que por separados son tan chiquitos tan chiquitos… que no pueden navegar.

El Carmen, 19 de febrero de 2023

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