Por: Leticia Salomón
Excelente la votación del jueves 31 de marzo en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, favorable a la investigación de violación a los derechos humanos en Nicaragua desde 2018 a la actualidad, y excelente también el voto a favor emitido por México, Argentina, Chile -país que presentó la moción- Costa Rica y otros 16 países, con el que reivindican la necesaria congruencia entre política exterior e interior en materia de derechos humanos.
Honduras emitió un voto negativo, es decir, se pronunció para que no se investiguen esos hechos que avergüenzan a la humanidad y que, por lo tanto, deberían avergonzarnos a nosotros, como país, en el que apenas empezamos a salir de doce años de oscuridad y de violación de derechos humanos que pusieron en evidencia el sistema de justicia y la situación de vulnerabilidad de diversas personas y grupos sociales que resistieron los excesos autoritarios del mandatario saliente.
Este es un gobierno que apenas está empezando y que logró despertar la esperanza, la confianza y el entusiasmo de un millón setecientos mil electores en las pasadas elecciones.
Urge que el gobierno, que no es lo mismo que el partido, resuelva las contradicciones internas entre grupos y grupúsculos, y que defina la contradicción que plantea su votación en el seno de la ONU: ¿Está mal que Juan Orlando Hernandez haya violado los derechos humanos en Honduras pero está bien que Daniel Ortega haya hecho lo mismo – y lo siga haciendo- en Nicaragua?
¿Hay que cuestionar a un derechista autoritario en Honduras y aplaudir a un ex revolucionario igualmente autoritario en Nicaragua cuando ambos han violado derechos humanos? ¿Se trata de un síndrome de coincidencia o del desdibujamiento de la línea que define la condición ética entre los que se pronuncian de forma distinta ante los mismos hechos?
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Tengo algunos años de experiencia y me encanta practicar el periodismo incómodo que toque los tinglados del poder, buscando cambios en la forma de gobernar y procurar el combate a la corrupción, develando lo que el poder siempre quiere ocultar. Ver todas las entradas