Por: Jihan Simón
La “Neuronarcodictadura”es la enfermedad parasitaria más letal del siglo XXI, causada por dos microorganismos distintos pero que al coexistir en el mismo huésped pueden llegar a producir graves secuelas. El principal parasitoide- parásitos que matan a su huésped- y el que por lo general infecta primero, recibe el nombre de Dictador spp., y pertenece al reino Animalia, orden Sicariataea.
Se trata de un gusano invasivo con predilección especial por el sistema nervioso central del gobierno. El Dictador habita mayormente en la región de las Américas ya que prefiere los climas cálidos que favorecen a la corrupción, aunque puede desarrollarse fácilmente en otros ambientes donde se vulnere la democracia.
Se han encontrado varias especies y aunque sus características fenotípicas pueden variar, por lo general la estructura de ADN es la misma que la de otros parasitoides. El ciclo de vida inicia cuando el huésped, en este caso, Honduras, ingiere alimentos contaminados con heces conteniendo gran número de quistes de Dictador, una vez que haya ingresado al organismo del estado, empieza a invadir a los sistemas, al mismo tiempo que infecta y causa destrucción. La ausencia de estructuras cerebrales lo obligan a convertirse en un holoparásito, dependiendo totalmente de su huésped, compitiendo agresivamente por el hurto de los bienes del estado, que necesita para su reproducción masiva y autoinfección. Una vez que el parásito se haya instalado en todos los órganos del estado, se encuentra listo para infectar al sistema nervioso central del huésped.
Al cumplir con su objetivo, la competencia nutricional con el país se intensifica, ya que su reproducción masiva ha dado como resultado varios parasitoides hijos a los que alimentar. A medida que Dictador se abre paso por la masa encefálica del estado, produce degeneración y muerte de focos neuronales, lo que se traduce en agresivas convulsiones de numerosas áreas del cerebro. Los órganos se deterioran lentamente, y uno a uno dejan de funcionar, se empieza a acumular la materia orgánica en el cuerpo del país hasta causar Falla Multiorgánica y el estado de salud del huésped se torna cada vez más reservado.
A estas alturas de la evolución, hacer un diagnóstico es considerada una acción tardía ya que nuestro paciente se encuentra en la sala de emergencias y debe iniciarse el tratamiento intensivo lo antes posible. Sin embargo, en este caso, parece que los encargados de aplicar el tratamiento, cometen el delito de conocer al microorganismo, y de forma intencionada no aplican el tratamiento adecuado, ya que en los últimos resultados de exámen, se reporta la infección concomitante de Narcoideae coquensis spp., otro parasitoide muy peligroso que al encontrarse con Dictador spp. en el mismo huésped se generan las condiciones propicias para la muerte instantánea del huésped si se inicia el tratamiento. Los médicos se encuentran entre la espada y la pared.
Honduras muere ante sus ojos en una camilla del Hospital Escuela Universitario y lloran de impotencia porque sienten que no pueden hacer nada por la paciente. Desesperados acuden a sus maestros, el país muestra una leve mejoría, pero rápidamente vuelven las convulsiones y su estado de salud decae nuevamente. Honduras continúa en status convulsivo mientras los médicos y sus maestros buscan la manera de erradicar al parasitoide de raíz y así salvar la vida a la paciente.
Sin embargo, el laboratorio envía otro resultado, esta vez los médicos se estremecen porque se confirma la fatal sospecha: los dos microorganismos ya se cruzaron y se encuentran produciendo masivas cantidades de la nueva especie, más devoradora y devastadora que antes, se trata de la combinación de Dictador y Narcoideae coquensis, una quimera parasitoide con el nombre de Narcodictaduriaea asesinata spp. El más letal de los parasitoides ha surgido en Honduras y las convulsiones se hacen cada vez peores.
Repentinamente el monitor de signos vitales marca línea continua y se disparan las alarmas. La paciente ha entrado en paro cardiorrespiratorio, la pérdida de masa encefálica es demasiada, ya no resiste. Todos los ciudadanos corren hacia el país e inician las maniobras de resucitación, pero se rinden muy pronto y la paciente inevitablemente muere.
Honduras ha muerto porque llegamos tarde. La culpa ciudadana es grande, pero rápidamente se reponen y continúan con sus vidas normales, pero la sociedad olvida algo- Honduras era su Madre Patria. La sociedad civil, sin darse cuenta, ha perdido su órgano más importante y el único que hacía posible la existencia- su patria. Muy pronto, el país iniciará el mismo proceso cadavérico por las que pasan todas las repúblicas fallecidas y será enterrada en la misma fosa común donde yacen los cadáveres de Yugoslavia, Checoslovaquia, Senegambia, y ahora, Honduras.
-
Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas