Por: Redacción CRITERIO
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La mayoría de los políticos, economistas y analistas argentinos aseguran que el verdadero Gobierno de Mauricio Macri empieza en marzo, cuando acaban las vacaciones del verano austral, arrancan los colegios y la gente vuelve a su vida normal y al combate diario. A la espera de ese momento clave, Macri ha arrancado ya con su primera gran medida de ajuste que promete polémica: un aumento de las tarifas de la luz que rondará el 300%, aunque los detalles se conocerán el 1 de febrero. Argentina, en especial Buenos Aires y los alrededores, la zona más influyente del país, tiene desde hace 12 años, por una decisión política de los Kirchner, una de las energías más subvencionadas del mundo.
Macri y su ministro de Economía, Alfonso Prat-Gay, argumentan que quieren reducir el déficit público del 7% que acumula Argentina y han decidido empezar a recortar en estos subsidios, que según distintos cálculos suponen hasta el 2,5% del PIB argentino. No los van a eliminar todos, aseguran que los mantendrán para los dos millones de usuarios más pobres y otros dos millones de jubilados y personas con ingresos bajos, pero la decisión es radical, afectará a la clase media y condicionará sin duda el arranque de la temporada política y económica tras el verano. Hasta ahora Macri se había concentrado en bajadas de impuestos al campo y liberar el tipo de cambio. Ahora, según definición de un ministro macrista, «se va a empezar a mover el barco».
«Los niveles de subsidio aplicados al consumo de energía eléctrica han alcanzado valores que ponen en juego su financiamiento, dado el peso relativo de los mismos en relación con el Producto Bruto Interno y con los recursos financieros del Estado nacional. Se hace necesario introducir ajustes a los valores de los cuadros tarifarios vigentes para la prestación del servicio de distribución, que permitan incrementar los ingresos de Edenor S.A. y Edesur S.A., a efectos de mejorar la calidad de dicha prestación», asegura el Gobierno para explicar esta decisión. En Argentina los cortes de luz en el verano, cuando se usan los aires acondicionados, no son excepción sino norma. Quedarse atrapado en el ascensor por un corte o es algo frecuente en Buenos Aires.
Se supone que las empresas mejorarán el servicio con este aumento de tarifas. “Un usuario en Europa tiene 40 minutos de cortes al año, en Brasil y en general en Latinoamérica unos 450 minutos, en Argentina son 2.100 minutos de corte por año”, explica Dante Sica, director de la consultora Abeceb.
La luz, el gas y el transporte público, muy subsidiados, son de las pocas cosas baratas en una Argentina con precios disparados en los que es normal encontrar aumentos del 50% de golpe -como acaba de suceder en la autopista Buenos Aires-La Plata- en el que los alquileres se firman con subidas del 15% semestral y los colegios, el teléfono, la comida y todo tipo de bienes sufren subidas que rondan el 30% anual. La luz podía costar ahora hasta cuatro veces menos que la televisión por cable, que en este país tiene el 85% de los hogares. Ahora este último gasto se equipará a los demás aunque el Gobierno insiste en que seguirá siendo bajo en relación a otros países.
El Gobierno insiste en que los subsidios eran injustos porque beneficiaban a los más ricos, que gastan más luz y gas y pueden pagar más, pero el aumento generalizado complicará la negociación clave: la de las subidas salariales para compensar la inflación, la gran prueba de fuego del Gobierno de Macri. Con el precio de la carne disparado, hasta el punto de que el Ejecutivo recomienda no consumirla para forzar el precio a la baja, la sensación de precios disparados provoca que los maestros, por ejemplo, estén reclamando aumentos salariales del 35%.
“Estamos en los primeros pasos de un cambio de régimen de política económica muy fuerte”, señala Sica, que asegura que esta subida de la luz estaba más que prevista y anunciada y parecía inevitable después de 12 años de tarifas congeladas. “Este tema va a tener impacto en la negociación salarial. Pero hasta ahora Macri ha logrado tomar medidas con consistencia política y tolerancia social, han sido muy cautelosos. Hay que ver qué impacto tendrá esto pero había un consenso a nivel social de que el subsidio era injusto, porque castigaba al interior para beneficiar a Buenos Aires y se aprovechaba la gente de más recursos”, resume. La oposición kirchnerista no está de acuerdo y ya prepara la batalla, tanto que Macri ya tiene su primera acampada en la plaza de Mayo, frente a su despacho: protestan por la detención de la dirigente social Milagro Sala, pero el tarifazo también alimenta la crítica al Gobierno.
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