No lo sabía el Presidente

Edmundo Orellana Mercado, exFiscal General de Honduras.

Por: Edmundo Orellana Mercado

De haberlo sabido, seguro no habría ido. Con todo lo que ha hecho en el combate contra el crimen  organizado, aunque  bajo  presión estadounidense, seguramente  no  habría  asistido a ese evento de modas en Dinamarca, sabiendo que la industria de la ropa, particularmente de la  alta  costura,  exhibe  los  retorcidos  perfiles  que  describe Roberto  Saviano,  en  su  libro Gomorra.

“Toda  la  moda  de  las  pasarelas,  toda  la  luz  de  las  galas  más

 mundanas  procede  de  aquí”, dice  Saviano,  sobre  quien  pesa  una  condena  de   muerte,  proferida  por   la   Camorra (organización criminal italiana), desde la publicación de su libro. Esa ropa, según Saviano, proviene   de “los   centros   principales   de  la   industria   textil   clandestina”.

En   donde languidecen trabajadores de ambos sexos en dos turnos: el primero, de las 6 am a las  9 pm y el segundo de las 9 pm a las 6 am, con apenas una hora en cada turno, para comer.

Los   intermediarios   de   las   poderosas   firmas   italianas, subastan   la   producción.   Los fabricantes, dueños de pequeños talleres, que operan en condiciones  miserables, se reúnen con el intermediario, quien fija la cantidad de  vestidos a producir. Cada fabricante hace su oferta, señalando el precio por cada pieza elaborada. Si el intermediario acepta, se entrega a los fabricantes el material (las telas). Solamente se pagará, dice Saviano, “a quien entregue primero  las  prendas  confeccionadas,  siempre  que  tengan  la  máxima  calidad”.

“Los  demás fabricantes que participen en  la subasta podrán quedarse con el  material, pero no cobrarán un céntimo”.

“No hay ninguna prorroga posible para los plazos de la alta costura”.

Los fabricantes no pueden acceder a la banca por sus precarias condiciones, por lo que son financiados  por  los  clanes  mafiosos,  según  su  influencia territorial.

“Más  del  40%  de  los residentes de los municipios en donde operan, vive del trabajo clandestino”. Los fabricantes que no satisfagan las exigencias de las firmas de alta costura, podrán vender la producción a los clanes mafiosos, quienes lo introducen al mercado de las imitaciones, según Saviano.

Los vestidos de los famosos tienen su origen oscuro, también. El caso de Pasquale es muy ilustrativo.  Se  trata  de  un  maestro  de  la  alta  costura,  empleado  en  una  de  esas  fábricas miserables. Las firmas de alta costura le enviaban sus pedidos directamente. Su pericia era tan preciada que los empresarios chinos (de la mafia china),con el afán de competir con la empresa  clandestina  italiana,  lo  contrataron  para  enseñaren  sus  fábricas,  a  sus  operarios.

Los chinos, al decir de Saviano, “trabajan como animales, se arrastran como serpientes, son más silenciosos que los sordomudos, no pueden oponer resistencia ni expresar su voluntad”.

Por eso aprenden con rapidez y bien. Pasquale, en una ocasión que llegó a cenar con su familia (excepcional, por las exigencias del  trabajo), “encendió  la  tv  y  se  quedó  inmóvil  delante  de  la  pantalla, con  los  ojos fruncidos  como  un  miope…

Nadie  estaba  hablando,  pero  el  silencio  pareció  hacerse  más denso. Luisa su mujer, intuyó algo, porque se acercó a la tv y se llevó las manos a la boca, como  cuando  se  presencia  un  suceso  grave  y  se  ahoga  un  grito.  En  la  tv,  Angelina  Jolie recorría  la  alfombra  de  la  noche  de  los  Oscar  con  un  traje  de  chaqueta  de  raso  blanco precioso.  Uno  de  esos  hechos  a  la  medida,  de  esos  que  los diseñadores  italianos,  disputándoselas, regalan a las estrellas.

Ese vestido lo había confeccionado Pasquale en una fábrica clandestina…

Solo  le  habían  dicho: “Este  va  a  América”…

Le  habían  entregado  tres vestidos,  sin  decirle  nada  más.  Sabían  a  quién  estaban  destinados,  pero  nadie  le  había informado”.

Los otros dos, dice Saviano, estaban destinados a la esposa del heredero al trono de Japón, uno, y a la primera mujer que ocupaba el cargo de canciller en Alemania, el otro. En sendos banquetes oficiales  fueron  homenajeados  los  modistos oficiales,  mientras Pasquale caía en depresión.

De  haberlo sabido, seguro que el Señor Presidente no  habría destinado tantos recursos, de los poquísimos que tenemos, para ir a celebrar la explotación de tantos hombres y mujeres que languidecen en esas fábricas clandestinas de alta costura, controladas por la Camorra.

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