Por: Oscar Miguel Marroquín
Entonces aconteció algo increíble, insólito, impensable, aquel 30 de mayo del 2019, miles y miles de hombres y mujeres se tiraron a las calles de todo el país, para acompañar a los médicos y docentes, gritaban todos al unísono “no a la privatización de la salud y la educación”, aquello parecía retumbos de volcán en erupción, nadie, ni nada podía detenerlos, con paso firme avanzaron por las calles sin miedo a la represión policial.
Mientras tanto, Mauricio Oliva arrinconado en aquella cueva de ladrones llamada Congreso Nacional, lamía sus heridas, de su viejo cuero de rata inmunda, ya solo quedaba un lánguido recuerdo. Los médicos y docentes junto al pueblo lo derrotaron, haciéndolo morder el polvo como nunca.
Pero aún faltaba la batalla final.
Al frente de esta gran muralla humana, iban sus incorruptibles e incólumes dirigentes, dispuestos a dar la batalla con la mirada en alto, sin temor a nada, sin los miedos propios del ser humano, mejor dicho, aquello era indescriptible, la imaginación misma se quedaba corta, no había pues palabras para representar los acontecimientos, casi imposible era creer que los vasos comunicantes (las carreteras) por donde fluyen las mercancías de los oligarcas, habían sido trancadas. Piedras, palos, vehículos, y todo aquello que significara barricada cortaban el paso; a los medios de comunicación tarifados no les quedó alternativa alguna, más que publicar que el país entero “estaba convulsionado”.
Nota relacionada Nadie debe bajar los brazos anuncian médicos y maestros en Honduras
En cada trozo del territorio nacional, estudiantes de secundaria y universitarios, así como campesinos, indígenas, empleados públicos y privados, y hasta conductores del transporte colectivo y de carga, también hacían lo propio, las barricadas se multiplicaban increíblemente, la dictadura y el dictador temblaban, y en su desesperación, alocadamente mandaban a su pandilla de asesinos a cometer todo tipo de atropellos contra el pueblo, pero sus acciones no detenían al bravío pueblo catracho; ahí junto a la doctora Suyapa Figueroa y el docente Daniel Sponda la gente peleaba aquella batalla épica, sin dar un solo paso atrás, sin claudicar, porque lo saben: ESTA ES UNA LUCHA DE VIDA O MUERTE.
La batalla era tal que, en apenas unas cuantas horas, el depredador sexual Ebal Díaz apareció ante los medios de comunicación, anunciando con bombo y platillo que el narco dictador quiere un dialogo “sincero y sin condiciones”. Mientras esto ocurría, el ejército, la Policía Militar y los escuadrones de la muerte no paraban de reprimir, asesinar y capturar a la población, llegando al colmo de lanzar gases lacrimógenos al interior de muchas viviendas, en las que incluso se encontraban familias enteras, incluyendo niños recién nacidos.
En una actitud valiente y sin precedentes, los dirigentes del gremio médico y magisterial, le han dicho al dictador: “NO HAY NADA QUE DIALOGAR, MIENTRAS NO DEROGUEN LOS PCM”.
En otras palabras, Juan Orlando Hernández hártate en sopa los PCM, pues nuestra lucha continuará hasta el triunfo definitivo.
-
Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas
9 respuestas
Hoy a la 1.00 p.m. sin falta, vivan los médicos y docentes, fuera joh.
En los PCM esta el dinero que los demonios necesitan para seguirse nutriendo de este ya cuasi cadáver pueblo hondureño. No entienden eso cachurecos? Pero ya cayeron porque a nivel internacional está al descubierto. Amen
El demonio del orgullo domina su alma!
Qué tal hacer protestas en absoluto silencio? No, vdd? El
Molote es parte de ser hondureño!!! Tristeza!!!
Y esos son médicos? Maestros? Les cree su abuelita, a ellos y los otros
Fuera joh ?
Pues serán su tumba y no la nuestra!
PCM– Pan con mostaza..
Hay que seguir en la lucha, hoy a la 1 en la UNAH