La batalla por la justicia

Las manifestaciones contra las ZEDE y algunas precisiones, crónica personal reflexiva

Por: Rodolfo Pastor Fasquelle

Difícil desde afuera apreciar cabalmente las manifestaciones de ayer, convocadas por CCC  y por decenas de organizaciones de sociedad civil. La prensa corporativa vendida no las cubre, finge demencia, y que puede -por fuerza de hipnotismo- ignorar lo real o relativizarlo. Los partidos equivocadamente esquivan y aun desdeñan las movilizaciones independientes. Es temprano para saber ¿Qué pasó en Roatán, acaso estremecida por sucesos recientes? O en Tocoa, otro de los puntos cardinales en que se convocó a la gente. Yo tengo información fidedigna de tres de las manifestaciones. Estuve presente en San Pedro y asimismo en El Progreso. Mis mejores amigos, ojos y oídos, estuvieron en Tegucigalpa y me recopilaron los documentos.

Ahí, en la capital política pero también cultural y cívica del país, la protesta fue un éxito categórico, y un avance del movimiento contra las ZEDE y la dictadura. Hace un mes habían fracasado las convocatorias -de aspirantes y candidatos de varios partidos- acaso porque se las percibió como gestos pancistas. Ahora en cambio encabezaban y animaban la marcha personajes que han estado valientemente activando contra las ZEDE en la palestra pública. Dicen los observadores, llena, concurrida e incluso magnífica. Con la participación obligada de la militancia de LIBRE, del PINU, alguna de PSH, y -si poca- del PLH pero no –claramente- de sus cúpulas, sin protagonismos impostados ni oportunismos. Concentrado el mensaje en la exigencia de elecciones que respeten el voto, como reza su proclama, pero obviar el peligro avisado de que otra vez se produzca un fraude monstruoso como los anteriores. Faltó gente aún, pero estaban los líderes de las organizaciones. Participaron sindicatos y estudiantes organizados, y claro, los gremios llevaban sus propias agendas. Prevalecieron los mensajes del liderazgo de CCC.

En El Progreso nos hizo falta Melo, que cree que es ubicuo, y no. Pero la manifestación hizo ruido y tuvo un impacto importante. Hizo su recorrido esperado hasta llegar al Puente de la Democracia, en donde se dividió entre las dos trochas, pero aun así alcanzó a detener el tráfico, por un par de horas que esa arteria estuvo tomada. Había presencia de organizaciones de derechos humanos, una conducción muy cuerda y la policía actuó con respeto, cuando antes gaseaba a la gente inclementemente. Ahí en la toma del puente o, si se prefiere, en el puente tomado, escuché los discursos de los líderes tolupanes, que venían de la sierra vecina de Victoria, Yoro, a contradecir y manifestar la imposición de las zede y  las violencias que sufren a diario y escuché asimismo a los líderes magisteriales, a los cabecillas de una Central Campesina cuyas comunidades en Las Guanchías, quedaron inundadas en Noviembre pasado y denunciaron que el gobierno los ha desamparado, y que, si bien han hecho muchos bordos, son de arena suelta, por lo que desaparecerían en horas con nuevas tormentas. Ahí estaban las representaciones de las comunidades eclesiales, las organizaciones de mujeres y jóvenes, los patronatos, que han estado defendiendo bosques, tierras y aguas, declarando territorios libres de minería a sus municipios, que desaparecerían si se instalara una ZEDE en o junto a ellos.

En San Pedro Sula, la protesta fue un fracaso. Rotundo. Y por la misma razón que fracasara antes en todas partes el movimiento, por la falta de compromiso de los partidos de oposición más pequeños, que ¿tienen miedo de quedarse en la sombra de sus mayores? Y a raíz de las divisiones internas en los partidos de oposición más nutridos. No había en el lugar de la cita, una cincuentena de personas y muchos eran candidatos inflados. Los conflictos entre candidatos opositores de la semana anterior habrían sido particularmente funestos para la convocatoria. Hay que hacer también unas precisiones conceptuales. Explicar.

Si va arrancar un movimiento serio en contra de las ZEDE, y, por supuesto el país lo necesita, tendrá que entender una mayoría de la población en qué y por qué le concierne ese tema, en su realidad material y cotidiana propia. Y para acercarnos al problema real que la gente intuye, pero que no sabemos explicar, primero digamos cuáles no son los problemas, porque muchas veces, la retórica desliza ficciones al centro de la atención.

No es un problema legalista, formal. No se va a enardecer la gente con el argumento angelical de que la ZEDE, es inconstitucional.  No se opusieron al golpe de estado que era inconstitucional, a nadie le importó la destitución de los magistrados de la Corte Suprema, luego declarada inadmisible por la jurisprudencia internacional. La inconstitucionalidad que todos teníamos clara de la reelección, ni por un instante puso en peligro el segundo gobierno de Juan O. Hernández. Y no se encendió la mecha de la resistencia con que éste instituyera “legalmente”, una policía militar que es inconstitucional, y un Consejo Nacional de Seguridad, con el cual subordina a los demás poderes del Estado convertido en régimen dictatorial, “sutileza”  que todavía mucha gente ni siquiera entiende porque no ha estudiado teoría del estado republicano. ¿Algún precepto constitucional se cumple?

No es la soberanía, ombe, una entelequia casi metafísica que solo importa a leguleyos e idealistas. En realidad, Honduras no ejerce poderío ni dominio sobre la población ni sobre el territorio, porque no controlamos quién entra y sale de él si no es por el aeropuerto. No tenemos -como Estado- en la práctica, control tampoco del espacio o el mar territorial. Y el territorio es un término abstracto y un vocablo que tiene otras connotaciones. (Los biólogos hablan de territorialidad de ciertas especies animales, que lucharán a muerte, por defender la fuente de su sobrevivencia. Pero nosotros no lo vemos así.) Aunque se diga en forma análoga, que la preservación o expansión del territorio son fuentes de conflicto y agresión en nuestras sociedades. Las guerras recientes son más bien reacciones a proyectos geopolíticos, más amplios. Y en cuanto el territorio es terreno, en casi todas partes del mundo, un forastero puede comprar tierra y radicar en ella sujeto a las leyes del estado en que compra. Lo que se inaceptable que se privatice es la jurisdicción, la obediencia a la ley, nadie hace eso en ningún lado, nada que ver. Es algo muy concreto, carajo. Es peor que el comunismo primario más radical.

Las ZEDE amenazan la Patria en cuanto patrimonio en todos los sentidos de la palabra, como fuente de sustento y seguridad material. Lo que violan las ZEDE son derechos básicos, el amparo de la ley (fruto de un pacto continuado y vigente, aunque esté roto el papel), amparo para tu derecho como empleado, compa, según una ley laboral, o como agente económico, según un código de comercio y el amparo de la ley a tu derecho como propietario. Por virtud de esta novelería piruja, tu derecho a tu propiedad queda en entredicho, puesto que permite a esa corporación privada, expropiarte, para su provecho, a voluntad o conveniencia. Nadie tiene ya nada. Las ZEDE te arrebatan lo más importante y concreto que tienes, el servicio que tienes como derechohabiente,  tu seguridad, tu heredad ancestral, tu sustento.  Y el día que los hondureños entiendan eso a cabalidad, si que se van a levantar. Coincidirán propietarios y proletarios. ¿Quién podría entonces detenerlos? Ahí antier por CCC quedó sembrado el amanecer, con la claridad de una nueva conciencia.

El Carmen 1 de Septiembre, 2021

  • Jorge Burgos
    Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas

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