Por: Víctor Meza
“Dime caminante cuánto cedes/ y te diré qué concedes…” dice un viejo y ya olvidado proverbio. Su mensaje se vuelve muy oportuno en estos tiempos de concesiones, entrega, traiciones y Zonas especiales de desarrollo, las llamadas ZEDEs. Fruto de una idea expuesta hace ya casi una década, en los tiempos de la Administración de don Porfirio Lobo, las ZEDEs han acumulado un largo recorrido desde entonces, en el cual se han visto obligadas con frecuencia a cambiar de nombre para sortear los rechazos, las dudas y las vacilaciones dentro de las élites gobernantes, los poderes fácticos locales y buena parte de la ciudadanía entera del país.
Una iniciativa semejante, que atiende a los más sensibles intereses y objetivos de la nación entera, no es algo fácil de legitimar ni de hacer pasar por positivo y necesario. Sin embargo, en nuestro país, ante la evidente fragilidad porosa del llamado Estado de derecho y ante la concentración abusiva de poder omnímodo en las manos de una sola persona o en el ámbito de un clan político tan ambicioso como autoritario, resulta viable y hasta aceptable la violación de las leyes, particularmente de la propia Constitución de la República, para crear, acomodar “legalmente” o imponer de manera directa y arbitraria, una figura jurídica tan controversial y cuestionable como es la de las ZEDEs.
La historia de nuestro país registra la existencia de los llamados enclaves minero y bananero, que formaron parte sustancial de la vinculación de Honduras con el mercado mundial por la vía intermediaria del capital extranjero. Carentes de interlocutores económicos válidos de origen local (oligarquías o burguesías nativas sólidas), los enclaves se limitaron a buscar entre las frágiles élites políticas criollas, los aliados necesarios para imponer sus normas y regatear sus condiciones. De los dos enclaves ya mencionados, el más decisivo y determinante de la vida política, social y económica de Honduras fue, sin duda alguna, el bananero. Su impronta, aunque ya muy debilitada, se sigue sintiendo y percibiendo en la mentalidad y la cosmovisión de demasiados compatriotas.
Pero, aunque muchos suelen confundirlos, el enclave y las ZEDEs no son lo mismo. Se parecen, pero también se diferencian. Mientras el enclave surge como una proyección del capitalismo floreciente en los Estados Unidos, las ZEDEs aparecen como el resultado de una maniobra política de las élites locales, ambiciosas y corruptas, ansiosas por acumular capital propio por la vía burocrática con el pretexto de “sumar a Honduras a la gran marea de la globalización y el universo digital”. Si el enclave fue el vínculo fatídico que nos introdujo en el mercado internacional, las ZEDEs serán los islotes que asegurarán el reparto territorial y la condición de archipiélago institucional que padece y exhibe el Estado hondureño. Mientras el enclave significó la “modernización forzada” de su espacio geográfico (la zona norte), las ZEDEs representan una real amenaza a la integridad territorial y un grosero impacto en la azarosa búsqueda y afianzamiento de la identidad nacional.
Tampoco es que las ZEDEs equivalen a un símil local de las zonas económicas especiales vigentes en la República Popular China. Surgidas a partir de los años ochenta del siglo anterior, las primeras cuatro zonas especiales marcaron el rumbo para un desarrollo más vigoroso y moderno. Visité la zona económica de Shenzhen, en el sur de China, en el año 1983, cuando apenas estaba recién fundada. Aquello era un experimento tan novedoso como audaz. Regresé en el año 1997, catorce años después, para comprobar el éxito del proyecto y la fastuosidad de su florecimiento. Aunque en ese espacio se ponía en práctica una nueva política económica, más fluida y menos centralizada, no hay duda que se mantenía vivo y muy presente el predominio político del Estado chino. No hay zonas económicas en China que supongan cesión servil de la autonomía territorial.
He ahí, pues, una de las tantas y “pequeñas” diferencias con las ZEDEs que el gobierno actual está imponiendo en Honduras.
-
Fundador y director del Centro de Documentación de Honduras, (CEDOH) creado en 1980. Autor de varios libros sobre la realidad nacional y constante colaborador de la prensa local como articulista de opinión. Consultor independiente y ex Ministro de Gobernación y Justicia en la segunda etapa del gobierno de Manuel Zelaya (2006-2009). Su más reciente libro – El diario de la conflictividad en Honduras- contiene un recuento minucioso y analizado de los hechos más importantes del país entre el año del golpe de Estado (2009) y el año de las antorchas (2015). Ver todas las entradas