Por: Redacción CRITERIO.HN
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La situación es terrible, y mientras en la capital las autoridades dedican su tiempo a defenderse de las acusaciones por la corrupción generada con el manejo de los recursos públicos destinados a combatir la pandemia del Covid-19, la comunidad miskita de Brus Laguna se muere a causa del abandono gubernamental.
Brus Laguna, situada en el eternamente marginado departamento de Gracias a Dios, solo cuenta con dos profesionales de la medicina y cuatro enfermeras auxiliares, que les hacen frente a las atenciones que requieren 16 mil habitantes. De ellos, 475 son sospechosos de portar el virus del Covid-19, dos ya han fallecido y varios en la comunidad compiten para para alcanzar el turno y conectados al único cilindro de oxígeno que existe en la zona.
La situación se agrava, porque el centro de salud es demasiado pequeño e incapaz de albergar a los pacientes que a diario llegan demandando servicios de salud. Tampoco hay medicinas, ni materiales de bioseguridad para atender a los sospechosos de Covid-19. De todo el municipio solo en el casco urbano hay un centro de salud con médico, mientras que en el resto lo que existe son centros de salud rural (CESAR), que solo son atendidos por una enfermera.
La doctora Iris Laínez, una de las sólo dos profesionales de la medicina que ha nombrado la Secretaría de Salud en ese municipio, asegura que en el centro de salud que ella atiende, ya fallecieron dos personas y que, a nivel regional, al menos 25 han fallecido por falta de atención de calidad.
La doctora se queja porque la Secretaría de Salud no ha sido capaz de dotar a esa zona del personal médico y de enfermería suficiente, ni de los insumos necesarios para darles atención digna a una población que se muere por no contar con recursos económicos que le permitan trasladarse al hospital regional, situado en la cabecera departamental, Puerto Lempira, donde posiblemente sí tengan suficiente espacio, medicinas y los equipos necesarios.
Ella asegura que varios pacientes han fallecido en sus casas por no contar con 10 mil o 15 mil lempiras que es lo que se gasta en movilizarse vía marítima. Y sostuvo, que, por el abandono de las autoridades, en su centro de salud, lo más que pueden hacer es referirlos al hospital regional o darles una receta para que los pacientes compren las medicinas. Denunció que en el centro de salud solo tienen un manómetro, que es el equipo necesario para utilizarlo en las personas que para salvar sus vidas requieren de oxígeno
Ella dice que, por esa precariedad, con un cilindro de oxígeno atienden hasta a cuatro pacientes. “La situación es aterradora, y ha habido momentos en que tenemos cuatro y nos ha tocado quitarle el oxígeno a una persona que ya está estable para ponérselo a otra, pero en ese momento también ingresa otro paciente que necesita oxígeno, pero si llega una persona grave y hay otra persona grave con el oxígeno, ¿cómo se lo voy a quitar?”.
“Como médico me dan ganas de llorar y solo me pregunto, ¿Dios mío santo que hago? porque si les quitó el oxígeno se mueren, hay una embarazada, una abuela, un joven de 30 años, una persona de 45 años y solo tengo un tanque de oxígeno, decidirse es desgarrador para nosotros”, continuó la doctora Laínez. Agregó, que es una situación inhumana la que viven el paciente en ese lugar.
Asimismo, dijo que la Secretaría de Salud y el Sistema de Gestión de Riesgos no los han dotado de los equipos de bioseguridad y que por esa razón ya llevan tres semanas reutilizando los mismos materiales de protección.
Informó que, por falta de personal, para ellas no hay descanso ni fines de semana, que, de lunes a viernes, diariamente están atendiendo entre 40 y 45 pacientes del casco urbano, en horarios de siete de la mañana a las seis de la tarde y que los sábados y domingos atienden la misma cantidad de personas que llegan de la zona rural, donde no tienen médicos y mucho menos medicinas.
La doctora dice que a partir de las seis de la tarde de lunes a domingo ellas quedan disponibles para atender las emergencias, y aunque a veces solo sea para entregarles a los pacientes la referencia para el hospital regional o la receta para que compren las medicinas.
En el centro de salud no hay medicinas y según la doctora Laínez, en ese lugar cada Azitromicina, que es el medicamento que utilizan contra el Covid-19, tiene un costo de 100 lempiras, a cada paciente le recetan cinco y que la gente muy pobre, al no poderla comprar él se complica y luego fallece.
Ante tal situación la doctora le hizo un llamado al gobierno, a las ONGs y a las personas de buen corazón para que le ayuden a salvar y a tratar con dignidad a los misquitos.
En el centro de salud de la doctora Laínez no hay camas hospitalarias, pero hay cinco camillas funcionales, tres están en la sala de observación y dos en el consultorio, todas permanecen ocupadas y por esa razón siempre hay pacientes en la preclínica esperando turno para poder obtener oxígeno.
La situación que viven los pacientes y el personal del centro de salud de Brus Laguna solo es el reflejo de las precarias condiciones en que se encuentra el sistema sanitario nacional, un contexto que contrasta con la corrupción imparable en el manejo de los recursos públicos que involucra al gobierno y a empresarios organizados en una mafia para el saqueo de las instituciones del estado.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas