Por: Pedro Morazán
“El premio Nobel otorga a un individuo una autoridad que, en economía, ningún hombre debería poseer …”
Friedrich Hayek, 1974
La Real Academia Sueca de Ciencias ha decidido otorgar el Premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas 2024 a los economistas Daron Acemoglou, Simon Johnson y James Robinson, por haber demostrado la importancia de las instituciones sociales para la prosperidad. Desde la perspectiva económica las instituciones sociales se refieren a los bancos centrales, los derechos de propiedad o los sistemas judiciales, ya que estos definen las reglas de juego para la actividad económica.
Aunque los mencionados economistas han dado muestras de una labor tenaz, la idea central de lo que predican había sido ya formulada en el pasado tanto por Ronald Coase (Premio Nobel 1991), como por Douglas North (Premio Nobel 1993) y en cierta medida por Elinor Ostrom (Premio Nobel 2006) con su estudio de los bienes comunes. Sin embargo ninguno de los autores mencionados llevaron su enfoque tan a fondo, para ofrecernos, de manera muy convincente un análisis histórica profundo de la ruta que siguieron las sociedades para lograr su bienestar.
Hace algunos años escribí en mi blog una sucinta reseña sobre dos de las obras más importantes escritas por los recién laureados académicos de la economía para el desarrollo. Por entonces no incluí en mi reseña la obra seminal de tales autores que lleva el título “Las instituciones como la causa fundamental del crecimiento de largo plazo”, publicada ya en 2004. En dicho estudio los autores hacen hincapié en que las buenas instituciones se diferencian de las malas, en por lo menos tres características: 1. La aplicación amplia de los derechos de propiedad privada. 2. Limites al abuso de poder de las élites y 3. Una amplia igualdad de oportunidades. Es importante la distinción entre instituciones políticas (códigos, normas, etc.) e instituciones económicas (derechos de propiedad, etc.). Para los autores existen las instituciones políticas de iure (leyes y organizaciones) y las instituciones informales de poder de facto (nepotismo, etc.). Estas últimas pueden alterar las instituciones políticas de iure o formales conduciendo al fracaso de las sociedades y la perdida de prosperidad y libertad.
Muchas veces la búsqueda de la causa última del desarrollo económico se asemeja a la búsqueda del Santo Grial protegido por una dinastía de guardianes. Dani Rodrik et al (2002) identifican por lo menos tres enfoques al respecto: las instituciones, la geografía o el comercio como las causas determinantes de un mayor o menor desarrollo. Ellos también llegan a la conclusión de que la calidad de las instituciones “prevalece” como factor explicativo sobre todo lo demás. “Una vez que se controlan las instituciones, afirman los autores, las medidas de la geografía tienen, en el mejor de los casos, efectos directos débiles sobre los ingresos, aunque tienen un fuerte efecto indirecto al influir en la calidad de las instituciones. De manera similar, una vez que se controlan las instituciones, el comercio es casi siempre insignificante y a menudo entra en la ecuación de ingresos con el signo “incorrecto” (es decir, negativo), aunque el comercio también tiene un efecto positivo sobre la calidad institucional.”
La influencia de otras disciplinas, como la sociología y la sicología, en las ciencias económicas modernas ha sido extremadamente enriquecedora. No nos olvidemos que ya en los años setenta, Friedrich Hayek criticaba fuertemente, el excesivo de uso análisis cuantitativos y modelos matemáticos, en detrimento de los análisis cuantitativos e históricos en la Economía. En lo particular pienso que esto es como la buena cocina, solo la mezcla adecuada de ingredientes nos permite alcanzar un plato excelente. El enfoque institucionalista nos brinda, tomándolo de este modo, aromas exquisitos en el análisis económicos, siempre y cuando sepamos mezclarlo con el análisis histórico o sociológico, todo según el aspecto de la realidad que queramos analizar.
Algunos peligros
En sintonía con lo expuesto más arriba, sería cuestionable, académicamente, afirmar que solo los países con instituciones fuertes pueden tener un crecimiento económico sostenido. Es decir que una visión institucional rígida del desarrollo, no siempre podría ser lo más acertado a la hora de demostrar ciertas hipótesis. Ya otros estudios han determinado que no siempre las reformas institucionales pueden conducir a un desarrollo sostenido. Esos peligros resaltan más, a la hora de realizar análisis cruzados o transnacionales de países, para tratar de identificar tendencias comunes. Hay estudios que se basan en el trabajo de Ricardo Hausmann, Pritchett y Rodrik (2004) que determinaron que las aceleraciones del crecimiento eran impredecibles y que era sorprendente la escasez de los casos en que la reforma institucional había conducido a un crecimiento sostenido.
¿Significa esto que hay que renunciar a los análisis transnacionales de las instituciones? No es fácil responder a esta pregunta con un “si” o un “no”. Tanto los análisis nacionales como los transnacionales nos pueden dar pistas adecuadas. El famoso “ceteris paribus” de la economía que acompaña a los análisis transnacionales no debería ser más que una motivación para profundizar en loa análisis casos por caso y en la necesidad de enfoques multidisciplinarios que nos acerquen más a la verdad. En uno de sus estudios, los tres economistas galardonados explican las diferencias en el desarrollo económico de las antiguas colonias. Basándose en dicho análisis llegan a la conclusión de que las diversas estructuras políticas y económicas inducidas por las potencias coloniales europeas tuvieron resultados dispares según el contexto.
En sociedades ricas en minerales como el Alto Perú incaico se desarrollaron “instituciones extractivas” mientras que en colonias más pobres se establecieron instituciones mas inclusivas. Por lo tanto, las sociedades ricas tenían más probabilidades de ser esclavizadas y explotadas por las potencias coloniales y luego convertirse en países más pobres. Según los investigadores, las instituciones políticas y económicas que se crearon en las colonias pobres no eran extractivas. Estos países hoy en día tienden a ser ricos pues lograron establecer economías de mercado menos polarizadas.
Algunas reflexiones al margen
No cabe duda que los análisis institucionales tienen relevancia actualmente y pueden explicar no solamente fenómenos económicos, sino también políticos o geopolíticos. Lo que vemos actualmente en Venezuela con sus instituciones extractivistas, no hace más que confirmar lo que ya otros autores denominaban “la maldición de los recursos”. Ya en su obra “El corredor estrecho” Acemoglu y Johnson ponían de relieve dos categorías de enorme importancia relacionadas con las instituciones: la inclusión y la libertad. En ambos casos se hace necesario estudiar los procesos con la lupa de la dialéctica hegeliana.
La historia de América Latina parece confirmar la tesis de que el triunfo de la lucha independentista en el siglo XIX no fue suficiente para alcanzar mas equidad y prosperidad. Dicha lucha fue dirigida, en no pocos casos, por las mismas élites que formaban parte de las instituciones extractivas coloniales y eso lo supo reconocer incluso Simón Bolívar en Venezuela y Francisco Morazán en Centroamérica. No resulta sorprendente pues, que un país como Costa Rica que no estuvo en el centro de las estructuras extractivistas de la época colonial, haya logrado establecer instituciones más inclusivas y logrado consolidar la democracia sentando las bases de la libertad, mejor que sus vecinos más cercanos.
A criterio de Acemoglu Venezuela llegó a convertirse en un “lugar distópico y terrible bajo el gobierno de Hugo Chávez”, quien se esmeró fuertemente en destruir las instituciones económicas y políticas. Su sucesor Nicolás Maduro, es una muestra de que el desmantelamiento de las instituciones puede destruir la prosperidad y la libertad en el país más rico en recursos naturales del continente. Esto no justifica, sin embargo, los análisis unidimensionales que ponen la “modernización” o la “liberalización del comercio exterior” como la varita mágica de la prosperidad. La ambivalencia del modelo de Pinochet en Chile es, a criterio de Acemoglu, un ejemplo de ello: Se emprendieron muchas reformas que aplaudieron muchos defensores del libre mercado, pero eso no se hizo nada por la democracia.
Todo esto no hace más que confirmar que el pasillo de la prosperidad es muy estrecho, no solo en los países latinoamericanos. Lograr el equilibrio entre una economía basada en el libre mercado y la equidad requiere el establecimiento de instituciones formales fuertes. Esto significa el reto continuo de evitar que las instituciones informales como el nepotismo, el cacicazgo o el clientelismo socaven las bases de las instituciones formales (derecho de propiedad, sistema judicial, etc.). Los lideres políticos tanto de derecha como de izquierda encontraran siempre algún argumento seudo institucional para instrumentalizar las instituciones formales de acorde a sus intereses económicos o ideológicos.
No cabe duda que Acemoglou junto a Johnson y Robinson han sido merecedores de tan prestigiado e igualmente criticado galardón, precisamente por abordar el tema de las instituciones de una forma heterodoxa y no dogmática. Como bien se sabe Alfred Nobel odiaba la Economía como ciencia. Muchos políticos quizás no la odien tanto, pero si la manosean y pretenden, de manera cándida, otorgarle interpretaciones ideológicas ya superadas por la experiencia histórica. Hay conceptos básicos como la inflación o el déficit fiscal, que en la Economía son comparables con la ley de la gravedad en la física. Las ciencias económicas se basan en un andamiaje epistemológico bastante complejo. Esto significa que, como en toda ciencia, los cambios de paradigma en la Economía, solo pueden surgir como el resultado de un continuo proceso de investigación científica que se base en una interpretación dialéctica y heterodoxa de la realidad. Los dogmas son para la religión y nunca han contribuido al desarrollo del pensamiento económico.
Referencias
North, D. C. (1990): Institutions, Institutional Change and Economic Performance, Cambridge University Press, Cambridge, R.U.
Hausmann, R., Lant Pritchett y Dani Rodrik. (2004). “Growth Accelerations”, NBER Working Paper 10566 (Cambridge, Massachusetts: National Bureau of Economic Research).
Rodrik, D., Subramanian, A., Trebbi, F. (2004). “Institutions Rule: The Primacy of Institutions over Geography and Integration in Economic Development”, Journal of Economic Growth, vol. 9.
Una selección de la obra de los laureados (ordenada cronológicamente)
Acemoglu, D., & Robinson, J. A. (2000). Why Did the West Extend the Franchise? Democracy, Inequality, and Growth in Historical Perspective. The Quarterly Journal of Economics, 115(4), 1167-1199.
Acemoglu, D., Johnson, S. y J. A. Robinson (2001): “Reversal of Fortune: Geography and Institutions in the Making of the Modern World Income Distribution”
http://econ-www.mit.edu/faculty/acemoglu/
Acemoglu, D., Johnson, S., & Robinson, J. A. (2001). The Colonial Origins of Comparative Development: An Empirical Investigation. American Economic Review, 91(5), 1369-1401.
Acemoglu, D., Johnson, S., & Robinson, J. A. (2002). Reversal of Fortune: Geography and Institutions in the Making of the Modern World Income Distribution. The Quarterly Journal of Economics, 117(4), 1231-1294.
Acemoglu, D., Johnson, S. y J. A. Robinson (2003): “An African Success Story: Botswana”, en Rodrik, D. (ed.) In Search of Prosperity. Analytical Narratives in Economic Growth. Princeton University Press.
Acemoglu, D., Johnson, S., Robinson, J. A. y Thaicharoen (2003): “Institutional causes, macroeconomic symptoms: volatility, crises and growth”, Journal of Monetary Economics, 50, 49-123.
Acemoglu, D., Johnson, S. y J. A. Robinson (2004): “Institutions as the Fundamental Cause of Long-run Growth”, Working Paper 10481, National Bureau of Economic Research”. http://econ-www.mit.edu/faculty/acemoglu/
Acemoglu, D., Johnson, S. y J. A. Robinson y P. Yared (2005): “From Education to Democracy?”, Working Paper 11204, National Bureau of Economic Research”. http://econ-www.mit.edu/faculty/acemoglu/
Acemoglu, D., Johnson, S., & Robinson, J. A. (2005). The Rise of Europe: Atlantic Trade, Institutional Change, and Economic Growth. American Economic Review, 95(3), 546-579.
Acemoglu, D., y S. Jonson (2006): “Disease and development: The effect of life expectancy on economic growth”. http://econ-www.mit.edu/faculty/acemoglu/
Acemoglu, D., S. Johnson, y J. Robinson. (2006). Institutions as a Fundamental Cause of Long-run Growth. En Handbook of Economic Growth, F. Agion y S. Durlauf (eds.).
Acemoglu, D. y Simon J. (2005). “Unbundling Institutions”, Journal of Political Economy, vol. 113.
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Doctor en Economía e investigador del Instituto SUEDWIND de Bonn, Alemania. especializado en desarrollo y deuda externa, y ha realizado estudios para el EDD en África y América Latina Ver todas las entradas