Pese a señalamientos de corrupción, el Partido Nacional mantiene vivas sus esperanzas de volver al poder

Analistas consultados por Criterio.hn coinciden en que el respaldo del presidente estadounidense Donald Trump, el temor a un deterioro en las relaciones bilaterales y la fuerza de las estructuras partidarias explican el repunte nacionalista, pese a los antecedentes de corrupción y narcotráfico que persiguen a varias de sus figuras

Tegucigalpa, Honduras. – Contra todo pronóstico y pese a los numerosos señalamientos de corrupción, narcotráfico y abuso de poder sobre algunas figuras del nacionalismo y que marcaron las últimas dos administraciones el Partido Nacional, mantiene viva la esperanza de retornar al poder.

Los resultados preliminares de las elecciones generales muestran un empate técnico entre los candidatos Nasry Asfura, del conservador Partido Nacional, y Salvador Nasralla, del Partido Liberal, que ha sorprendido incluso a sectores políticos acostumbrados al peso de la memoria reciente.

Durante la última década, varios exfuncionarios, diputados e incluso expresidentes del Partido Nacional fueron señalados en tramas de corrupción que fueron destapadas por la extinta Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), investigaciones periodísticas e informes del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA)

Por ejemplo, en 2014 salió a la luz el desfalco de más de 7,000 millones de lempiras del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), producto de una red de empresas fantasma, contratos irregulares y sobrevaloración de medicamentos y servicios médicos.

Las primeras acusaciones formales surgieron en 2014, impulsadas por el Ministerio Público que documentó al menos 15 líneas de investigación. El fraude no solo evidenció fallas estructurales en la administración pública, sino también la conexión entre corrupción institucional y redes político-empresariales.

Uno de los sectores más afectados políticamente fue el Partido Nacional, después de que documentos bancarios confirmaran que parte de los fondos desviados ingresó a cuentas destinadas a financiar campañas electorales del partido entre 2012 y 2013.

Pese a estos señalamientos el Partido Nacional negó haber recibido dinero de forma irregular, las investigaciones revelaron transferencias desde empresas vinculadas al IHSS hacia estructuras usadas para financiar propaganda política.

Otro caso que involucró a líderes nacionalistas fue el Caso Pandora. En junio de 2018, la extinta Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) y la Unidad Fiscal Especial contra la Impunidad (UFECIC), hoy Unidad Especial contra Redes de Corrupción (Uferco), revelaron que fondos públicos de la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) habían sido desviados hacia organizaciones no gubernamentales que fueron usadas como fachada para financiar campañas políticas, principalmente del Partido Nacional.

El Ministerio Público acusó a diputados, funcionarios y operadores políticos de fraude y malversación. Pero en 2020, tras varias resoluciones judiciales declararon nulos procesos y dejaron sin efecto acusaciones clave. No existe una condena firme contra los señalados, lo que consolidó el caso como uno de los ejemplos más visibles de impunidad que impera en Honduras.

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ESPALDARAZO DE TRUMP A NASRY ASFURA FUE DETERMINANTE

A juicio de analistas, el resurgimiento del conservador Partido Nacional descansa en factores estructurales que han marcado el sistema político hondureño durante décadas: la fortaleza de sus bases, el peso del voto ideológico y, sobre todo, la influencia determinante de Estados Unidos en la política local.

El 26 de noviembre, en un evidente acto de intervención, el presidente estadounidense Donald Trump dio un inusual espaldarazo público a Nasry “Tito” Asfura Zablah, candidato del Partido Nacional, enviando un mensaje directo que tuvo repercusiones inmediatas en un electorado indeciso que seguía de cerca la postura de Washington.

Según la lectura de los analistas, el mensaje fue interpretado por un sector de votantes como una advertencia, preservar o no la estabilidad de la relación bilateral dependía del resultado de las elecciones generales celebradas el pasado 30 de noviembre.

A juicio del analista político, Luis León, el reciente desempeño del Partido Nacional no obedece a que la ciudadanía haya olvidado los casos de corrupción, sino a que el proceso electoral se definió por la movilización de estructuras partidarias más que por el voto independiente.

“No es que el pueblo tiene memoria corta, lo tiene muy claro. Lo que vimos fue una guerra de estructuras: en las primarias ya se habían definido los votos duros; ahí no hay indecisos”, subrayó el entrevistado.

León añadió que la participación electoral fue menor a la esperada, lo que afectó especialmente a candidatos que dependían del voto independiente, que en su mayoría decidió no participar.

En este contexto, el apoyo de Trump habría terminado de alterar el comportamiento del electorado. La señal de la Casa Blanca hizo que algunos hondureños temieran que un eventual deterioro en la relación bilateral perjudicara programas como el Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) o la permanencia de familiares migrantes en ese país.

“El espaldarazo impactó. Contuvo al votante independiente que simpatizaba con Salvador Nasralla y, al mismo tiempo, empujó a las estructuras nacionalistas a competir con más intensidad”, explicó el analista al ser consultado por este medio digital.

El director de Luis Leòn es optimista, piensa que la CICIH se instalará aunque sin "dientes"
Para el analista, Luis León, el candidato que resulte ganador del proceso electoral del 30 de noviembre, “no tendrá una brecha alta, quizá unos 150 mil votos. Y esto dificultará la gobernabilidad de quien llegue al poder”.

Héctor Soto, analista político y economista, coincide en que el respaldo de Trump fue determinante para impulsar a Asfura y contener a sectores que temían una ruptura con Estados Unidos. En ese sentido, señaló que los votantes vivieron una disputa entre valores éticos y temores ideológicos.

“Muchos electores prefirieron un partido vinculado al delito y con líderes presos en Estados Unidos antes que arriesgar la relación bilateral. Pesó más la cercanía ideológica con la derecha estadounidense que el rechazo a la corrupción”, indicó el analista tras ser consultado por Criterio.hn.

Soto explicó que este fenómeno demuestra el peso del imaginario colectivo sobre la dependencia económica y geopolítica de Washington.

“En esta balanza, la ética quedó relegada”, al mismo tiempo explicó que el efecto directo del apoyo de Trump, “sí influyó, Honduras es un país donde la cercanía con Estados Unidos pesa más que la percepción de corrupción” afirmó.

Agregó que sectores empresariales, religiosos y grupos de poder suelen alinearse con las posturas de Washington, lo que complica a candidatos sin respaldo de la Embajada de Estados Unidos.

“Si la embajada no le da confianza, difícilmente esos grupos lo harán” expuso el analista político, Héctor Soto.

Además, considera que el escenario podría definirse por el escrutinio acta por acta exigido por el Partido Libertad y Refundación (Libre). Paradójicamente, afirma, el proceso puede terminar legitimando al vencedor, sea quien sea, pero no fortalecerá a Libre.

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Por su parte, el abogado y coordinador del Bufete Estudios para la Dignidad (BED), Víctor Fernández analizó el fenómeno desde una perspectiva más amplia “la corrupción dejó de ser un factor decisivo para el voto hondureño”.

Fernández expone que los señalamientos de corrupción no siempre son interpretados como elementos suficientes para descalificar a un candidato, es decir, que el electorado elige entre opciones donde prácticamente “todos los partidos arrastran escándalos”.

En ese sentido, recordó que varios candidatos con causas abiertas por corrupción ganaron sus cargos en estas elecciones. “La oferta electoral está limitada: tres partidos tienen opciones reales de ganar, y todos han sido señalados”.

Para el abogado, la ausencia de justicia efectiva alimenta un ambiente de resignación, ya que no hay condenas significativas ni procesos éticos por ende la corrupción se vuelve ruido, no una razón para descartar a alguien en las urnas”.

“La gente vota entre lo que tiene, sin certeza de la responsabilidad penal ni del perfil ético absoluto de cada partido”. La falta de alternativas limpias, añadió, “es una falla estructural del sistema político”, concluyó Víctor Fernández.

Ante este panorama, el Partido Nacional sostiene sus aspiraciones con un respaldo dividido pero consistente, impulsado por estructuras fieles, temores ideológicos y la poderosa sombra de la política estadounidense sobre el destino de Honduras.

  • Amante de la naturaleza, la lectura y la vida, soy una periodista que busca orientar a las personas y contarle de manera sencilla la realidad política y económica del país. El periodismo es la puerta que tiene la sociedad para conocer a los diferentes actores y tomadores de decisiones, es por ello que desde mis escritos le relato a las y los hondureños cuáles son los acontecimientos que marcan la ruta del país.

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