Memoria, olvido y castigo en historia

Por: Irma Becerra

Las personas inteligentes, honestas, sensibles y amables en todo el mundo están continuamente expuestas a la violencia, el maltrato y el vasallaje gratuito de aquellos que las saben felices y desean destruir su felicidad. Esto significa que debemos redefinir y refundamentar los principios de la Ética Social y el Derecho Internacional para protegerlas porque la ley no llega a la vida cotidiana, especialmente de las mujeres, los niños, ancianos y mascotas agredidos por los rabiosos y rabiosas por lo que se vuelve urgentemente necesario defender jurídicamente el respeto a todos aquellos y todas aquellas que llegan y se vienen lentamente, pero en forma poderosa.

En este sentido, es por eso que revivir y redefinir la memoria es establecer límites al recuerdo vivaz de la mala experiencia y que tiene por finalidad, a su vez, definir y determinar las acciones de justa venganza racional contra toda forma de injusticia que se haya realizado en esa vida cotidiana al margen de la ley y allí donde ésta última no llega, por lo que se hace necesario incorporar igualmente a la acción jurídica legal una decisión política de defensa de una ciudadanía contraatacante no agresiva que se adelante a la posible venganza reaccionaria de los victimarios por el hecho de que las víctimas hayan decidido actuar y denunciar para que los hechos criminales no puedan volver a repetirse en un tiempo presente o futuro cercano y lejano. Hablamos pues, de cierto tipo de memoria histórica: no solamente la que no olvida y no perdona sino la que se venga justicieramente de toda forma de abuso de poder sea éste intrafamiliar, entre profesionales de un mismo oficio o entre grupos e individuos políticos olvidando y no perdonando. En fin, la exclusión de toda forma de impunidad violenta directa o indirecta que haya sufrido una persona, una pareja, un grupo de individuos, una mascota o un animal, una planta, en fin, todo entorno que, aunque nunca hayan pretendido provocar la ira de sus atacantes y agresores hayan sufrido la violencia e incomprensión gratuitas por el solo hecho de poseer capacidad intelectual, emocional o profesional, así como sensibilidad, belleza, inocencia, pureza e inteligencia. Al final comprendemos que dicha violencia ha tenido como propósito lograr que nos olvidemos de nuestros talentos y no los cultivemos, por estar entretenidos en perpetuar la violencia misma y no cerrar su cadena y círculo vicioso.

Por eso, la verdadera memoria está para relatar y denunciar los hechos ocurridos en su violencia desatada y agresividad dañina para la salud y la seguridad al solicitar las víctimas, en la actualidad heroica, a los gobiernos de todas las respectivas naciones del mundo la creación de un nuevo tipo de Derecho Internacional que castigue las situaciones en los que la capacidad intelectual y prudencial de las mejores y buenas personas se ve, por envidia, agredida en la vida cotidiana donde no llega la ley. A su vez, el olvido es la necesaria separación y alejamiento de las personas tóxicas, manipuladoras y egocéntricas de la esfera de acción de las mejores y buenas personas para que éstas no se vean alteradas en su salud y bienestar físico, emocional y sicológico y puedan superar con tranquilidad y seguridad la negatividad conflictiva, el dolor y el sufrimiento recibidos gratuitamente. Esto constituye un imperativo categórico imposible ya de posponer y su relevancia es de contenido internacional como esfuerzo heroico de todos los amigos del mundo.

Esa es básicamente la dialéctica entre memoria, olvido y castigo que precisa redefinirse por el Derecho Internacional para el siglo XXI porque hemos llegado al momento histórico del milenio de la Humanidad en que ésta ya no puede echarse para atrás ni dar marcha atrás, y solo tiene la opción y alternativa histórica de avanzar indeteniblemente hacia adelante afianzando y fortaleciendo el amor, la paz, la bondad, el cariño y la ternura mundiales de corazones humanos sencillamente cosmopolitas e internacionalistas que ven con ojos, emociones y sentimientos globales de empatía y solidaridad lo que nos pasa y tienen el valor y el coraje ciudadanos de subir y limpiar los últimos peldaños de la gran escalera de la Fraternidad Energizante de la Voluntad Humana Omnímoda de ¡no ceder ni un ápice ante el mal y los personajes sádicos, perversos, radicales y extremistas de la antihistoria!

Necesitamos con urgencia unirnos para enfrentar a todos los que tienen fobia al amor, a la sabiduría, el esfuerzo genuino y la verdad. Es decir, los que creen soberbiamente que la Filosofía de la Historia es solo un discurso o pura paja sin consecuencias, y que pueden permanecer al margen de los acontecimientos solo contemplando desde afuera cómo los corruptos se unen y se apoyan en su complicidad irracional contra las personas buenas y rectas, ello con la malvada intención de mantener cautivas sus mentes en absurdas intrigas novelescas que únicamente reducen al mundo a ser un simple medio de fanáticos obsesionados que quieren dividir al género humano y no lograr un fin moral como imperativo categórico del Bien Consolidado Armónicamente Contra Toda Forma de Frustración. Por eso reza el dicho: “Al que es feliz se le nota. No critica, no envidia, no juzga, no busca pelea, no traiciona, no jode, y se dedica simplemente a ser feliz”.

El fortachón o la fortachona, el corrupto y el impúdico siempre alegarán que se les ha hecho injusticia y que los demás están equivocados al condenarles al basurero de la historia. Un ejemplo de ello es la famosa discusión acerca de que se puede violentar la libertad de expresión porque la jurisprudencia trata de un asunto “de defensa de intereses particulares diversos y de interpretaciones diversas, a veces radicales, de la ley” por lo que se puede violentar también en las democracias y en las dictaduras el discurso y la comunicación racional de las personas de pensamiento crítico o las críticas no violentas. Ante esto debemos decir que para el nuevo tiempo que está por comenzar la libertad de expresión no es cualquier libertad para ofender, difamar, calumniar o negar la identidad nacional de un pueblo, sino solo es aquella libertad constructiva que se autovalida y es autovalidada por el esfuerzo en crear cultura propositiva en la que los demás puedan observar y se vea la dificultad de crearla porque cuesta vida, fuerza y juventud. De ahí que es necesario que la nueva jurisprudencia anuncie nuevos contenidos planetarios democráticos a la libertad de expresión para que ésta se dedique en un ciento por ciento del tiempo a comunicar y transmitir formas dialécticas del fin global y universal de salvar al género humano de la decadencia, la indiferencia y el fanatismo. Pero, al mismo tiempo, debemos decir e insistir en que no se puede enviar a la cárcel o prohibir el ejercicio de la profesión al que supuestamente ha difamado o calumniado, basta con someter tal medio de comunicación a la presión ciudadana al negarse los ciudadanos en su totalidad a escucharlo más y a prestarle atención.

En este sentido, los que se mueven en la impunidad y los corruptos olvidarán, por lo general, que en el siglo XXI la decisión jurídica también es política porque el abogado es un ciudadano provisto de instrumentos éticos teóricos globales que se basan en un firme sentido de pertenencia a la Humanidad entera, a la que él ahora se debe ya que los fines incorporados y últimos de toda profesión y oficio son siempre universales, por lo que se precisa defender democráticamente y no dictatorialmente dicha pertenencia de manera renovada desde cada caso particular, porque cada caso particular, cuando el acusado es culpable, constituye un freno y una grosería más para la Humanidad misma en su finalidad de colaboración para defender a las personas mejores y buenas en su vida diaria, algo que no podemos permitir. Desde esta perspectiva, la infidelidad, el adulterio, los celos, la rabia, la competencia intrafamiliar obsesiva, la promiscuidad, la prostitución, el esclavismo y toda forma de trata y abandono de las personas, los animales y las plantas, constituyen obstáculos y lacras que debemos remover para siempre de la faz de la Tierra porque no se autovalidan como esfuerzos genuinos realizados con amor y respeto a la dignidad humana. Y ello es posible, si la Ética deviene y puede devenir también un proceso de acompañamiento jurídico de protección de la gente decente y la gente que aún desea firmemente rehabilitarse completamente.

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En este sentido, se trata en el Nuevo Derecho Internacional Democrático de verificar si una vida ha sido útil y propicia para liberar a los demás del falso extrañamiento infernal entre utopía y realidad o Entfremdung, así como para liberarlos de la cosificación o reducción de la persona a simple medio, instrumento, cosa o mercancía. La impunidad se halla cautiva del extrañamiento, el alejamiento y la separación del ego que separa toda la sociedad de la realidad concreta no inventada y se ve reducida a medio y no a fin porque reduce a medios y no a fines a las otras y demás personas al imponerles la provocación de las rencillas y las ofensas y humillaciones como forma cotidiana irracional de vida.

De ahí que surja entonces, la pregunta acerca de ¿cuándo es realmente justa la justicia en historia? y ¿Cuándo la sentencia o la condena es realmente injusta? Pues, en el primer caso, cuando se predice, establece y sentencia en base a una dialéctica incuestionable entre el género humano y el caso específico de que se trate obligando a los culpables a asumir la consecuencia de sus actos irracionales y violentos en la medida en que se les obliga a aprender a pensar y considerar a todo el género humano. En el segundo caso, cuando la justicia olvida juzgar y condenar en base al testimonio histórico basado en toda una vida de ejemplo de la persona juzgada. Los hechos hablan por sí mismos. En ambos casos, el hecho específico particular de violación de los derechos humanos de que se trate, que de ahora en adelante deberá incorporar el derecho a defenderse de la envidia, ha cometido el crimen de lesa humanidad de desenriquecer o de impedir el desenvolvimiento enriquecedor del talento y el genio de la especie humana por el culpable, por lo que el mayor castigo debe ser imponer una decisión de larga reflexión y significado al condenado o a los condenados para que éstos tengan que soportar y aguantar lentamente el paso del tiempo pensando en lo que han hecho y en la injusticia que implicó hacer sufrir a otros. De ahí que la pena de muerte solo sea una vía rápida de exterminio brutal que no resuelve la indignación originaria por lo que no es una solución jurídica racional basada en la lentitud consciente necesaria del tiempo para tomar decisiones justas. La justicia en historia será así realmente justa si convierte al tiempo histórico en un aliado a través del cual se madura sinceramente el querer y el poder de la voluntad rehabilitada para no ser condenado al olvido. La justicia, pues, no es pretender quien tiene las pelotas o los ovarios más grandes y vanagloriarse de ello, sino quien usa la cabeza para no permitir que se den estados desviados del destino común de hermandad y fraternidad de la Humanidad en la historia realmente humanista del Planeta.

Sin embargo, si la Filosofía como ciencia no se toma muy en serio puede costar la vida, porque es la ciencia del lenguaje y el discurso que sirve para comunicar mensajes de advertencia pedagógica en la historia reeducando las voluntades individuales hacia la evolución que tiene por fin a la moral del mundo como conciencia interior hablada y hablante para luchar por el bien y no por el mal. La historia hablada de la Tierra tiene un comienzo y un fin provistos siempre de referentes éticos que se unen para generar epifanías o encuentros de reencuentros de compañerismo fraterno entre los hombres, con el objetivo de que éstos se acerquen unos a otros, y no de que se dividan y alejen. Pero la Humanidad asciende y se acerca lentamente al fin y peldaño últimos reeducacional y reeducador del optimismo y positivismo que no son más que el respeto y el reconocimiento internacional a los verdaderos héroes y heroínas de la especie entera y el respeto y el reconocimiento a cada uno de sus integrantes, así como el debido respeto y cariño a todas las especies no humanas que habitan junto a nosotros el ámbito terrícola. El fin de la moral de la armonía mutua, es entonces crear una orquesta gigantesca luminosa que ejecute la música del quehacer humano aprendido y hecho con amor.

En este sentido, y para que la Filosofía y la Física como ciencias universalizadoras en las que se unen el comienzo y el fin en una conexión eterna e infinita, recuperen su dignidad, vamos a rastrear por ellas todo el pasado y el presente de la historia humana para redimir los últimos intentos, recursos, huellas e influencias de aquellos “cuadros” de líneas ultraradicales de todas las tendencias políticas, anticulturales y económicas, que desean impedir con su venenosa y perniciosa enfermedad infecciosa de la revolución permanente en la ansiedad y la depresión el transcurso y el decurso sano del mundo, y lo haremos con la “potente y suave revolución silenciosa del azar, la organización democrática y la espontaneidad”. “Redimir” significa en nuestro nuevo lenguaje humanizador volver a redescubrir, reinventar, renacer y reintentar humanizadamente la historia al hacer que los “desviados” del camino se vuelvan entes propositivos para que el obstáculo que constituye la historia antihumana pueda devolverles la dignidad a las víctimas, ahora con voz potente propia renovada y redimida. Porque todos y todas hemos sido alguna vez víctimas de la violencia. Esto significa, eliminar y neutralizar la posibilidad, los motivos y las razones para que los ultraradicales de todas las tendencias se vuelvan a levantar en su temeridad imprudente fascinados por la violencia destructora de la salud del mundo contemporáneo al que atacan por venganza. Olvidamos, aunque no perdonemos. ¡NO PASARÁN! ¡Vamos a llegar hasta el final!

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. jorgeburgos@criterio.hn

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Un comentario

  1. Para el caso que Trump le hace a esas congresistas ñangaras. Ademas a Berta la mato el marido por andar cantando rancheras con el cuate.