Las características del buen crecimiento económico

Por: Martín Barahona

Sin duda, el crecimiento económico es uno de los principales temas referentes en la ciencia económica. Visto como interés teórico y como una necesidad práctica, sin duda, el PIB y su crecimiento es el indicador económico más visibilizado.

No obstante, es un error creer que es el indicador más importante y mucho más equivocado aun es, verlo desconectado del resto de factores involucrados en la economía en general. De entrada, hay que estar claros en que el crecimiento es necesario pero, no es suficiente para garantizar avances en los niveles de Desarrollo. El fin primordial de la actividad económica y en consecuencia de las políticas públicas en general y de las políticas económicas en particular, es la mejora continua de los niveles de Desarrollo. Pensar solo en el crecimiento económico y nada más, es un completo absurdo. En realidad, el crecimiento económico es un medio, no un fin en sí mismo. Diciéndolo un tanto metafóricamente y al estilo griego, el crecimiento sin desarrollo es una quimera;  literalmente, como que si no existiera.   

La aseveración de que el crecimiento económico es insuficiente, en ningún momento debe interpretarse como que “no es importante aumentar  el PIB real” sino que, es indispensable crecer, pero  debe darse bajo determinadas características o requisitos.  Por consiguiente,  lo que debe buscarse es que la actividad económica  aumente –más allá de las variaciones de los precios, es decir, en términos reales- de una buena  manera; en otras palabras hay que lograr un “buen” crecimiento económico. Entonces, de acuerdo a la experiencia del suscrito, habiendo analizado los antecedentes de diversos países latinoamericanos, de otras subregiones del mundo desarrolladas o subdesarrolladas, me animo a describir esta categoría de lo que podría denominarse BUEN  crecimiento económico. Esto, implica cumplir al menos con las siguientes cinco (5) características o requisitos:

  1. La más alta tasa de  crecimiento posible; b) Sostenibilidad;  c) Crecimiento equilibrado;  d) Sustentabilidad y;  e) Crecimiento incluyente.

Hay que crecer a la tasa más alta posible según las particularidades del país. Por ejemplo, en Honduras, una tasa del 2, 3 o 4% aunque es bien vista (y en catracho: “peor es nada!”), simplemente no es suficiente considerando los recursos y las necesidades nacionales. No hay que engañarse con la afirmación de que coyunturalmente se tenga una tasa más alta que otros países; no es lo mismo que Honduras crezca a un 4% que Costa Rica crezca a un 2.5%, sin duda en las actuales condiciones estructurales, Costa Rica todavía está mucho más adelante que Honduras. Básica y muy claramente, no es lo mismo un aumento del 4.0% de 25,000 que un aumento del 2.5 por ciento de 60,000. Siendo diferente el punto de partida o base, los porcentajes realmente no tiene sentido compararlos. Refiriéndose de nuevo a Honduras, en lo que va del siglo 21 el país ha crecido a un promedio anual no mayor al 3.5% o, incluso menos, lo que sencillamente se queda lejos de generar puestos de trabajo en cantidad y calidad satisfactorias y todavía más lejos, para salir paulatinamente del sub desarrollo, pobreza y desempleo en sus diversas formas.

Recordando siempre que no se trata de una simple tasa, hay que procurar la más alta, siempre. De manera que, un país como Honduras dados sus niveles de rezago histórico y necesidades actuales requiere posiblemente de una tasa  del 7% como mínimo (que por cierto, se logró en el sub período  2004-2007; últimos dos años de Maduro y, primeros 2 años de Zelaya). Incluso, se dice que en algunos  años de los sesentas y setentas del siglo XX alcanzamos tasas algo mayores.

Pero,  el buen crecimiento no termina con una  tasa alta; es indispensable que este ritmo se sostenga en el mediano y largo plazo. No basta con crecer un par de años continuos y, volver a caer en niveles de estancamiento en los siguientes años. Hay que sostener y si es posible, aumentar esas tasas. Naciones como Singapur y China son ejemplos ilustrativos de que debe crecerse sostenidamente durante un largo periodo de años.

Se menciona que China creció durante 30 años (a partir del replanteamiento comunista de la política económica en 1978) en un promedio de 10 por ciento anual; eso le permitió ir alcanzando y luego superando a todas las economías medianas del mundo y a la gran mayoría de las potencias globales. Se ha postergado para 2030 lo que se proyectaba ocurriría en 2020: alcanzar el PIB de EEUU. Para el año 2022 se estimó que el PIB de EEUU fue de unos 25 Billones de dólares (entiéndase bien por favor: 25 con 12 ceros es decir, 25 millones de millones). Ningún país alcanza todavía el primer “trillón” de PIB, ni siquiera toda la economía mundial.

Otro requisito vital para el buen crecimiento económico, además de la alta tasa y persistencia, es el equilibrio o “encadenamiento” entre las diferentes ramas o grandes sectores de actividad económica dentro de un país. Por ejemplo, no tiene mucho sentido, que crezcan los negocios de la Banca y Finanzas (o, intermediación financiera como les encanta decir a algunos) y, manteniendo estancado el sector primario-agrícola, tiene que lograrse un crecimiento económico nacional con encadenamiento productivo, en otras palabras,  para que haya buen crecimiento se requiere que este sea equilibrado (Honduras es un buen ejemplo de un crecimiento NO equilibrado).

¡Luego, también se requiere –urge! – que el crecimiento económico sea sustentable con la situación ecológica presente y futura. De muy poco sirve, que la producción aumente con grandes externalidades como  la contaminación ambiental. Hay que lograr eficiencia en los mercados, pero, sobre todo, eficiencia social o total, logrando que los precios sean realmente competitivos y que, reflejen el costo real de los bienes y servicios con asignación y distribución equitativa de los recursos.

Finalmente, el buen crecimiento debe ser incluyente (creo que es preferible al término “inclusivo”). De muy poco sirve, por no decir de nada, que aumente la generación de nueva producción y riqueza si los beneficios siguen quedando concentrados en pocas manos. Con un esquema así, podemos crecer al 10 por ciento o más y, sin distribución, ¡¡nunca!!, disminuirá la desigualdad y la pobreza. Seguimos siendo un clásico ejemplo de esa situación.  La evidencia empírica nos indica que no existe el “derrame”, eso va quedando –mis disculpas- como un mito para los neoliberales desactualizados.

En consecuencia, es indispensable organizar la economía de forma que exista mejor distribución de los ingresos y de la riqueza (indistintamente del sistema, capitalista o con aspiraciones socialistas) requisito válido tanto en términos absolutos como relativos. Ese, es el gran “secreto” de la evolución histórica de los países capitalistas desarrollados; ejecutar persistentemente una política económica y esquemas de administración de la economía para lograr un buen crecimiento económico.

Como decía el gran colega y amigo, asesor de tesis de licenciatura, Francisco Escoto Cruz (QEPD) excelente cuadro técnico macroeconomista de la extinta Secretaria de Planificación, Coordinación y Presupuesto SECPLAN, la definición más rápida y profunda de Desarrollo es: “Crecimiento más cambio estructural”.

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