Por: Redacción CRITERIO
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Tegucigalpa. Los años y la historia han hecho de Honduras un país multicultural y multiétnico, un país donde el hondureño de hoy es el resultado de mestizajes, de combinaciones fascinantes que son casi imposibles de definir en una sola palabra, personas con raíces culturales ancestrales que se mezclan con otras culturas y enriquecen al ser y la tradición popular.
Es así que en Honduras son tan hondureños aquellos que son descendientes directos de los indígenas que originalmente poblaron nuestro país, así como los que resultaron de la mezcla con europeos, garífunas y personas de todo el mundo.
Pese a la enorme variedad cultural, es innegable que también con el tiempo han existido influencias que se han transformado en dominantes en algunos campos y es en la música donde nuestros hermanos garífunas han cimentado la identidad de todo un país, el tambor, el caracol, la maraca y ese ritmo delicioso de “La Punta” hacen temblar y palpitar el corazón del hondureño; lograr que una canción identifique a la hondureñidad es increíblemente difícil, menos para un joven compatriota llamado Manuel Martínez.
Manuel es un joven limeño de 22 años que desde los 8 años aprendió a tocar en el teclado de su papá y a los 12 aprendió a tocar guitarra de forma autodidacta, pero esa inclinación y pasión natural por la música no pudieron ser cultivadas en una escuela de ese género ya que la familia de Manuel no tenía los recursos para pagarla.
El tiempo pasó y Manuel terminó sus estudios secundarios, una vez más el fantasma de la limitación económica se interponía en el futuro de Manuel ya que él deseaba estudiar en una universidad privada, ante el obstáculo, Manuel se aventuró a solicitar una beca estudiantil pero en base a excelencia musical con la desventaja de nunca haber estudiado en una escuela de música, los resultados de los exámenes vinieron y Manuel logró obtener una beca completa para estudiar ingeniería, algo increíble ya que los estándares eran muy altos y competía contra jóvenes egresados de escuelas de música.
La fortuna de obtener una beca de estudio, la cual Manu aprecia, es también la repetición de la frustración de un sueño que tiene desde niño, la música es su sueño y su pasión, y desea a como dé lugar estudiar música en una universidad del exterior, pero tampoco puede pagarla.
Pero Manuel no se conforma con soñar, no se rinde y trabaja para lograrlo, es así que ha logrado montar un pequeño estudio de grabación en La Lima donde ya ha logrado producir muchos “jingles”, ha compuesto 5 musicales cristianos, ha colaborado con empresas reconocidas del mundo de la televisión nacional teniendo como su mayor logro hasta hoy, ser el primer compositor hondureño en crear una banda sonora completa para una película hondureña, “Un Loco Verano Catracho”.
Soñando con Honduras y rescatando nuestra identidad y a pesar de no ser Garífuna, Manuel ha compuesto una canción llamada “Canto a mi tierra”, canción que hace brotar la identidad nacional a quienes le escuchan, canción que le dice al mundo lo orgulloso que se siente ser hondureño, Wendeti Nagaira(Mi tierra es bella), Risiti Ondura (Honduras es Rica) Weireti Nagaira, (Mi tierra es tan grande), Hinsineti nagaira nun (amo a mi tierra), Wendeti Ondura (Honduras es tan bella).
Manuel nos está demostrando que para lograr un sueño no es suficiente conformarse con ser pobre, para lograr un sueño hay que trabajar duro en la dirección de ese sueño, Manu le está enseñando a toda una nación la forma como se deben hacer bien las cosas y es por ello que merece el apoyo de las más altas autoridades del país, del sector privado y de todos nosotros para que logre su sueño de estudiar música en una universidad el exterior.
“si de forma autodidacta ha logrado lo que ha hecho hasta hoy, la imaginación es corta para avecinar lo que podría lograr con el respaldo del estudio”, es así amigos lectores que les pedimos compartir este articulo con todo el mundo, esperando en el Creador que Manuel encuentre el respaldo que necesita. (Tomado de hondurasisgreat).