La persistencia del entuerto

¿Qué hacer?

Céteris Páribus

Por: Julio Raudales

«Sábete Sancho, que todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal sea tan durable y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está muy cerca.»

Don Quijote de la Mancha.

En pocas horas, las campanas de la catedral de la antañona Comayagua darán su tradicional resonar indicando el final del año y el paso a 2019.

Al momento de escribir estas líneas, quizás la mayoría de las familias espera con ansias la noche para, entre abrazos y parabienes, desearse lo mejor en el inminente futuro. Yo, que debo cumplir la promesa que hice a mi amigo Jorge Burgos, reflexiono y no puedo más que hacerme tres preguntas:

Sobre el pasado ¿Qué sucedió?, Sobre el futuro ¿Adonde vamos? y, -aquí lo mas importante- sobre el presente ¿Qué hacer?

Acerca de lo sucedido se ha escrito mucho. Pero debo decir que, hacer una interpretación objetiva y sobre todo útil nunca es fácil. Zhou Enlai, el famoso primer ministro de la República Popular China, a quien alguien le preguntó en 1949, sobre qué pensaba acerca de la revolución francesa respondió: “es muy pronto para hacer un juicio”. Sin embargo, renunciando al pudor, me atreveré a escribir algunas líneas para hacer un juicio, somero si, y pretenciosamente equilibrado, con el fin de buscar alguna luz que nos permita visualizar un sendero adecuado que tomar.

Las estadísticas sobre la percepción que los hondureños tenemos acerca de nosotros, nos ubican en muy mala situación. De acuerdo con el Índice Global de Felicidad que publica Naciones Unidas, nuestro país ocupa el lugar 72 en un ranking de 156 naciones. Podríamos decir que no estamos tan mal, si no fuera porque somos el país “menos feliz” de Latinoamérica salvo Venezuela, 8 puestos por debajo de Paraguay y nada menos que a 31 escalones de Nicaragua (lugar 41) y a 59 de Costa Rica (lugar 13), que es, según la ONU, el país mas feliz de Centroamérica y uno de los más dichosos del mundo.

¿Por qué utilizo este índice para analizar lo que sucedió? Pues, porque a diferencia de la mayoría de las mediciones que se realizan a nivel mundial, ésta se afinca en la autopercepción de los ciudadanos; pero, sobre todo, porque resulta que hace apenas 12 años, nuestro país estaba entre los primeros 30 mas felices del mundo y creo que este descalabro, amerita algunas respuestas.

Es evidente que la respuesta mas clara tiene que ver con la certeza que en general, los hondureños tenemos, acerca de lo poco que vale nuestra voluntad, frente a una pequeña y abyecta logia de políticos abigarrados y nocivos, distribuidos ahora en al menos 3 partidos.

La forma en que desde el 2007, esa pequeña masa de energúmenos ha venido espoleando cada vez mas profundamente la voluntad de aquellos a quienes deberían de defender, ha llegado a ser insoportable y, por tanto, a producir un terrible sentido de desolación que nos ha empujado al punto de querer huir de nuestra tierra.

Luego del 2006, tras la aprobación de la Ley de Participación Ciudadana, un hálito de esperanza germinó en la ciudadanía. Podía ser este el primer paso en la construcción de una democracia de ciudadanos. Pero los funestos hechos de los apandillados metidos a políticos, no solo determinaron el rompimiento del orden constitucional en 2009, sino que demostraron que cualquier instrumento creado, no hará mas que servir de machete para destrozar con él, cualquier resquicio de búsqueda participativa.

De ahí en adelante todo ha sido escoria: Un Plan de Nación que en teoría buscaba el desarrollo por la participación fue visto de soslayo y solo sirvió de excusa para validar un gobierno corrupto como el que mas; una serie de acres violaciones hasta de lo mas sagrado, así como la implementación de políticas extractivas, provistas de filosos colmillos tributarios y envenenados regalos en forma de dádivas, que solo buscan reafirmar el bienestar de unos pocos, a cambio de mantener a las mayorías adormiladas.

Eso pasó.

Sobre el ¿adonde ir? para que lo pasado no retorne, se puede y debe escribir un montón. Al fin y al cabo, ya los antiguos decían que no hay viento bueno para un barco sin rumbo. Será necesario establecer con claridad de hoy en adelante, cual es la Honduras en la que deseamos que crezcan nuestros hijos, aquella en la que la gente no tenga que migrar para buscar una felicidad que no le dará su propio patio.

Al respecto, las cifras oficiales nos dicen que el país recibirá en 2019, casi 6 mil millones de US$ por exportaciones, 4,800 millones de US$ por remesas y 1,300 millones US$ por inversión extranjera directa. Las importaciones de más de 10 mil millones de US$ solo nos permitirán crecer en un 3,7%. Algo pasa con nuestra productividad y es allí hacia donde debemos apuntar.

El mayor problema de los hondureños es que nuestros esfuerzos ¡y vaya que los hacemos!, no nos permiten ganar lo suficiente. Eso se llama baja productividad y se debe a que somos muy poco competitivos en relación con nuestros vecinos. Para revertir esto, es necesario apostar por la educación. ¡Pero en serio! No cambiando ministros y directores a lo loco, sino utilizando con inteligencia el `presupuesto.

Por supuesto que el esfuerzo se debe complementar con buenos servicios de salud y una infraestructura de buena calidad, sin corrupción se puede lograr.

El ¿Qué hacer?, frase que inevitablemente me lleva a la inmortal novela del poeta ruso Chernyshevski, escrita en 1862 y de gran inspiración en los revolucionarios rusos de esa época y posteriores. Incluso Vladimir Lennin escribiría tiempo después un tratado homónimo.

Qué hacer, implica sobre todo recuperar nuestra mal habida democracia. Y entiéndase esto, hacerlo con eficacia, logrando que el término lleve un apellido: “Republicana” No puede haber buena democracia, es decir, democracia que funcione, si no va implícita la división de poderes, la libertad de expresión, vigilancia ciudadana y sobre todo participación.

No sigamos en la queja cotidiana que nadie escuchará. Entremos a la escala de las naciones libres y desarrolladas de la mano de nuestra ciudadanía. Pero eso implica organizarse más que escribir “memes”, comenzar a cambiar nuestros hábitos, para presionar a las autoridades a hacerlo y, sobre todo, entender que “Roma no se construyó en un día”.

La profecía de Don Quijote se cumple siempre, pero no sucederá si nos sentamos a esperar a que el viento amaine. Los mejores momentos de un país, se dan cuando más peligros acechan a los ciudadanos.

Hoy es ese momento. Vamos a trabajar y a hacer que el 2019 sea el año del inicio de nuestro bienestar. ¡Nadie hará por los hondureños, lo que no seamos capaces de hacer por nosotros!

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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8 comentarios

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