Por: Edmundo Orellana
La victoria es un punto de partida, si las misiones se asumen como procesos de etapas planeadas hacia la consecución de fines, que alcanzados pasan, a su vez, a ser puntos de partida para otras misiones superiores.
El triunfo de la coalición el 28 de noviembre es el punto de partida del proceso de formación del nuevo gobierno que culmina el 27 de enero próximo, en el que comienzan a aflorar, no solo diferencias entre los aliados, como es normal, sino también entre los mismos militantes de los partidos integrantes de esa coalición.
Mientras el proceso electoral se desarrollaba no trascendían las diferencias por la velocidad de este y la necesidad de no distraerse del fin perseguido, pero pasado éste se manifestó, aunque no con la intensidad que exteriorizaron cuando las elecciones primarias, en las cuales los competidores, salvo algunas excepciones, demostraron de lo que son capaces para alcanzar sus metas personales.
En las elecciones primarias la victima de sus ambiciones fue el correligionario. No solo del movimiento adversario sino también de su mismo movimiento porque había que superar a toda costa a los demás, acumulando votos como fuese, incluso cometiendo delitos, que, desafortunadamente no fueron perseguidos oportunamente y que, por ello, se repitieron, quizá en menor escala, en las elecciones generales. Como ocurrió hoy, ha ocurrido siempre.
No obstante, las diferencias entre procesos pasados y el actual son notorias. Las autoridades electorales, venciendo muchas dificultades, lograron avanzar hacia un proceso mucho más transparente que todos los pasados. Más de cuarenta años de falta de transparencia permitieron que cualquier aventurero hiciera de las suyas, lo que aprovecharon, además de los políticos corruptos, los narcos, personalmente y por medio de financiamiento.
Pero el gran depurador es el pueblo hondureño que decidió tomar partido en la contienda, no porque creyera en el proceso sino porque sabía que votar masivamente tenía el efecto de eliminar la posibilidad de fraude. Y así fue, los resultados anularon todas las acciones fraudulentas que intentaron desde el gobierno.
El pueblo ha hecho lo suyo. En adelante, la misión depuradora es de quienes fueron favorecidos por el voto popular. Deben responder a las expectativas de quien los eligió convencidos de que no son como los que se van. No deben distraerse. Son muchas las tareas y mucho más complejas que aquellas con las que lidiaron gobiernos anteriores. Si se detienen en el camino a atender nimiedades o enfrascarse en debates infértiles, perderán un precioso tiempo para atender su verdadera misión: cumplir con las propuestas que motivaron a cientos de miles para salir de sus casas y votar masivamente por ellos.
El debate sobre la elección del presidente de la junta directiva del Congreso revela que todavía no han leído el mensaje de sus electores. A estos les preocupa el proyecto, a los políticos la persona, por eso éstos se dejan arrastrar por sus prejuicios y ambiciones, en lugar de seguir sus principios y sus banderas partidarias, traicionando de esa suerte el voto popular. Exhibió más madurez el votante que la que se observa en los votados.
Las acusaciones de financiamiento sospechoso y los temores de un retorno de corte michelettiano en la presidencia del congreso, provenientes de connotados miembros de la coalición, y, por ello, no deben ignorarse, son otras señales de que algunos votados no son tan diferentes de aquellos que se van.
Si no se recapacita a tiempo, el congreso no será un aliado confiable porque los problemas de división en su seno obligarán al ungido como presidente del congreso a depender de los votos de aquellos que supuestamente el pueblo expulsó, que sí están unidos y decididos a volver.
Sería una lástima que la épica hazaña del pueblo hondureño, inédita, por cierto, de impulsar una revolución mediante el voto, termine convirtiéndose en una riña infantil de ambiciosos y sectarios que mientras pierden su tiempo buscando el timonel, los que, supuestamente se fueron, aprovechan para apoderarse del timón.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
Excelente Dr. Pino. Ojala la tomen en cuenta los susodichos que nos han traicionado. Recapaciten….. por favor senores diputados…. estan a tiempo…. de lo contrario las consecuencias seran terribles. Y sin falta JEHOVA les haria JUSTICIA A UDS. LEANLO BIEN Y TOMENLO EN SERIO!…. RECTIFIQUEN.