Por: Efraín Bu Figueroa
Después de casi un año de pandemia, la humanidad continúa desesperada por una solución definitiva a la crisis sanitaria global. Varios continentes del planeta experimentan letales segundas olas de infección llevando el numero de enfermos a 72 millones con mas de 1,6 millones de fallecidos.
Honduras donde todavía observamos desde el 11 de marzo una curva en crecimiento con ligeros desaceleramientos en algunos momentos, mas ficticios que reales, ya sobrepasó los cien mil casos con 2974 muertes hasta esta fecha.
Esa imparable curva de ascenso es producto de la apertura económica, potenciado en el último mes, por dos huracanes y la relajación bastante generalizada de la población con las medidas de bioseguridad.
La carencia de un liderazgo técnico-científico-político en el sector de la salud, facilitó que la institución rectora de la salud en Honduras, la SESAL, fuera relegada a un segundo plano, evidenciando un profundo vacío de conducción científica confiable.
Esa grave falencia, ha dado lugar a interminables y atrevidas recomendaciones “medicas” sin solidas y contundentes evidencias científicas, mas allá de la duda razonable, que surgen de manera dispersa y antojadiza de unas u otras individualidades a lo largo del ámbito nacional y otras que proceden del exterior vía redes sociales.
Como es de esperarse esta disgregación de “recomendaciones” caen en terreno fértil, en una población de rodillas ante la pandemia, ansiosa de evitar enfermarse gravemente o morir.
La consecuencia, en un país como Honduras, donde no hay control de la venta de medicamentos, es que las “panaceas” anunciadas públicamente como preventivos supuestos, han generado una desbandada de automedicación en las personas, aconsejadas por amigos, familiares, algunos medios y redes sociales, que están provocando escasez de tales medicamentos para los que originalmente están claramente indicados como enfermedades reumatológicas o parasitarias; a la vez que ponen en riesgo la salud de los que se automedican.
Pero lo mas grave, al no ser recomendaciones de la institución rectora de la salud sino de lo que se escucha en los medios, es que genera un exceso de confianza en las personas pues creen que solucionaron su problema y se desprenden de las medidas probadas de bioseguridad, ello facilita la captación y transmisión de la infección y favorece apariciones tardías de los pacientes con diversos estadios de gravedad en los centros de atención medica, después de varios días de estar ingiriendo fármacos que ni previenen ni curan. En todo caso, los fármacos solo pueden ser prescritos por facultativos calificados, con estricto sentido ético de ante todo “no hacer daño”.
No es ético ni responsable desde el punto de vista profesional, realizar prescripciones medicas al publico vía medios televisados o similares, situaciones que deben ser controladas por las instituciones del Estado creadas para tales efectos como ser ARSA y/o SESAL que por cierto se han llamado a silencio, precisamente por no manejar como expertos estudiosos todo el tema farmacológico alrededor de la enfermedad COVID-19.
Llama la atención también el silencio que al respecto ha mostrado la Organización Panamericana de la Salud (OPS), llamada a orientar con base en la medicina basada en la evidencia, no obstante que, OMS y otras muchas agencias regulatorias en los países desarrollados no han avalado hasta ahora, ningún uso profiláctico ni terapéutico de fármacos que están siendo redireccionados u otros de nueva síntesis, sino es dentro ensayos clínicos aleatorios éticamente manejados y no como tratamiento estándar, como si fueran medicamentos probados en prevenir o curar la infección con el SARS-CoV-2.
Desde sus inicios la pandemia ha sido mal gestionada en la mayoría de sus facetas: lo epidemiológico, selección de pruebas laboratoriales y los protocolos terapéuticos. El sistema de salud, en estos aspectos ha mostrado estancamiento y desactualización y todo por el papel secundario de la SESAL a lo largo de la pandemia.
Aun hay tiempo para rectificar esa trágica desempeño, que ha costado muchas vidas. La SESAL puede organizar mejor ese apoyo técnico con profesionales experimentados, éticos, desprovistos de sesgos y protagonismos mediáticos. Esa convergencia debe encontrarla con sus propios profesionales, que los tiene y muy buenos, los especialistas de las sociedades medicas nacionales y los que realizan investigación científica en las universidades.
Esto se vuelve tanto mas importante ahora que nos viene la vacuna, donada solo para el 20% de la población, no sabemos aún cual, de ellas; pero desde ya hace buen rato han surgido voces disonantes locales y extranjeras que al igual que lo hemos visto con medicamentos que se promocionan casi como “panaceas milagrosas” otros ya comenzaron a satanizar y vincular a conspiraciones internacionales a las vacunas, verdadera arma que contribuirá a detener la pandemia.
Se debe evitar confundir a la población, porque en sociedades de escaso desarrollo humano como Honduras, hasta el empirismo y la especulación se revisten de conocimiento.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
4 respuestas
Muy de acuerdo con su análisis Dr Bu es el precio por gente inepta
Estimado Dr Bú, nuestro país tiene varias pandemias, la por ud bien señalada (covid 19), los huracanes iota y eta fueron graves, pero lo más grave es el saqueo descarado del pais y hasta venta de la soberania con los ZEDES. Nos consumió la Corrupción con impunidad e inmunidad. Siga escribiendo. Ud tiene autoridad moral…
excelente análisis Dr Bu. me preocupa mucho la pandemia y la proliferación de » expertos» promoviendo terapias en forma empírica y por tanto peligrosa.
Por primera ves leo un comentario concreto y certero de. Lo que se esta haciendo en el pais que no tiene un norte, gelicidades Dr Bu mi mas sincera felicitacion y admiracio