Por: Magdiel Midence/criterio.hn
Tegucigalpa.-Gaspar García, oriundo de un pueblo de tierra adentro, llegó a Tegucigalpa con la idea de convertirse en mecánico industrial y así lo hizo. Al finalizar sus estudios en INFOP, comenzó por tener una familia, trabajar en un par de agencias, desarrollando habilidades en su oficio que lo llevaron a fundar su propia empresa en la colonia Flor del Campo, donde daba oportunidad de trabajo a poco más de cinco personas que eran cabeza de cinco familias distintas.
Pasaron los años, las pandillas peleaban territorio, Gaspar, hacía crecer su cartera de clientes y el momento llegó. Los pandilleros llegaron a su taller de soldadura a exigir que se les diera un “impuesto de guerra”, él se negó. Entonces los ahora dueños de las calles, integrantes del barrio 18, decidieron amenazarlo con dañar la integridad de su familia y así quedó desierto lo que un día fuera un taller próspero, Gaspar decidió migrar.
Él sabía que de nada servía poner denuncias u oponerse: Ya habían muerto barberos, pulperos, vendedoras de tortillas y arrendadores inmobiliarios en esa zona. La policía, el Estado, los congresistas y la justicia son ideas que no existen y si existen parecieran no tener voz ni voto cuando una pandilla decide llevar a cabo una masacre, eso no lo conocen los políticos porque no viven en el barrio, pero “El Barrio les aporta su granito”, según conjeturas de manejo público.
Estas acciones, parecieran estar conectadas a otras acciones de carácter más exclusivo: la política; gas lacrimógeno, personas heridas, periodistas asesinados, antorchas que gritan la salida de un presidente que más que presidente (con minúsculas), pareciera el alter ego “del cabo”.
Entre tanto desorden social, órdenes de despidos masivos de maestros y de médicos, el Instituto de Formación Profesional (INFOP), institución que formó a Gaspar y a otros tantos millones de personas que no habrían tenido oportunidad de crecer como profesionales y menos aún de generar empleos. Esta entidad que ha sido de tanta utilidad para el desarrollo del país, está siendo «llevada de encuentro» por los dueños del partido de gobierno quien ha comprado desde congresistas hasta sindicalistas, según denuncian las redes sociales.
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Tres mil estudiantes a tiempo completo estarían quedando sin oportunidades a nivel nacional. El gobierno de Juan Hernández ha prometido empleos, educación, mejoras en temas de salud; las marchas, cierres de calles, paros, protestas y demás señalan hoy 27 de marzo que algo no anda bien. “Qu’il ne marche rien” (como se diría en el francés), El cierre del INFOP es un prisma en el sistema ocular del país que refleja el devenir del hondureño común, cegado de sus derechos y ya no hablemos de privilegios.
Mauricio Oliva lo ha dejado claro, con la aprobación de la Ley de Reestructuración y Transformación del Sistema de Educación y Salud, el gobierno no está a favor del trabajador ni del nacionalista de a pie. El gobierno del Doctor Oliva (mercenario grita el pueblo a las afueras del Congreso), está a favor de sus propios intereses emprendedores.
La asociación de madres y padres de familia se muestra preocupada por esta situación y apunta a que el estado comete agresiones activas y pasivas en contra del estudiantado. Julio César Pineda, Secretario de Comunicaciones de la sociedad de Padres de familia, llama a la unidad del pueblo hondureño puesto que el cierre de esta institución, causaría un fuerte agravio a la educación nacional; formal e informal y una ola masiva de despidos, que ya se prevé con lo sucedido antier por la tarde al interior del Congreso Nacional.
Entrevista a Julio César Pineda, Secretario de Comunicación del INFOP
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
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