Por: Carlos Zelaya Herrera
Disculpe que interceda es un tema que despierta un volcán de indignación en mí, pues me tocó cubrir esa sesión en la que el CN que presidía JOH, aprobó finalmente ese odioso y dañino adefesio neoliberal que suprime de la geografía los mejores lugares del territorio nacional.
Ciudad Modelo es creación de la escuela económica de Milton Freeman, el padre del neoliberalismo, teoría que se aplicó por primera vez en América Latina desde 1973, con el doloroso golpe de Estado contra Salvador Allende, en Chile.
El neoliberalismo hizo de ese país «el escaparate mundial del éxito económico”, pero resultó hoy en enormes manifestaciones populares que desde octubre asolan a la nación andina y que ha deparado, por fin, en el llamado a una Asamblea Nacional Constituyente que redacte una nueva Constitución.
Todo fue privatizado, la educación y la salud se hicieron impagables, las pensiones y jubilaciones pasaron a manos de las odiadas Administradoras de Fondos, produjo un enorme cúmulo de demandas tan adecuadas a la trágica realidad que vivimos hoy, que más parece una copia calcada a Pinochet por la casta corrupta y delictiva que desgobierna Honduras.
JOH lo trajo al país con Paul Krugman, hoy referente mundial de esa corriente de pensamiento, que habló ante los diputados ensalzando su obra; años después el «presidente» Porfirio Lobo Sosa aprobó la iniciativa en el primer mandato de JOH.
Una Ciudad Modelo es como en la Grecia Antigua, una Ciudad Estado, un sistema, de justicia propio, autónomo al del país, con autoridades, leyes, moneda, manejo ambiental, cárceles y control migratorio independientes.
Asimismo, los pleitos judiciales que deriven de su existencia únicamente los conocerán en primera instancia un Tribunal Británico en las Islas Mauricio, en el centro del océano Pacífico, o en un Consejo de Londres, entre otras ofensas a la integridad jurídica y territorial del país.,
Un proyecto que los cachurecos, liberales y partidos bisagra aprobaron, tan extremo, que después el propio Paul Krugman lo cuestionó, además de dudar de la seguridad jurídica que podría brindar. Otra marca funesta del dictador.
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
Un comentario
DICTADORZUELO O APRENDIZ DE DICTADOR, VALE.